Pasado el ecuador de la odisea de Killy, Nihei recupera su vertiente más plástica con una narración que avanza entre las montañas de escombros que la guerra por el control de la Netsphere deja a su paso, mientras salpica sus maravillosas escenas de acción con las líneas de diálogo justas para que los personajes de Blame! -conocidos y por conocer- revelen los secretos que oculta la megaestructura.
El cuarto volumen de Blame! Master Edition de Panini Cómics comienza exactamente donde nos dejó el anterior: la IA central de Industrias Pesadas Tôa ha iniciado el Upload que Killy, Cibo, Mensab y su caballero andante, Sew, tratan de impedir. Por si evitar la desintegración de Industrias Pesadas Tôa no fuera suficiente, a la “fiesta” también se une la pareja de silíceos que recibieron a Killy y Cibo a su llegada al cilindro. Un tanto remozados a causa de las aventuras espacio-temporales que vivimos en el tomo anterior, Ivy y Maeve vuelven a la pelea más fuertes que nunca dispuestos a borrar del mapa a los guardianes de la octava caverna.
Durante la batalla, Sew recobra su verdadera naturaleza y Killy y Mensab tienen que vérselas con Maeve al tiempo que hacen lo imposible por evitar que la IA central consume su plan. El autor nipón ofrece un espectáculo ininterrumpido de golpes, explosiones, saltos y carreras, alternando escenas muy elaboradas con trazos casi abocetados, necesarios en este caso para mostrar la fragilidad que afecta a Industrias Pesadas Tôa, la cual –Upload mediante- corre peligro de desvanecerse.
Sabiendo que el futuro del cilindro es incierto, Mensab ordena a Cibo poner a salvo a los pescadores de las electrobases y entrega, tanto a ella como a Killy, un mensaje con la
En el camino se cruzan con lo que parecen ser un par de niñas que en cuanto los ven se escabullen por una tubería. Ante la posibilidad de que tengan genes de conexión a la red, la pareja de exploradores decide perseguirlas. Lo que Killy y Cibo encontrarán tras seguir los pasos de las niñas es una de las realidades más aterradoras que hemos visto en la megaestructura y confirma que Killy ha visto bastante más de lo que cuenta en su largo recorrido por La Ciudad.
Precisamente la inmensidad de La Ciudad adquiere un nuevo significado cuando descubren una especie de compuerta custodiada por un ciborg. El guardián dice ser un tripulante encargado del ascensor de la megaestructura no oficial: una construcción producto de la acción descontrolada de algunos constructores fuera del alcance de la Agencia Gubernamental y la Salvaguardia. En teoría.
A la pregunta de si el ascensor ha sido utilizado alguna vez por personas el tripulante responde que no, pero percibe una señal de rescate enviada hace 2.224.096 horas desde un cúmulo de complejos de reproducción situado a 6780 kilómetros. Las distancias y el tiempo importan poco en el mundo de Killy y Cibo.