Según el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha sido descubierta una supertierra rocosa en la zona habitable de una estrella fría en el «vecindario solar», a sólo unos 40 años-luz de nuestra estrella anfitriona.
Utilizando la técnica más habitual de detección de exoplanetas, la búsqueda de tránsitos -un planeta que orbita una estrella oculta una fracción de la luz de esta, variación que puede detectarse-, el proyecto MEarth, que utiliza una red de telescopios para medir la luz que nos llega de cientos de estrellas, detectó un posible tránsito en la estrella bautizada como LHS 1140.
Gracias a los datos de MEarth-South, en el Observatorio Interamericano Cerro Tololo, y del espectrógrafo HARPS, instalado en el telescopio de 3,6 metros del Observatorio de La Silla, en Chile, del European Southern Observatory (ESO), se pudo deducir la presencia de un planeta orbitando alrededor de esta estrella cada 25 días.
El planeta, bautizado como LHS 1140b, orbita una estrella de tipo M, de tamaño y luminosidad menor que la del Sol. Este sistema planetario se encuentra a unos 40 años luz de la Tierra. Un equipo internacional, del que forma parte el investigador del IAC Felipe Murgas, pudo establecer un tamaño y masa planetaria de 1,4 veces el radio terrestre y 6,6 veces la masa de la Tierra, respectivamente. Debido a su tamaño y gran masa, es muy probable que este planeta tenga una composición rocosa.
«Este es el exoplaneta más emocionante que he visto en la última década«, comenta Jason Dittmann, del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (CfA) y primer autor del artículo de Nature. «Difícilmente podríamos esperar un objetivo mejor para realizar una de las mayores búsquedas en la ciencia: evidencias de vida más allá de la Tierra.»
LHS 1140b orbita a su estrella en la zona de habitabilidad, es decir, la región de la estrella en que las condiciones de temperatura hacen posible la existencia de agua en sus tres estados: sólido, líquido y gaseoso, uno de los requisitos esenciales para la existencia de vida tal y como la conocemos.
“Por estar a una distancia de su estrella que permite temperaturas relativamente frías y poseer una masa capaz de impedir la evaporación de su atmósfera debido al viento solar de su estrella, LHS 1140b se ha convertido en uno de los candidatos más prometedores para detectar y estudiar su atmósfera utilizando la próxima generación de telescopios, como el Telescopio Espacial James Webb o el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT)”, concluye Murgas.