Pero no nos alejemos del cómic: estamos en el año 1942. La Historia ha transcurrido de modo muy distinto al de nuestro marco temporal: las tropas del eje, tras conquistar toda Europa, proceden a continuar con su expansión a través del norte de África. Ello se debe a su inusitado desarrollo técnico, que les ha permitido imponerse con relativa facilidad sobre el resto de las tropas aliadas.
Sin embargo, hay un núcleo que puede resistir –de momento- el empuje bélico alemán: la ciudad autómata de Axedra, un paraíso de civilización en el que comparten sabiduría y cultura humanos y autómatas, con un consejo de sabios reclutados de todas las épocas y que velan por el buen desarrollo y funcionamiento de la humanidad.
Pero, lamentablemente, los alemanes llegan a amenazar Axedra, y se apresta para su defensa. Pero los medios bélicos alemanes, y la sorprendente acción de un espía que explica, en parte, el súbito desarrollo técnico del eje, llevarán al gobierno de la ciudad autómata a tomar una decisión drástica de dimensiones y consecuencias imprevisibles. ¿De qué se tratará? ¡Es vuestro momento para descubrirlo, queridos lectores! Algo curioso. ¿Detendrán el avance del eje? ¿Podrán remediar lo que parece un desastre? Si se remedia… ¿De qué manera?
El realismo de presentación en cuanto al equipamiento bélico alemán es sorprendente para una obra como esta, en la que no habría sido necesario : ya no sólo los conocidos aviones Junkers 87 “Stuka” o los consabidos y reconocidos Bf-109, sino que podremos ver ejemplares del reactor bimotor Me-262 “Schwalbe” y piezas menos conocidas como lo que podría ser la silueta del bombardero experimental alemán Messerschmitt Me-264 , que nunca llegó a producirse en serie. O las armas, como la reconocida MG-42 montada en el sidecar de la Zundapp KS 750 del Afrika Korps, o la pistola Luger P-08 . La uniformidad del soldado alemán, incluso de los oficiales, está también muy bien representado… Salvo por un detalle: las charreteras de Helmut y Onur. ¿Por qué les pone esa cruz teutónica? ¿Para qué? ¡No la llevaban y es una mala manera de manchar un trabajo impecable! El soldado no llevaba distintivo alguno, y el Feldwebel (sargento), usaba éste . Y no me dejaré el que creo que es un cameo del Generalfeldmarschall Erwin Rommel en la página 13.
No obstante, dentro del estilo de línea definida del dibujo de Baldó, y su dominio del blanco y negro, tenemos que destacar su perfecta representación de los ficticios artilugios mecánicos de Axedra. Y la atractiva combinación de los diseños orgánicos con los rígidos engranajes que le dan funcionamiento: atentos a esos pelícanos, elefantes, gorilas y avestruces mecánicos. Y señalemos esa deliciosa combinación entre mecánica y caricatura del diseño de Alfonso X, así como la aséptica -en cuanto a gestual- flema de Cripto. Un delicioso contraste de personajes que harán las delicias del lector.
¿Y qué decir de la historia que ha urdido Diego Agrimbau? Fácil de leer, fácil de seguir pero sin ser vacía o carente de significado, puesto que demuestra un perfecto conocimiento tanto de la narrativa como de la Literatura hispanoamericana. Muchos, seguramente, se preguntarán qué quiero decir con una afirmación tan pretenciosa… y os lo diré aún a riesgo de equivocarme: Borges. Hablo de Jorge Luis Borges, tan dado a la narración a través de un personaje que se la cuenta a otros y el situar narraciones de historias dentro de la historia., así como esa simbología que siempre está presente en sus novelas: el tiempo, los espejos, el ajedrez, el infinito, los laberintos… y le añadiremos un toque de Alejo Carpentier, puesto que esa estructura en la que el relato termina como empieza toda la trama es muy típico de obras suyas como “La guerra del tiempo”.
Además, los autores nos obsequian con una serie de interesantes extras: el estudio de los personajes, algunas explicaciones sobre cómo y de dónde tomaron la inspiración y una completa explicación sobre su método de trabajo.
Pero no son los únicos extras: nuestros amigos de Grafito Editorial incluyen una bonita lámina con un detallado dibujo de Fernando Baldó que podéis ver aquí . Incluso puedes disfrutar las primeras páginas de este estupendo cómic aquí .
Por lo demás, me alegra ver que la notable escuela del cómic argentino sigue produciendo obras tan fabulosas como ésta, y más cuando últimamente no ha surgido ningún bombazo desde el cono sur. Me atrevo decir que deberíamos empezar a sumar a los reconocidos nombres de Juan Giménez, Carlos Trillo, Domingo Mandrafina, Enrique Breccia u Horacio Altuna los nombres de Agrimbau y Baldó. Espero poder leer otras historietas suyas muy pronto. Pero, de momento, os podéis hacer con “Desierto de metal” aquí .
Una historia sobria, bien realizada y apasionante que merece la pena ser descubierta y disfrutada. ¡Dadle una oportunidad!