Cartel promocional de "Bitelchús, Bitelchús"
Póster oficial de «Bitelchús, Bitelchús», película dirigida por Tim Burton. | Fuente: Warner Bros Pictures.

Hola otra vez… que decíamos ayer. Vengo aquí para hablar de la última novedad de Tim Burton, ¡Bitelchús, Bitelchús!

Por circunstancias de la vida, me encuentro varada en ciudad ajena y, como hay que aprovechar el tiempo, me estoy dando una soberana panzada de ver cine. No estoy siendo demasiado selectiva, la verdad: puedo saltar de un blockbuster de categoría a una película francesa de esas íntimas que dejarían K.O. a cualquier admirador acérrimo de Marvel.

Como la existencia da para todo y el momento está que ni pintado, he decidido volver a la página de mis amores que dejé por falta de vida para tanto tiempo… ¿O era al revés? En fin, dejemos la filosofía y vamos a empezar por la última película que he visto: Bitelchús, Bitelchús (Beetlejuice, Beetlejuice, 2024).

EMPEZAMOS

¿Cómo empezar? Por el principio. En 1988, el entonces joven y casi desconocido Tim Burton creó su primer bombazo comercial y creativo, Bitelchús, un cuento gótico de los que siempre le han gustado, donde la comedía, el terror y la repulsión –asqueroso y divertido Michael Keaton– se daban la mano sin problemas.

Luego vinieron varios éxitos como Batman (1989) o Eduardo Manostijeras (1990) hasta llegar a 1999 con Sleepy Hollow. Desde ahí todo ha sido ir cuesta abajo y sin frenos. Aún estoy intentando recuperarme de la porquería que fue El planeta de los simios (2001). Brrrrrrrrrrr. Aunque esa primera década aún tuvo ciertas películas decentes como La novia cadáver (2005) pero es que a partir de ahí… En fin, mejor dejarlo.

Como parece que las nuevas historias no le reportan nada bueno, no es de extrañar viendo los resultados, Burton ha decidido regresar a los orígenes a ver cómo le va. Y, puestos a adelantar cosas, decir que le ha ido bien.

REGRESEMOS A LOS ORÍGENES

La historia original empezaba con un matrimonio que acababa de morir. No pueden salir de su casa y se encuentran atrapados por el mundo burócrata de los muertos.

Desesperados porque no pueden echar de su casa a la nueva familia habitante, una pareja excéntrica con una hija gótica –que puede ver fantasmas y odia a su madrastra–, recurren al repulsivo  y extravagante fantasma Bitelchús, al que deben invocar nombrándole tres veces.

Tras una serie de aventuras que acaban con la hija a punto de casarse con Bitelchús, la fantasma residente hace que un gusano de arena se lo coma para alivio de todos. Los fantasmas se quedan y todos son felices al final. Chachi.

Bueno. Pues con todo esto, la trama de Bitelchús, Bitelchús arranca en la actualidad, con la hija gótica ya mujer y viuda con una hija adolescente. Tiene un programa de –agarrarse, que vienen curvas– fantasmas, una psique hecha migas por los recuerdos, las pastillas y un novio gili… (hasta aquí puedo leer).

A la vez, no le queda más remedio que lidiar con la repentina muerte de su padre, devorado por los tiburones –un detalle macabro pero divertido del director–. Así las cosas, con una hija que le odia y una madrastra con la que se ha reconciliado, regresan todos a la vieja casa fantasmal para realizar el funeral por su padre y allí…

RETORNEMOS AL PRESENTE

La película reúne a parte del elenco de la primera parte: Catherine O´Hara, la madrastra; Winona Ryder, la hija gótica; y, como no, el inconmensurable Michael Keaton –Jeffrey Jones, el padre, no que, desde que se descubrió en 2003 que era pedófilo, es uno de los malditos de Hollywood–.

Jenna Ortega, Michael Keaton y Winona Ryder en «Bitelchús, Bitelchús». | Fuente: Warnes Bros Pictures.

Alec Baldwin y Geena Davis, la pareja fantasma, han desaparecido, justificándolo en el relato por una trampa legal. A cambio llegan en dos papeles secundarios Danny de Vito, que da mucho ascazo el pobre, y Mónica Bellucci –que no sabía yo que es la actual pareja de Tim Burton– haciendo mofa y befa de sus típicos papeles de bruja y mujer come-hombres por antonomasia.

Jenna Ortega como Miércoles…, huy, no, como hija de Winona está bien, sin más. Ah, y no olvidar a Justin Theroux que, desde luego, es una de las grandes bazas cómicas de la obra.

Winona Ryder sostiene toda la película y lo hace con acierto: esa excelente entrada que recuerda claramente a las series norteamericanas de terror familiar de los 50 y 60 que tanto ha citado Burton en sus películas.

Ryder la saca adelante con el apoyo de la solvente Catherine O´Hara, que tiene mucha más presencia que en la primera parte. Y Keaton, como siempre, aunque aparece poco más que en la mitad del metraje, se los come a todos cada vez que asoma. Sobre todo, en el fragmento en el que se homenajea cómicamente el cine Giallo, está sublime.

El film es una sucesión de homenajes y retornos nostálgicos, sobre todo a su predecesora. La música –del siempre presente en la obra de Burton, Danny Elfman–, comienza con un gran recuerdo al tema principal. Su banda sonora es solvente como siempre, con momentos destacables, sobre todo a la hora de presentar nuevos personajes como el de Mónica Bellucci.

Aunque la palma se la llevan las canciones de la segunda mitad del siglo pasado. No despeguéis la vista cuando llegue el tema de MacArthur Park. Je, ese coro infantil cantando el Day-O Banana Boat de Harry Belafonte en el funeral del padre es buenísimo. Si se ha visto la película original la referencia se entiende enseguida. Si no la habéis visto mejor reparáis el error cuanto antes.

RESUMIENDO Y ACABANDO

Resumiendo, entendedme bien, la película no es una obra maestra, ni mucho menos. Es autocomplaciente con la película original, que tampoco era una obra maestra. Original lo era, sí; gótica como solo Tim Burton es, sin duda; cómica y traviesa, desde luego, y con unos efectos especiales muy buenos para la época –sobre todo la stop-motion que también se recupera en el film de 2024–.

Pero la historia de 1988 estaba bastante, ehhhh, deshilachada, con momentos memorables y otros de transición que no iban a ningún lado. En 2024 el guión está bastante mejor elaborado pero, si viste la original, mucho de lo visto suena a ya conocido. Con todo, es muy entretenida –la hora y cuarenta y cinco minutos se me pasó volando–, pero no tiene nada que ver con las mejores películas de Burton, un Burton que parece que ya nunca volverá.

Acabando, no pidamos peras al olmo y disfrutemos de lo que tenemos que ya es bastante. Hasta la próxima…, que esperemos no sea un Planeta de los simios 2.

Brrrrrrrr, mamá, miedito.

Eidian
Recuerdo que escribí mi primera poesía recién operada de apendicitis con nueve deditos contados. Desde entonces odio los hospitales y adoro la escritura. Hasta hoy han pasado dos carreras (historia del arte y náutica, ahí es nada) y resulta que he acabado como marino/na (para gustos los colores). He regresado hace poco a esta página donde comencé a escribir críticas literarias porque hay cosas que nunca se olvidan. Experiencias malas, buenas y superiores. La vida misma.

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