Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitirán los días 22 o 23 de octubre, en algún caso (los Cines Verdi) vinculado a una programación cultural especial; consúltese sus webs o en FilmAffinity para saber en qué cines se emitirá.
Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio originalmente porque se creyó que nació en esta localidad de la provincia de Bérgamo –la partida de nacimiento encontrada hace unos años certifica que nació en Milán en 1571; falleció en 1610 en Porto Ercole, en la Toscana–, constituye uno de los grandes exponentes de la pintura italiana a caballo entre las últimas etapas del Renacimiento y los preludios del Barroco. Precursor del tenebrismo, con la utilización del claroscuro, en su obra hay diversas constantes: la desaparición del fondo, la utilización de prostitutas, mendigos y muchachos de la calle como modelos (lo cual a menudo provocaba escándalos), el naturalismo de las figuras, huyendo de una idealización de la belleza, y los temas religiosos como fundamental motivo de inspiración. Una inspiración que lidiaba con la necesidad de un mecenazgo que buscó a menudo en ámbitos eclesiásticos, entre los que halló protectores (el cardenal Francesco Maria del Monte) y no pocos detractores, que censuraban su estilo de vida y los modelos de sus obras. Su propia personalidad –irascible, rufianesca y disoluta– no ayudó a que hiciera amigos en las altas esferas: sus obras a menudo eran rechazadas por ser demasiado provocadoras o apartarse de los cánones que marcaba la Contrarreforma católica posterior al Concilio de Trento.
En menos de dos décadas Caravaggio pintó una serie de obras maestras, que influyeron en artistas de las décadas posteriores como Vermeer, Rembrandt y Poussin, o en pintores del siglo XIX como Delacroix, Courbet y Manet. Su vida privada, desaforada, le llevó a trifulcas y peleas en Milán, Roma (donde fue acusado de un asesinato), Nápoles (lugar de exilio bajo la protección eclesiástica), Malta (donde logró el honor de ser nombrado Caballero de la Orden de Malta… y de la que fue expulsado ignominiosamente) y Sicilia. En Nápoles estuvo a punto de ser asesinado y su rostro quedó desfigurado: en dos cuadros de 1609-1610, «Salomé con la cabeza de Juan Bautista» y «David con la cabeza de Goliat«, su rostro es el del decapitado.
Una vida intensa, pues, y que es recreada en el documental «Caravaggio, en cuerpo y alma», dirigido por Jesús Garcés Lambert, y que constituye un espectacular viaje a la obra y las vivencias del personaje. El documental combina un repaso por la biografía y algunas de las grandes pinturas de Caravaggio con una performance artística en la que es el propio pintor quien nos “habla” y nos cuenta muchas de sus inquietudes, impulsos y obsesiones con la luz, el tiempo, la fama y la pasión. A lo largo de 90 minutos, y con una espléndida fotografía a cargo de Massimiliano Gatti, arte y experiencia humana se mezclan para mostrarnos algunas de las obras maestras que pintó Caravaggio.
Un viaje que nos traslada de sus primeros años en Milán, como aprendiz del pintor bergamasco Simone Peterzano y en la influencia de «La Última Cena» de Leonardo da Vinci, a su larga estancia en Roma (casi quince años), donde trató de erigirse en una figura destacada para el mecenazgo local, básicamente la curia vaticana. La “mala vida” que ya empezaba a desarrollar –el juego, el desenfreno, las peleas– le sirve de inspiración de obras como «La buenaventura» (1594), «Jugadores de cartas» (1594) y «Baco» (1596), al mismo tiempo que su perfeccionamiento del claroscuro y de la gestualidad ofrece pinturas como «Muchacho mordido por una lagartija» (1596), «Cesto con frutas» (1596) y, especialmente, «La cabeza de la Medusa» (1597), pintada como reacción a aquellos que criticaban en su obra no hay movimiento. La pintura de temática religiosa será desde entonces una de sus constantes habituales, logrando tanto aplausos –»La vocación de San Mateo» (1599) y «La conversión de San Pablo» (1600-1601), obras maestras del claroscuro–, como rechazos –»Amor lo vence todo» (1602), «Madonna de Loreto» (1604), «La muerte de la Virgen» (1604)–, pues se consideraba herético el mensaje (y la forma) de sus pinturas; así, en «La muerte de la Virgen«, que apareciera el cuerpo hinchado de la madre de Cristo (utilizó el cuerpo de una prostituta ahogada como modelo), en vez de ascender a los cielos, se rechazó con furia. Del mismo modo, ya en su etapa napolitana, cuadros como «Siete acciones de misericordia» (1607) mostraban a un pintor preocupado por insertar imágenes de las clases más desfavorecidas.
El filme se nutre de los comentarios de algunos expertos en la obra de Caravaggio (Claudio Strinati, Mina Gregori y Rosella Vodret) y con algunas referencias a quienes conocieron en vida al personaje, como su biógrafo Giovanni Baglione, con quien también se las tuvo el pintor. En lo formal, el documental hace también un “uso” singular de la luz, en la senda del pintor, y logra que veamos las pinturas de Caravaggio con otros ojos, otra mirada. Quizá la recreación “moderna” del personaje, en lo que parece una vieja nave industrial, un actor atormentado y una voz en off algo intrusiva, quiebre el ritmo de la narración, apartándonos de lo que realmente nos interesa: conocer a fondo la obra de este genio de la pintura y las andanzas de una vida apasionada e imperfecta. Es justamente la combinación del temperamento del pintor con la genialidad de muchas de sus pinturas (el movimiento, el gesto, a veces el rictus exacerbado) y la contradicción entre la luz de su obra y las sombras de su vida personal lo que hacen tan interesante este documental. Y el resultado es un portentoso tour de force alrededor de la pulsión artística y el ansia por vivir, llevada a sus últimas consecuencias (nada halagüeñas, desde luego). Muy recomendable.