―Ведь на самом деле успех любогоп редпрятия как гоборится, стоит на трех. Это тридолюбие, честность и справливость.
―Kто так сказал?
―Василий Голобородко.
―Да… да… да… Kто это?
―A не важно.
(―De hecho, el éxito de toda empresa, como alguien dijo, se basa en tres pilares: diligencia, honestidad y justicia.
―¿Quién dijo eso?
―Vasilyy Holoborodko.
―Sí, sí, sí… ¿Quién es?
―No importa.)

 

Volodímir Zelenskyy

De President.gov.ua, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=84298249

A estas alturas del conflicto, nadie duda ya de que Volodímir Oleksándrovich Zelenskyy es uno de los protagonistas principales de la guerra en el Este de Europa. Sus apariciones en público, de verde militar, su gestualidad y la empatía que parece proyectar a manos llenas entre los que siguen sus mensajes a diario, han provocado que medio mundo lo catapulte a la categoría de héroe.

Pero ¿quién era Volodímir Zelenskyy antes de convertirse en el líder inesperado de la resistencia de Ucrania a la invasión rusa? Como ya habréis leído en múltiples artículos que han inundado los medios de prensa en los últimos días, Zelenskyy, antes de convertirse en 2019 en presidente de Ucrania, fue un cómico, guionista y actor muy conocido en el país, sobre todo por la serie Ϲлуга Народу (Servidor del pueblo), de la que surgió su candidatura a la presidencia. Anteriormente, había participado en la versión ucraniana de “Dancing with the Stars”, que ganó, y como actor de doblaje había puesto voz al oso Paddington además de participar en una buena cantidad de comedias románticas.

Zelenskyy nació como rusoparlante en Krivói Rog, en el centro del país. Vivió en Mongolia, se licenció en Derecho y, como las leyes no le satisfacían, comenzó su carrera como productor, comediante y guionista en 1995 al fundar Kvartal 95 (que toma el nombre de su barrio). No fue hasta 2015, tras haber pasado por concursos, películas de dudosa calidad y tras haberse enfrentado abiertamente a la prohibición de la entrada en el país de artistas rusos, cuando Zelenskyy y su equipo comenzaron a grabar “Servidor del pueblo”, que más adelante en 2018 se convertiría en un partido político homónimo. El resto ya es historia.

Ϲлуга Народу: Servidor del pueblo (vemos los cinco primeros episodios)

Desde que esta sátira política se empezó a emitir en el canal 1+1 de Ucrania, alcanzó un éxito absoluto. Ya en sus inicios estuvo disponible en varios países a través de Netflix, y la situación actual tanto de Zelenskyy como de Ucrania han retomado el interés de varias compañías multimedia en comprar los derechos de la misma.

Vasyl Petrovich Holoborodko (Volodímir Zelenskyy) es un profesor de Historia de instituto. Mejor dicho, un buen profesor de Historia de instituto a la vista de los estudiantes que tiene. Cuando en el primer episodio ordenan a sus alumnos salir de clase para realizar obras en el patio, Vasyl se queja amargamente de que siempre es su clase de Historia la que se ve afectada, pero nunca la de matemáticas en un diálogo crucial que inicia el argumento de la serie:

―He terminado aquí. Matemáticas es… ¡una ciencia! ¿Historia? ¡Una mierda! ¿Y luego nos sorprendemos cuando nuestros políticos llegan al poder y cometen los mismos errores? ¿Por qué? Porque son… matemáticos. ¡Lo único que saben es cómo dividir, sumar y multiplicar su propio patrimonio! (…) Llevamos escogiendo entre dos bastardos desde hace 25 años y, ¿sabes qué es lo más interesante? ¡Que no va a cambiar nada esta vez! ¿Sabes por qué? Porque tú, mi padre e incluso yo mismo escogeremos de nuevo a un bastardo. ¿Y por qué? “Sí, es un bastardo, pero es el menos malo de todos los bastardos”. Luego esos bastardos llegan al poder y roban y roban y roban… tienen nombres diferentes pero actúan de la misma forma. ¡Y a nadie le importa una mierda! ¡A mí no me importa una mierda! ¡A ti no te importa una mierda! ¡A nadie le importa una mierda! ¡Y es la mierda más grande de este mundo de mierda! Si yo tuviera el poder, al menos una semana, ¡te lo demostraría! ¡Echaría a sus cortesanos, con sus bonus, con sus chalets de veraneo, con todo! ¡Ojalá cualquier profesor normal viviera como un presidente! Ojalá que cada presidente viviera como un profesor, ¡maldita sea! Y esto te lo digo como profesor de Historia y a ti no te importa una mierda. ¡Bastardos!

