Todo comienza dividido en pequeños segmentos, en el que varios personajes se muestran bajo el foco del lector y, partiendo de ahí, la trama va saltando de uno a otro concatenando las situaciones dentro de la trama para mantener el interés.
Esa estructura nos da una falsa sensación de velocidad en la lectura, dado que no pasa realmente nada importante, pero se centra de manera eficaz en los personajes, y encaja alguna de las pistas que hemos ido apreciando en los dos números anteriores. No recomiendo su lectura a lectores que no hayan leído los dos volúmenes previos. Y no nos olvidemos de esa alusión a Ofelia en las dos primeras páginas.
Como hemos indicado al principio, buena parte del peso del inicio cae en Cooper Cypress, el hijo de Dana Cypress, la hija del jefe de policía de Rotschild. Cooper nos muestra su visión de los eventos desde la inocencia característica de un niño, sobre todo de su tía Marta.
Uno de los puntos fuertes del volumen es el resumen de situación visto a través de los dibujos del joven Cooper, una manera eficaz de mostrar el punto de vista de un chavalín.
Es, en este momento, un ejercicio de consistencia en los personajes: veremos cuáles son sus motivaciones y objetivos personajes, así como los dramas, tensiones y rencillas típicos de cualquier pequeña ciudad. Es un momento de transición necesario para que tomemos un poco de aliento con respecto a lo que está por venir, un enfoque de asuntos personales que parecen no encajar en ningún otro momento.
Hagamos ahora una apreciación personal al respecto: sin poder quejarme de la consistencia de los personajes –Tim Seeley los trata como lo haría normalmente-, este momento parece una distracción de la trama, una manera de ganar tiempo, porque, imaginaos: los muertos vuelven a la vida, la comarca está cerrada y en cuarentena, comienzan a ocurrir ciertos luctuosos acontecimientos, pero… ¡Oh, mierda! ¡Es San Valentín! Vamos a dejarlo todo, porque incluso los personajes que por mera lógica no tienen motivaciones en esta fecha participan de ella en alguna manera. Sólo al final de este momento nos sumergimos de nuevo en la trama real.
A continuación, como ya hemos indicado, vuelve a la trama de mano de Eme, que busca la redención a través de la promesa de proteger a una niña renacida de la criatura que la persigue sin preocuparse de si una chica que no puede morir puede o no con algo que puede que ni siquiera esté vivo. Regresan los elementos sobrenaturales con más fuerza que nunca, las apreciaciones personales sobre la vida y la muerte e, incluso, un punto de drama.
Las escenas de acción se desarrollan en un ambiente tenso y misterioso, exactamente como deben hacerlo, pero correctamente yuxtapuestas con otras escenas menos climáticas pero no por ello innecesarias, como las conversaciones entre Abe y Tao, diálogos que muestran desarrollo y comprensión en vez de una, digamos, estimulación directa del lector. ¡Y es una de las escenas más importantes!
Un aviso: la página final de este segmento es toda una declaración de intenciones con respecto a lo que se busca en esta trama de muertos renacidos. A mucha gente no le gustará, le resultará desagradable y políticamente muy incorrecta, pero consigue el efecto buscado: impresionar y darle una vuelta de tuerca más a la historia.
En este punto, Dana se convierte en el centro de atención, y tenemos de nuevo su más dura faceta policial, en la que vuelve a actuar como una oficial capaz y debidamente cualificada. El tomo recupera la dirección original.
Proseguirá la trama con un mayor peso específico de las hermanas Cypress inmersas en una trama más policial que sobrenatural, en un desarrollo que nos tendrá pensando permanentemente en si nos hemos olvidado de algún punto o hilo dentro de la trama que no hayamos mencionado o que hayamos dejado atrás inconscientemente.
Nos detendremos en este punto para no arriesgarnos a desvelar algún detalle de la trama que no debiéramos y para hablar un poco del tono artístico de este tomo de 144 páginas en rústica: visualmente, Mike Norton sigue mostrándonos su mejor desempeño: un trazo fino y bien delimitado que da una gran importancia al lenguaje gestual fácil de leer, al tiempo que nos ofrece un nivel de detalle muy alto. En una trama como ésta, el descuidar ese nivel de detalle puede llevar el título al traste. Además, el empleo del color resulta creíble y apropiado: no sólo el correcto empleo de los tonos blancos y azules típicos del invierno estadounidense, sino también por esas salpicaduras de color vivo que dan contraste y nos plantean puntos de atención, a la vez que ayudan a traer variedad a lo largo de la historia sin romper el ritmo.
Además, como es habitual en las ediciones de Aleta, tendremos acceso a las seis portadas correspondientes a los números recopilados, más dos pin-up dibujadas por Tim Seeley y J.K. Woodward.
Me atrevo a decir que no es el número más innovador ni el mejor que esta serie nos puede ofrecer, pero este nuevo centrado en el elenco de personajes principales y el mantenimiento del desarrollo de la trama no es un mal toque para mantener el grado de expectación que cabría esperar de lo que ocurre en esta pequeña ciudad.
Con “Revival 3: un lugar lejano” de Aleta ediciones conseguimos quedarnos con esas ganas de querer saber más y seguir leyendo. Mantengo las expectativas altas.