El pasado mes de marzo llegaba a nuestras librerías de mano de Roca Editorial la novela debut de Laurie Forest, “La bruja negra”. Con este libro la autora da el pistoletazo de salida a una nueva serie de fantasía juvenil, “Las crónicas de la bruja negra”, en la que se mezclan la magia y el romance clásicos del género con la exploración de temas como la diversidad cultural, el racismo, el machismo, la xenofobia o la educación.
En sus más de 600 páginas conoceremos a Elloren Gardner, la nieta de la poderosísima Bruja Negra, la maga gardneriana que salvó a su pueblo durante la Guerra del Reino. Y aunque ha heredado su apariencia, Elloren no cuenta con su poder, lo que no la favorece en una sociedad donde las habilidades mágicas se reconocen por encima de las otras.
Mientras se enfrenta a la presión que su famoso apellido pone sobre sus hombros, la chica llega a la prestigiosa y pluricultural Universidad de Verpax para convertirse en boticaria. Allí deberá convivir con las criaturas enemigas de su raza, pues en la institución tienen cabida elfos, cambiaformas, selkies e incluso los malvados demonios ícaros.
Una convivencia forzada que terminará por enfrentarla a verdades que lleva ignorando toda su vida.
Trama sencilla y pluricultural
Bajo esta sinopsis “La bruja negra” nos adentra en una trama en la que reconoceremos fácilmente los elementos más distintivos de las sagas de fantasía juvenil (la heroína sin poderes, el triángulo amoroso, la archienemiga, la rebelión, etc.). Elementos poco originales, sí, pero que permiten al lector orientarse y sentirse cómodo con rapidez para prestar atención a lo verdaderamente interesante: los personajes y sus distintas razas, amistades y enemistades. Porque esta es una novela de personajes.
Pronto nos sentiremos identificados con Elloren, una joven que se enfrenta a un mundo nuevo y aparentemente hostil, con todas las inseguridades que ello le acarrea. Una protagonista que teme y se bloquea ante el peligro, pero que aprende y se adapta. Su evolución es progresiva y natural (aunque también algo predecible). No obstante, lo importante en ella es el camino, y las interacciones que mantiene y que la empujan a avanzar.
Así, a través de Elloren se nos presenta a toda una miríada de criaturas: fae, elfos, selkies, celtas, dragones, amazonas, cambiaformas, ícaros… todos con unas características, unos poderes y una cultura diferentes, que iremos descubriendo de forma fluida y que nos llevarán de sorpresa en sorpresa, sin dejarnos soltar el libro. Laurie Forest se inspira para crearlos en criaturas y leyendas del folklore europeo, añadiéndole su toque original.
Desde Yvan, el misterioso y frío celta, pasando por Jarod y Diana, los salvajes hermanos lupinos, hasta las ícaras Ariel y Wynter. Claro que los personajes van más allá de sus peculiaridades raciales, y todos rebosan carisma a su particular manera y tienen su arco propio.
Un worldbuilding con mucho por descubrir
Otro de los grandes aciertos de “La bruja negra” es la creación de diferentes sociedades y culturas para cada raza, que encajan (o chocan) a la perfección para formar un mundo sólido, pluricultural y lleno de matices que le aportan viveza. Las diferentes visiones de su universo que tienen los personajes se entrelazan en la Universidad de Verpax, ofreciendo al lector varias perspectivas sobre la historia, las costumbres, o la reacción ante temas tan actuales como el racismo, la xenofobia o el machismo, fácilmente aplicables a la realidad.
La magia forma parte del mundo de Elloren, y ante nuestros ojos veremos desfilar diferentes poderes: los clásicos hechizos con varitas, transformaciones, magia elemental… sistemas mágicos con unas reglas base, pero que la autora no termina de descifrar del todo, conservando así su carácter maravilloso y sorprendente.
Prosa efectiva
La novela está narrada en primera persona desde la perspectiva de Elloren, lo que nos permite conectar con ella con facilidad. También ayuda la prosa directa y sencilla de la autora (acorde con el personaje al que representa), que deja al lector volar sobre sus páginas sin tener que detenerse en florituras innecesarias.
En definitiva, “La bruja negra” es un inicio de saga muy, muy interesante y adictivo (literal que me leí 300 páginas en un día porque era incapaz de parar). Que construye, sobre los conocidos cimientos de la fantasía juvenil, un mundo multicultural en el que nos deja conocer un poco de sus múltiples razas en una experiencia lectora apasionante y con valores positivos. Y digo un poco porque el final de este libro no es más que el principio de una serie ambiciosa (contará con seis novelas, según la web de Laurie Forest). Espero que Roca Editorial siga traduciendo “Las crónicas de la bruja negra”, porque yo ya estoy deseando continuar la que ha sido sin duda una de mis mejores lecturas del año.