A pesar de que la grandísima mayoría de los videojuegos se crean con un uso comercial, hay quienes lo han usado con fines artísticos. El videojuego como medio nos permite no solo vivir una experiencia, sino también sentirla por nosotros mismos, algo que ningún otro medio puede conseguir de esta forma. Nos puede dar la narrativa de un buen libro o una gran película, o puede permitir que nosotros, los jugadores, creemos esa narrativa con cada acción que realicemos.
Podríamos dedicar muchos párrafos a hablar sobre artistas que han creado obras de arte basadas en videojuegos, pero en esta ocasión quiero recordaros el estudio indie Thatgamecompany, que fundado en un momento en el que lo indie no era tan popular, buscaron fusionar el arte y los videojuegos.
Con mucho esfuerzo, y con la ayuda de Sony, este estudio consiguió crear joyas como Fl0w, Flower, y por supuesto el gran Journey, que se convirtieron en obras de culto. Videojuegos que saliéndose de la tangente nos mostraban algo diferente a la mayoría de los juegos del mercado, gracias al gran componente artístico con el que cuentan, no solo de diseño, sino en lo jugable.
Tras Journey, el director artístico del juego, Matt Nava, decidió crear su propio estudio, denominado Giant Squid, y hacer sus propios juegos al margen de Thatgamecompany. Aquí es donde llegamos a Abzû, la primera criatura del estudio. Y como pronto comprobareis, aunque las semejanzas a Journey no son pocas, al mismo tiempo nos trae una experiencia subacuática con un punto de vista diferente.
En Abzû viviremos un viaje submarino bajo la piel de un extraño y misterioso submarinista. Sin un objetivo ni una meta, nos moveremos grácilmente por el entorno. Todo el juego es como un acuario virtual, en el que siempre estaremos rodeados de cientos de peces de diferentes especies y tamaños. La jugabilidad es muy similar a la de los títulos que ya hemos comentado; simple, minimalista, casi un paseo virtual, pero no sin aportar una pizca de trama que más que mostrarse, hay que descubrirla por uno mismo. Aunque no tiene el mismo peso que lo visto en Journey, donde todo el escenario te está contando algo, en Abzû también hay un trasfondo y una pequeña historia, que aunque no sea su muy relevante, sí que nos anima a seguir avanzando y descubriendo más de sus misterios.
Un botón para impulsarnos, otro para hacer volteretas, un botón más para interaccionar con algunos mecanismos y un último que nos permite agarrarnos a algunos seres marinos como mantas o delfines. Estos son los únicos controles que usaremos, ni más ni menos. No resolveremos puzles, ni lucharemos con enemigos, siendo la exploración y la simple contemplación de este mundo acuático las principales bazas del juego. La máxima complicación que encontraremos en Abzû será buscar unos pequeños robots que nos servirán para abrir puertas, o atravesar zonas con trampas eléctricas que si nos acercamos demasiado nos propinarán una descarga. No llega a ser en ningún momento difícil, y además no hay posibilidad de morir, dejando claro que es un juego tranquilo, con algún pequeño reto, pero en definitiva un paseo en el que disfrutar de las vistas es lo importante.
Nadamos en dirección a una zona cerrada del escenario, y entonces, una corriente marina nos arrastra conduciéndonos a toda velocidad entre corales, tortugas y peces, a la vez que los violines empiezan a tocar cada vez más intensamente, dejándonos una estampa memorable. Un momento… ¡Esto ya lo he vivido! Estabais avisados. Y es que Abzû se ha «inspirado» en más de una ocasión en elementos de Journey, por lo que si conocéis el título los reconoceréis al instante. Pero tranquilos, que Abzû también tiene espacio para muchos momentos memorables únicos.
Podremos buscar objetos coleccionables y puntos de meditación, unas estatuas que al interactuar con ellas nos permiten centrar la atención en las diferentes especies que nos rodean, como si de un documental se tratara, pudiendo cambiar la cámara de un pez a otro.
Si recorriéramos todo el juego sin pararnos a contemplar los bellos escenarios, «pasear» junto a ballenas, o buscar los coleccionables ocultos, podríamos terminar la aventura en unas escasas tres horas. Pero esto sería un auténtico sacrilegio, ya que el principal motivo de Abzû eso mismo, perderse entre sus aguas, explorar todos sus recovecos y dejarse llevar tomándolo con calma, que no hay prisa.
Los escenarios están estructurados por fases, cada uno con una estética y ecosistemas diferentes, acorde a diferentes zonas submarinas. Desde arrecifes con peces cirujano de colores vivos, a las profundidades submarinas y sus siniestros especimenes, pasando por enormes seres como ballenas jorobadas o calamares gigantes. Cada uno de los escenarios está creado con estilo diferente, con gran detalle y un gran trabajo artístico, que poco o nada tiene que envidiar a Journey.
Hay que mencionar especialmente el impacto que genera ver tal gran cantidad de peces en movimiento a la vez, a veces arremolinándose generando formas, o al contrario, encontrarnos a solas en medio de un vacío azul inmenso. Por otro lado, el rendimiento del juego acompaña a la experiencia, ya que en la versión de PC que hemos probado no hemos tenido ningún inconveniente. Todo el apartado técnico como las animaciones o texturas, cumplen más que correctamente, aunque como ya hemos comentado el punto fuerte es sin duda el artístico.
En el sonido tenemos encargado a Austin Wintory, el padre de la banda sonora de Journey, por lo que preparaos para disfrutar de otra serie de fantástica música orquestal que nos acompañará en cada tramo de Abzû. La calidad de los temas es la esperada de este gran compositor, y como las palabras de poco sirven cuando se puede entender mejor escuchándolo, aquí mismo os dejo una muestra:
Por otra parte, el estilo de los efectos de sonido son claramente minimalistas, reproduciendo desde los sonidos de la fauna marina, a los sonidos electrónicos de los robots que nos ayudan a avanzar por los escenarios.
Queda más que claro que Abzû es otra aventura única, relajante y diferente, que sigue los pasos de su estudio hermano Thatgamecompany. Puede que no tenga esa magia que tiene Journey, pero la experiencia es igual de gratificante. Por supuesto, no es un título para todos los públicos, ya que siempre hay jugadores que no terminan de entender una aventura en la que no haya que matar ni competir por algo, de modo que si sois de esos, sabed que este no es vuestro juego. Para todos los demás que quieran probar una experiencia alternativa, no tenéis más que sumergiros en las aguas de Abzû y disfrutar.