Mientras está discutiendo, un alumno graba todo su argumentario, plagado de insultos y gritos, y decide subirlo a la red, con el resultado de que en dos días 8 millones de personas han visto el vídeo y sus pupilos comienzan a preguntarle por qué no se presenta a las elecciones. Evidentemente, Holoborodko no está por la labor y va poniendo excusas peregrinas, desde las lógicas sobre quién va a votar por él si no lo conocen hasta las económicas, puesto que se deben pagar 2 millones de hrivnas para poder apuntar una candidatura. Por supuesto, todas las excusas son desbaratadas por los aviesos estudiantes que, en un giro de los acontecimientos, consiguen el dinero a través de crowfunding y obligan a Holoborodko a presentarse. Y ganar.

Pero todo esto ya lo sabemos, puesto que las escenas de instituto son un flashback al que nos dirigimos desde su primer día de trabajo como presidente de Ucrania. Y qué día. Recepciones, estrechamiento de manos, práctica de discursos, conocer su nueva casa, el palacio presidencial, pasear por los mármoles que pisó María Antonieta de camino a su decapitación… Todas estas imágenes, sobrepuestas con los flashbacks en el instituto nos llevan a través de casi 30 minutos de capítulos a un ritmo vertiginoso, de sketch clásico, que funciona a la perfección.

La sátira política

Vasyl Holoborodko se nos aparece en la serie como una persona honrada, muy honrada diría yo, con grandes capacidades de negociación. No solo a través de sus alumnos sino en sus relaciones con Yuri Chuiko, primer ministro y Pepito Grillo del presidente; su choque frontal con su familia que pasa de pensar que es un fracasado a aprovecharse de la situación; o en su relación con sus subordinados presidenciales.

Y es que la ficción funciona perfectamente porque apela al hombre tranquilo, con ideales sólidos que afronta, o quiere afrontar, a los tiranos que lo rodean. Holoborodko es un tipo anodino al que todo parece salirle mal, sin embargo sus padres hablan de él como “Un billete de lotería que compramos hace 37 años y por fin nos ha tocado”. Mientras Vasyl se esfuerza por reducir los asistentes absurdos de su gobierno (como el criador de ostras o el motivador), su familia aprovecha las rebajas del 100% que les ofrecen en un supermercado, intentan reformar la casa echando a sus vecinos para poder tener un minigolf y una piscina en el tejado o se va en autobús a trabajar tras rechazar una suntuosa limusina que aparece en el patio de su casa para llevarlo a cumplir con sus obligaciones como presidente.

Los personajes, como se puede apreciar, están bien marcados: la familia aprovechada, una madre trabajadora y un padre chapuzas en casa, la hermana que no se entera de nada cuya hija vive con sus abuelos; el efectivo y sobrio primer ministro, quien ya desde el momento inicial sospechamos que está metido en todas las tramas de corrupción habidas y por haber que nos iremos encontrando o el expresidente Serhey Pavlovich, un alter ego de Poroshenko (expresidente real de Ucrania) que se encierra en su despacho y se niega a transferir el poder a Holoborodko a menos que se le entregue una botella de vodka, un paquete de tabaco y una casa en Yugoslavia:

-Pero Yugoslavia ya no existe.
-Lo sabe. Por eso pide la botella de vodka.

¿Y cómo no empatizar con el bueno de Vasyl? Mientras intenta aprenderse el discurso de Gettysburg con nueces en la boca para vocalizar mejor, nos damos cuenta de que todos a su alrededor son unos corruptos, que la suerte está echada y que probablemente las cosas para el profe-presidente no vayan a acabar nada bien. Y eso sin mencionar a los hombres de gris que aún se preguntan quién ha puesto a semejante personaje como presidente, aunque si lo piensan un poco, parece bastante maleable. Pero ya en los albores de la serie (que tiene 51 capítulos en 3 temporadas más una película) vemos que Holoborodko pretende ir por libre y atender a los problemas reales de su país, aunque siempre haya alguien interponiéndose.

