El manga de “Horimiya”, escrito por Hero e ilustrado por Daisuke Hagiwara, sigue avanzando. Norma Editorial publicaba el pasado noviembre el tomo 8, en el que el grupo de Hori y Miyamura afronta su primer festival deportivo.
Si no conoces el manga, puedes ir a la reseña de los dos primeros tomos, donde te cuento de qué va y qué puedes esperar de él. Y si no estás al día, cuidado porque este artículo contiene spoilers de anteriores tomos (sobre todo del 7º).
Un 7º volumen que terminaba con los preparativos para el festival deportivo, y con Miyamura y Sengoku dudando muy fuerte de sus capacidades físicas. Aunque los reparos del prota masculino tenían raíces más profundas, en la soledad y el rechazo que había recibido por parte de sus compañeros durante estos eventos en secundaria.
Pero el entusiasmo de Hori y el resto de sus nuevos amigos termina por derribar sus barreras y hacer que encare el festival con cierto optimismo.
Y aunque Hori y él terminan en equipos distintos (ya en el 8º volumen), entre carreras de obstáculos, gymkanas, batallas de caballos y competiciones de animadoras, Miyamura descubrirá que los eventos deportivos también pueden ser muy divertidos.
Tras el festival, que ocupa más o menos la mitad del tomo, “Horimiya” 8 regresa a su tónica habitual de sketches breves: aparece un nuevo rival masculino que Miyamura se quita de en medio con una técnica infalible, Hori tiene un sueño extraño y Tanihara, uno de los chicos que se metía con Miyamura en el instituto, intentará hacer las paces con él.
Así, la historia vuelve a encontrar un buen equilibrio entre el humor ligero, los momentos tiernos de la pareja y el punto de drama protagonizado por el pasado de Miyamura. Un recurso que comienza a hacerse repetitivo, puesto que ya conocemos los miedos e inseguridades del chico, mientras que en la personalidad de Hori no se profundiza casi nada, más allá de mostrarnos sus rarezas y alguna paranoia cuya raíz está en un sueño. Como si ella no tuviese nada interesante, y su única función fuese de apoyo moral y novia con la que demostrar el romanticismo del protagonista masculino. Y que conste que no me estoy quejando de Miyamura: él me encanta y está bien desarrollado, simplemente me falta un desarrollo paralelo en la protagonista femenina, que para eso es tal.
Dejando esto a un lado, “Horimiya” 8 sigue relatando el día a día de la pareja, mostrándonos sus peculiaridades y pequeños baches, con una naturalidad que conquista y hace la lectura muy agradable y amena. Su sentido del humor continúa como uno de los puntos clave del manga, y este tomo en cuestión consigue transmitir toda la energía del festival deportivo.
En cuanto al estilo, poco tengo que añadir a lo que ya he dicho: Daiksuke Hagiwara es una gran artista; su dibujo tiene una sencillez que lo hace muy limpio y elegante. Me encanta su diseño de personajes, súper expresivo y cuidado. Ellos son los absolutos protagonistas de las viñetas, ya que en la mayoría de ellas ni siquiera utiliza fondos. La narrativa es ágil y dinámica, facilitando la lectura.
Una lectura cuya continuación espero con ganas. Porque, a pesar de los pequeños elementos que no me convencen del todo, disfruto mucho de las divertidas aventuras de la pareja. Y es que quizá el propósito de “Horimiya” sea ese, reflejar la cotidianeidad, el fluir del tiempo, la vida misma, que nunca sabemos hacia dónde nos conducirá.