Con su mundo fragmentado por el miedo, el desconocimiento y la pérdida, Alex se enfrenta a un futuro que bien podría estar escrita en una profecía y seguiría siendo imposible de comprender. ¿Cómo hacerlo, cuando tienes más posibilidades de convertirte en una herramienta sin voz que en un ser con identidad propia? Deidad supone el tercer título de la saga Covenant, precedido por Puro y Mestiza, de Jennifer L. Armentrout. La novela ha sido publicada por Puck con la traducción de Marta Carrascosa y la portada de Luis Tinoco.
El despertar. Una palabra que, en lugar de estar cargada de luz y esperanza, promete oscuridad y vacío. Es el miedo crepitante con el que Alex tiene que vivir desde que se enteró que es la segunda Apollyon de su generación. ¡Un hecho imposible!
Está destinada a convertirse en la compañera del primer Apollyon: Seth. Los pensamientos de él serán los suyos. Los intereses de él, también. ¿Tendrá Alex que despedirse de todo lo que la hace ser ella misma? ¿Se convertirá en una muñeca con el cerebro lavado?
Le ha costado tres libros, pero finalmente la historia ha agarrado la fuerza que necesitaba para dejar de bambolerarse de manera errática y navegar con seguridad. Armentrout aprovecha lo que ya ha establecido mediante los sucesos de Nueva York para profundizar en las emociones y conflictos internos de Alex. Como si el hecho de ser una Apollyon inesperada no fuera suficiente peso, corre el riesgo de perder toda su identidad una vez despierte.
Como nadie sabe exactamente lo que esperar del despertar de Alex, las palabras de esperanza y consuelo de los demás suenan tan vacías como ella las siente y, en realidad, nadie de los dos lados la comprende. Muchos ni lo intentan.
Hay paternalismo a los topes a la vez que empatía desconcertada, lo que crea en Alex un sentimiento de nulidad y soledad que corre el riesgo de reducirla a la nada. Sumado a que se ha alejado de los que eran sus amigos, y por tanto su red de apoyo, tras la muerte de Caleb.
Alex tiene que enfrentarse tanto a sus miedos como a sus esperanzas, lo que la obliga a entrar en un conflicto interno de «o evolucionas o te pudres aquí». Aunque, ¿será eso suficiente?
Aiden finalmente encuentra su propia personalidad y se humaniza, haciendo que sus sentimientos por Alex cobren peso y credibilidad. Algo que flojeaba en los dos libros anteriores. También muestra partes de su historia que hasta el momento había mantenido bien escondidas y que le hacía tan inaccesible como personaje. Esos descubrimientos, a su vez, otorgan peso y valor a las nuevas decisiones de Aiden.
Seth ya le llevaba la delantera a Aiden en ese aspecto, así que le ha llegado el turno de ahondar en las partes más distorsionadas de sus anhelos y personalidad. Armentrout lo presentó en su momento como un don juan. Un hombre de belleza atemporal y sonrisa radiante al que le importa bastante poco la autoridad. Pero, ¿realmente no le importa o cree que está en un escalafón de poder superior? Es fácil aparentar indiferencia cuando tienes determinados privilegios que te hacen intocable y sabes ocultar cualquier pensamiento tras una sonrisa.
Alex decidió en Nueva York darle una oportunidad por lo que sus encuentros se vuelven más frecuentes y constantes. Seth es siempre el que lleva a voz cantante en estas interacciones. Lo hace mediante su personalidad carismática y sus conocimientos como Apollyon, y lo utiliza de forma constante para imponer su voz y pensamiento sobre las dudas de Alex.
Llegado el punto, incluso hace el amago de silenciarla y alejarla de su entorno, puesto que el futuro que a ella le espera como su compañera no tiene nada que ver con el del resto de sus conocidos.
Deidad consigue darle un aliento renovado a una saga que no terminaba de encontrar su sitio. Gracias a su desarrollo álgido y su final trepidante, las próximas entregas prometen grandes sorpresas.