Cada cierto tiempo se van poniendo de moda ciertos aspectos técnicos que algunos juegos utilizan con gran éxito en su momento y que se convierten en un cliché repetido hasta la saciedad entre el catálogo de los siguientes meses o años. Este fenómeno ocurre con mucha mayor profusión en el mundo del desarrollo independiente, donde a veces toda la estrategia de venta de un título se basa en cacarear de forma continua uno de estos términos para justificar su existencia en el panorama actual.
Lost Sea no llega a estos extremos, pero ha estado demasiado cerca para su propio bien. Desde hace un par de años venimos viendo cada vez más juegos con mapas, personajes o situaciones generadas proceduralmente, es decir, que se generan en base a algoritmos de forma relativamente automática a partir de unos elementos base. Esto nos da la posibilidad de jugar cada partida de forma relativamente diferente, dependiendo de cómo se utilice este sistema y de la rejugabilidad real del título en cuestión.
Por otro lado, se está poniendo de moda la muerte permanente en los videojuegos; esto es, nada de tener un sistema de vidas o puntos de guardado automáticos, sino que cuando un jugador o personaje muere, lo hace para siempre y no se puede recuperar. En estos casos nos encontramos con situaciones que penalizan de forma mucho más severa al jugador de lo que estamos acostumbrados, haciéndole, en muchos casos, volver al inicio del juego o de la fase en cuestión. Inicialmente pensado para juegos de rol, últimamente lo estamos viendo de forma continua desde Binding of Isaac hasta el modo Ultranightmare de Doom. A diferencia del caso de la creación procedural de elementos, donde su justificación se basa en la rejugabilidad, la muerte permanente se utiliza con ánimo de aumentar el nivel de dificultad, conseguir una empatía mayor con nuestro protagonista, avanzar de forma más lenta o cuidadosa en el juego y, en casos concretos, aumentar de forma artificial la duración de un título. Un remedio fácil que consigue que un juego de cinco horas dure 12, sin esfuerzo extra.
Eastasiasoft se basa en estos dos principios para traernos un juego de acción isométrica que nos pone en la piel de un explorador cuyo avión se ha estrellado en una pequeña isla en el infame Triángulo de las Bermudas. Para salir de allí tendrá que encontrar tablillas de navegación que le lleven de una isla a otra hasta conseguir escapar, cosa nada fácil.
La premisa es tan simple como repetitiva: explorar islas generadas en base a hexágonos al azar, liquidando enemigos con nuestro machete para subir experiencia y encontrar las tablillas, no muy ocultas, que nos permitan avanzar por una cadena de islas hasta llegar a la última, donde nos espera un jefe final de fase que, si bien es extremadamente sencillo de superar, nos pone los niveles de estrés por las nubes.
¿Por qué ocurre esto? Por la unión entre tres elementos a los que nos vamos a tener que enfrentar continuamente y que forman la base de juego de Lost Sea: la muerte permanente, que obliga a empezar de nuevo si nos matan, unos enemigos sorprendentemente fuertes y una facilidad para morir excepcional. Esto, unido a que en cada isla tenemos que hacer básicamente lo mismo una y otra vez, genera un juego que, si bien promete durante sus primeras horas, acaba volviéndose bastante frustrante.
Para más inri, no existe, en ningún caso, la posibilidad de guardar partida. Esto es, si nos matan, tenemos que volver al principio de nuevo. Sin embargo, Lost Sea permite teletransportarnos a cada área superada, una vez que matemos al jefe final anterior. Es decir, podemos empezar la partida de nuevo comenzando por la segunda cadena de islas, o la tercera. Menos mal. Sin embargo, no os confundáis: no lo hacemos con el personaje con el que hemos llegado hasta allí, que ya tendrá habilidades desbloqueadas, sino con otro desde cero, lo cual vuelve el objetivo muy complicado a partir del tercer archipiélago, donde los enemigos nos matan con dos o tres golpes y estamos obligados prácticamente a matarlos a todos para aumentar lo suficiente la experiencia para llegar al final con algo de fuerza.
A malas, podemos pasarnos el juego entero sin que nos maten nunca y sin apagar la consola, pero claro, requiere mucho tiempo libre y habilidad, que podría estar bien si habláramos del nivel de calidad de un Super Mario, pero no es el caso.
El principal problema, sin duda alguna, de Lost Sea, es lo poco aprovechado que está el tema procedural. Las islas se componen de hexágonos, unos siete en las primeras fases y entre 12 y 15 según llegas al final del juego. Cada vez que llegas a una isla, esta se genera automáticamente, sin que te encuentres dos iguales. Bien. Pero te das cuenta demasiado rápido que sí te puedes encontrar dos hexágonos iguales. De hecho, es bastante común, ya que no hay mucha variedad de ellos. Si estuviéramos frente a una situación que no requiriera pasar por tantas islas y repetirse tantas veces desde el principio, podría ser suficiente, pero una vez más, no es el caso. Claramente se debería haber introducido más variedad, tanto en mapas como en enemigos y situaciones.
Por lo demás, las habilidades de las que disponemos son limitadas pero funcionan adecuadamente: al final lo que haremos será correr, dar machetazos y buscar a acompañantes, náufragos que se encuentran perdidos por las islas, para que nos ayuden a aumentar más rápido la experiencia o el ataque, ya que es básicamente para lo que sirven (alguno de ellos puede resucitarte, siendo esta la única forma de continuar una vez muerto, pero como los náufragos suelen morirse antes que tu personaje, al final no compensan). El resto de situaciones es meramente testimonial. Es bastante entretenido de jugar y, como decía anteriormente, se disfruta durante sus primeras horas, cuando no resulta tan repetitivo.
Técnicamente adecuado: Si no fuera por su poca variedad, estaríamos ante un buen apartado gráfico y sonoro. Cel-shading y mucho color, animaciones decentes y apartado sonoro adecuado, con melodías pegadizas que acompañan muy bien nuestra aventura por Lost Sea. No llego a entender del todo la posibilidad de elegir entre ocho personajes diferentes, si luego no hay ninguna diferencia entre ellos, pero aún así es un buen toque.
En definitiva, Lost Sea es un juego que cumple su función de entretenernos durante los compases iniciales y la verdad es que promete, pero según van pasando horas y muertes, vas perdiendo las ganas de continuar jugando. Es demasiado frustrante para lo que ofrece, que no es tanto. Hubiera tenido mejor resultado sin tanta penalización y con un sistema de generación de mapas con más variedad de situaciones, pero al final se queda a medio gas.