La entradilla es un buen resumen general de lo que ocurrió. Tenemos una historieta de Yves Chaland de 1982 que sería publicada en Spirou a dos tiras por semana y que luego se materializaría en un álbum que se titularía “Corazones de acero”. Duró del 22 de abril de 1982 (Spirou nº 2297) hasta el 16 de septiembre de 1982 (nº 2318). Un cartero ebrio deja un paquete a Spirou y abandona la casa dando una pista aclaratoria sobre algo que pasará después: “no tiene el mismo número de pisos cuando bajas que cuando subes”.
Cuando el valiente botones abre el paquete, un robot dotado de fuerza sobrehumana sale de él y destroza el apartamento intentando atacar a Spirou. Éste huye por la ventana pero, en su precipitación por escapar, se mete por error en un callejón sin salida. Afortunadamente para él, al robot se le acaba la batería.
Al regresar a lo que queda de su casa con el robot desactivado, se le une su amigo Fantasio, y consiguen tanto encontrar el manual de instrucciones del robot como descubrir que el destinatario no era Spirou, sino el vecino de arriba, Georges Leopold. Este señor resulta ser un, digamos, arquetipo de colonialista. Un cazador adinerado que viaja a África para cazar y que les desvela la utilidad del robot: es un mayordomo mecánico de la empresa International Corporation.
Les cuenta que decidió comprarlo como sustitutivo a su criado negro, Bocongo, que ha desaparecido en extrañas circunstancias, y decide contratar a Spirou y Fantasio para que lo busquen. Viajan, pues, a Urugondolo –¡Vaya con los inesperados contactos de Fantasio!-. El caso es que el despecho de un operario negro fastidia el embarque, y… Hasta aquí puedo leer.
Se adivina una intriga con traficantes de diamantes, gente sin escrúpulos, policía e investigación de por medio, pero poco después se corta abruptamente la aventura. ¿Qué y quienes son los miembros de la tribu de los anioto? ¿Qué secretos alberga Babela, la capital de Urugondolo? ¿Qué son los robots? ¿Quién se esconde bajo la momia (aunque es bastante evidente)? Todos estos interrogantes quedan sin respuesta.
Como de costumbre en este tipo de publicaciones centradas en el Spirou más curioso y clásico (recordemos “La máscara” ), lo más apetecible de este tomo de 112 páginas en formato apaisado y encuadernado en cartoné, es la cantidad de extras adjuntos: circunstancias en las que fue publicada la aventura, antecedentes de Chaland como historietista e ilustrador, bocetos, dibujos, portadas… Incluso fotografías de algunos de sus trabajos menos conocidos, como su faceta de encuadernados a modo de hobbie para sus amigos: encuadernaba recopilatorios de la revista Spirou dibujando cubiertas al estilo de Franquin. Encuadernación cosida a mano y encolada con un lomo de tela de color en el que imprimía el logotipo de Spirou. Un formato muy similar al tomo que tenemos entre manos.
Hablemos ahora del contexto histórico y las circunstancias de la cortada publicación de esta aventura: si seguís mis reseñas, os resultará familiar, pues es el mismo que encontrábamos en los extras del primer tomo de la edición integral de Spirou: Spirou y Fantasio integral: 1981-1983.
Refresquemos la memoria: en 1982, tras el polémico periodo de Fournier, Yves Chaland fue uno de los herederos potenciales de la serie “Spirou y Fantasio”. Paralelamente, se barajaban otros dos equipos: el de Nic y Cauvin (que consiguieron tres álbumes), y el de Tomé y Janry (que fueron los que al final se llevaron el gato al agua). Pero primero Chaland recibió la autorización para comenzar una historia como las que hicieron Jijé o Franquin en su infancia. Su intención era tomar la icónica serie donde Jijé la había abandonado manteniendo tanto el estilo gráfico como la ingenuidad de aquellos tomos.
José-Louis Bocquet actúa como historiador y memoria viva de este periodo. Comienza con una biografía humana y artística de Yves Chaland de 23 páginas: sus primeras historietas, sus primeras viñetas, caricaturas, su paso por L’Unite de Valeur (un fanzine) y Metal Hurlant (en la que publicó entre otras cosas una especie de biografía cómica de Jijé), para cuya editorial –Humanoïdes Associés- dibujó sus primeros álbumes integrales –no deja de ser llamativo el cierto parecido que hay entre el robot de la portada de “Captivant” y los de la historieta de Spirou-, su sarcástico sentido del humor, su paso a Dupuis de mano de Alain de Kuyssche (y su primera tira en Spirou: “Jack el sanguinario”), y eso sin descuidar sus participaciones en diversos fanzines (“Le Lynx”, “P.L.G.P.P.U.R.”) y la creación de personajes como Freddy Lombard…
Tras esta biografía tendremos las 46 tiras de “Corazones de acero”, historia que los lectores españoles podrán descubrir por primera vez y, posiblemente, se sientan tan frustrados como yo ante el súbito corte de la aventura. Efectivamente, Chaland consigue regresar al aspecto gráfico original de Jijé, y también logra devolverle a Spirou ese punto ingenuo. ¿Por qué fue cancelado? Nunca lo sabremos: quizá porque no consiguió un apropiado número de lectores, o tal vez ese “regreso al pasado” no resultaba lo bastante convincente para la editorial, o simplemente las dos nuevas parejas artísticas llegaron con mucha fuerza e ideas más convincentes… Pero, aunque hubiera sido a través de la revista, se debería haber terminado la aventura. Considero una lástima que se haya dejado así, aunque… Se terminó de una cierta manera que veremos más tarde.
Pero continuemos: tras las tiras de esta frustrada aventura de Spirou encontramos 29 páginas con la segunda parte de la frustrada historia entre Spirou y Chaland y su trayectoria profesional centrada, sobre todo, en los diseños y estudios que hizo con objeto de terminar “Corazones de acero”, los desencuentros y desacuerdos con Dupuis a la hora de intentar sacar la aventura completa, la reutilización de esos diseños para otras historietas y la publicación final muy castrada de la aventura mediante un texto redactado por Yann con quien Chaland había trabajado ya en Metal Hurlant- ilustrada por media docena de dibujos realizados bajo los requisitos impuestos por Dupuis y sacado a través de la editorial Champaka. En este texto queda claro que no acabó contento con Dupuis, no.
Podremos disfrutar en estas páginas de los bocetos, diseños y nuevas páginas que hizo para la publicación de esta aventura. Así como de las portadas, viñetas y estudios que realizó durante esa etapa. Destaca la minuciosidad de tales diseños: la distribución del apartamento de Spirou, el interior del prototipo de avión de propulsión atómica que diseñó para “Corazones de acero” o algunos dibujos pertenecientes a una posible nueva versión mejorada de la historieta.
No quiero profundizar más sobre lo que podremos encontrar en él, puesto que podría desvirtuar una buena parte de su contenido. Hay giros sorprendentes en el desarrollo de la Historia de la relación de Yves Chaland con Dupuis y de su propia vida y producción que merecen ser descubiertos desde cero. Independientemente del destino de “Corazones de acero”, la vida y trayecto de Chaland es de lo más interesante.
Así que lo único que me queda por añadir es que, si eres un buen aficionado a la BD, y a la historia del medio, tenemos entre manos un documento histórico de primer orden para el aficionado. ¡Os invito a descubrirlo! No desentonará en las estanterías de todo el aficionado interesado en la Historia del cómic. Puedes tenerlo como curiosidad, o como obra de consulta, o como documento histórico. Es una apuesta valiente para todos los que queremos saber más.
Echadle un vistazo. Es una obra muy curiosa.