Vasyl Holoborodko vs. Volodímir Zelenskyy

El gran éxito de la serie provocó que en 2018 se crease un partido, Ϲлуга Народу (Servidor del pueblo), para intentar derrocar al oligarca Poroshenko de la presidencia del país. A través de una campaña moderna en internet, Zelenskyy consiguió alzarse con un 73% de los votos, una cifra inusual e inesperada que respondía al descontento de la población con las políticas de Poroshenko, que habían llevado al país a ser la segunda nación más corrupta de Europa, según la Organización de Transparencia Internacional.

La llegada al poder de Zelenskyy quizá sorprendió más a la diplomacia internacional que al pueblo de Ucrania. El hartazgo por la corrupción, el desgaste de la guerra constante con Rusia y las presiones territoriales hacían presagiar un cambio radical en las elecciones de 2019, aunque lo que quizá el mundo no se esperaba es que un actor y guionista pudiese llegar a dirigir un país estratégico condenado al conflicto con sus vecinos.

Pero la realidad siempre es más cruenta que la ficción. Mientras que Holoborodko, al menos en estos primeros capítulos, se sale con la suya aunque sea en temas menores (discurso presidencial, limusina, etc.), Zelenskyy empezó a chocar con su Parlamento nada más comenzar su mandato, viniéndose abajo propuestas como la reforma del sistema electoral, el despido del Ministro de Relaciones Exteriores, el de Defensa y al Jefe de Seguridad, entre otras.

Y entonces despertó el oso ruso. Acabamos 2021 con las amenazas veladas de Putin sobre Ucrania y no fue hasta el 24 de febrero cuando se convirtieron en realidad. Antes de la escalada de tensiones, Zelenskyy no vivía su mejor momento en popularidad y las alertas del presidente ucraniano se tomaban a la ligera hasta la invasión rusa.

Volodímir Zelenskyy no llegó al poder a través de la vehemencia del protagonista de Ϲлуга Народу y contrariamente a lo que todo el mundo podría esperar, se ha mantenido en Kyiv, junto a sus compatriotas a pesar de, a día de hoy, haberse frustrado ya, que se sepa, al menos tres atentados contra su vida. Su discurso es tranquilo, austero y creíble y su forma de comunicar activa los centros empáticos de sus espectadores porque, al contrario que Vasyl, alocado “hago lo que me da la gana”, Zelenskyy se está jugando mucho.

Aunque las intervenciones del presidente tengan un cargado impacto por su forma de comunicar, hay una específicamente que es reveladora. Mientras le interrogan sobre la familia y sus rutinas diarias, un asesor le informa que se ha bombardeado un memorial del Holocausto en Babyn Yar. Y ahí es donde Zelenskyy abandona a Holoborodko con un lenguaje corporal que no deja lugar a dudas. La procesión se lleva por dentro, pero aquí está a flor de piel.

Parece que la popularidad de Zelenskyy aún no ha llegado a su punto álgido y es muy probable que veamos próximamente en las televisiones de muchos países occidentales Ϲлуга Народу, dado que ya se han apresurado a comprar los derechos de la serie. Mientras tanto, se puede disfrutar en ruso en Youtube si, como bien apunta nuestro jefe Alejandro Serrano, no nos importa hacer un poco de pornografía política, porque aunque la serie sea una comedia muy buena que nos debe hacer reflexionar sobre el poder mientras nos reímos como locos, lo cierto es que la situación del pueblo ucraniano está para pocas risas.

No olviden tampoco que hoy Volodímir Zelenskyy sigue vivo. Mañana, quién sabe.

By 1+1 – https://www.kinopoisk.ru/film/942397/, Fair use, https://en.wikipedia.org/w/index.php?curid=60575960
Natalia Calvo Torel
Escribo, transcribo y traduzco cuando no estoy aspirando pelos de mis gatos, aunque de verdad soy arqueóloga medievalista. Trabajo en la organización de la Semana Negra de Gijón y os cuento mis historias en Fantasymundo desde 2005. A veces logro que la pila de libros pendientes baje un poco, aunque necesitaré una casa nueva en breve. ¡Aúpa ahí!

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