Empezamos con la grapa número 32 de ECC, la última de Greg Pak (“Action Comics”) como guionista de la serie que creó y en la que junto a los lápices de Cliff Richards (“Buffy” “Escuadrón Suicida: Diablo”) y Jack Herbert (“Queen Sonja”). La historia se desarrolla en dos tiempos. Un flashback de los tiempos de Gordon como comisario en los que el detallista Herbert, nos enseña los viejos buenos tiempo del tandem Batman/Superman, en una batalla contra los “Supremacistas” donde Clark tuvo que hacer un gran sacrificio y dar toda su confianza en que su oscuro aliado salvaría a su amigo. Una genial composición de página que ayuda a trasmitir la narración de caída, un nombre a tener en cuenta. En la actualidad, Richards narra el desarrollo del plan de Savage para que un pobre pueblo de mineros sea arrasado para que él consiga que su “transporte” siga funcionando.
En Siberia, Gordon como “Robobatman” junto a Batgirl, Capucha Roja y Grayson, tendrá que confiar en un debilitado Superman para frenar a Savage. Pak firma unos intensos diálogos, donde la tensión, la falta de fe, o el enfrentamiento de los distintos puntos de vista de cada personaje son una gran lectura. Richards dibuja muy bien tecnología y el color pastel de todo el tomo le ayuda mucho a lucirse en las secuencias de batalla de “Robobatman” contra Savage, pega que los rostros y las personas no se le den tan bien.
Pasamos a las grapas 33, 34 y 35 de ECC, que formaban el arco de tres números firmado por Tom Taylor que cuenta con el dibujo principal de Robson Rocha (“Tierra 2: El Fin del Mundo”) y colaboraciones como las de Julio Ferreira (“Ciborg”). Taylor empieza con el clásico contraste en cómo son las cosas en Metropolis y Gotham y los diferentes métodos de actuación entre Superman y Batman. Superman en el espacio logra salvar la vida de una desafortunada astronauta, sólo para descubrir la escena de un crimen. El cuerpo de una enorme alienígena se ha estrellado contra la Luna y ha dejado grabado el símbolo de Batman/Superman (cosa curiosa porque se supone que más allá de logotipo para series de cómics y para la película se supone que no existe en el propio universo DC, o no hasta ahora).
Superman hace como todos, si tenemos un problema de ordenadores recurrimos a un amigo informático y en el caso de Superman si tiene un problema con un cadáver llama al mejor detective que conoce, Batman. Tras un corte de Batman enfrentándose a Clayface y recordando a Clark que Gotham es su ciudad y se hacen las cosas a su manera ya está listo para lanzarse a investigar el crimen espacial. Atentos a Rocha y su trazo que tanto para la secuencias del espacio pero sobre todo en Gotham y con su Clayface a mi me da la total confianza como para pedir que le asignen ya alguna cabecera en la ciudad.
Taylor sabe escribir personajes y como ha demostrado en Injustice, Alfred es un personaje que escribe muy bien, le bastan un par de páginas para encandilarnos con este “mayordomo en las sombras” listo para preparar un té que sorprenda al mismísimo Superman o poner a punto “el Bat-traje espacial”.
El plato fuerte viene cuando los mejores del mundo descubren que están siendo observados, y el que les observa no es otro que “el Hombre”, Lobo el mejor cazarecompensas de la galaxia que pese a seguir siendo barbilampiño, al menos vuelve a cuero negro, las cadenas y las tarifas imposibles, aunque por desgracia sigue pecando de idiota, mira que pensar que el encargo de liquidar a Batman será más fácil que acabar con Superman…
Mención aparte merece el breve choque de Lobo con Batman, vale que Batman es Batman y que todo el mundo odia al Lobo de New 52, pero sinceramente, era innecesario convertirlo en un recurso cómico facilongo sólo para lucimiento del murciélago, casi relegado a un terminator cabreado, al que parece no le funciona demasiado bien su factor de curación, y va a apreder por la malas que a Batman no le gusta que le señalen. Pero claro es que las páginas de un deformado Lobo quedan estéticamente más chulas en los lápices de Rocha y claro hay que aprovechar. Ferreira pasa muy desapercibido, páginas de planos alejados y mucha sombra como para augurar qué futuro le espera como dibujante a este gran entintandor.
El final es un conjunto demasiado acelerado de sin sentidos, es de sobra conocido que Taylor no es muy bueno cerrando historias y menos con prisas, pero es que todo parece metido con calzador, de hecho hay un momento fundamental de la trama, donde hace trampas y algo ocurre “fuera de cámara”, algo que tan importante como para explicar cómo se salva Batman y rescatan el viejo recuerdo de Kripton. Hal Jordan y los Green Lantern Corps hace una aparición anecdótica más para tener otra charla graciosa y tonta con Batman que por trama en sí. Y eso sí, buen conocedor de cómo tocar la fibra del lector, las dos páginas finales son de un brillante intimismo donde lo mejor que pueden hacer los mejores del mundo es brindar un último ocaso al recuerdo de un viejo mundo, mientras saben que el crimen se ha resuelto y el malo está atrapado por la verde luz de la justicia.
Eso sí para todos aquellos que odian al nuevo Lobo, podéis disfrutar de la ridiculización sistemática y humorística, quiero pero no puedo de Alan Grant con la que Taylor adorna la presencia del personaje en esta serie.
Sólo restan dos grapas más de esta serie, pero forman parte del crossover “Los últimos días de Superman”, desarrollada junto a la cabecera de “Superman”, así que en mi próxima reseña despediremos esta serie como parte de la reseña de la última aventura del tristemente infame Superman del Nuevo Universo DC.