La referencia resulta una herramienta esencial, de relevancia inestimable en cuanto al análisis y la crítica, además de las múltiples variantes existentes respecto a la disciplina del estudio y revisión de la obra artística. No sería de extrañar que los individuos más ajenos al medio no se hubieran percatado del susodicho valor, pues las virtudes que le corresponden son sutiles, logros discretos, aunque no por ello de menores envergaduras. Una referencia significa una conexión entre dos creaciones, con la posibilidad de que influya una conexión previamente establecida, directa o indirecta, pero sin que se trate de un imperativo. Es plausible que señale aspectos concretos, pero también podría fijarse en características generales. Tal vez se construya sobre la objetividad; no obstante, también podría apuntar hacia el caso contrario y erigirse sobre la subjetividad. Hasta es capaz de mezclar ficción con realidad, aludiendo a los sucesos acontecidos durante la vida del autor o la ideología y creencias que este mantenía. Las posibilidades son infinitas.
Cada instante en que a mi mente acude el género post-apocalíptico de zombis, como si se tratase de un cometa luciéndose ante las pupilas de dos enamorados que ilusos ruegan por sus deseos, hay algunas referencias que se tornan inevitables. Si nos referimos al cine, es George A. Romero el responsable de configurar los cimientos de dicha corriente. En cuanto a los videojuegos, Valve (en la época en la que aún ejercía como desarrollador) y su par de entregas de Left 4 Dead revolucionaron el concebimiento del no-muerto en el sector del juego electrónico interactivo. Aunque no fueron los únicos en hacerlo, son fundamentales para entender la concepción de creaciones posteriores, siendo World War Z una de ellas.
Se trata de una adaptación, concretamente de la película bautizada con el mismo nombre, dirigida por Marc Forster y protagonizada por Brad Pitt. Se inspira en el mismo universo, un planeta sometido a la hecatombe por la dispersión de una terrible infección. Asimismo, son tres los elementos del filme sobre los que sitúa su atención y dedica esfuerzos para captar la esencia que albergan: las hordas de muertos vivientes, o cómo son denominados en el largometraje, zetas, que son capaces de aglutinarse generando auténticos torreones de los que se sirven para alcanzar alturas elevadas; la sensibilidad de los infectados a los sonidos, sintiéndose atraídos hasta por el más minúsculo ruido y el recorrido que la historia efectúa a lo largo y ancho del globo terráqueo. Sin duda, el rasgo más llamativo concerniente al trío señalado es la capacidad grupal del zeta, generando auténtico sentimiento de desasosiego al presenciar una retahíla de cadáveres aglutinándose violentamente con el irrefrenable deseo de acceder a la posición que creíamos segura. World War Z es genuinamente talentoso en ocasionar atmósferas de tensión, de las que se experimentan con sudores fríos y pulsaciones aceleradas, sirviéndose de sus predecesores y la base que instituyeron tiempo atrás; áreas casualmente desoladas, situadas estratégicamente, que advierten al jugador la llegada inmediata de incontables enemigos. Cada zona se incomunica respecto al mapa general para recompensar al usuario por su empeño empleado en superar los obstáculos, valiéndose de proporcionar la sensación de progreso empleando elementos narrativos inmersos en la ficción, tratándose a menudo de puertas que cierran y despojan de cohesión cada sector.
Antaño, los medios técnicos eran más reducidos, como se presupone (hecho que no limitó o impidió las proezas de la ya inactiva desarrolladora y otros congéneres de la industria); por ello, muchos de los avances cuyo mérito se adscribe al título objeto de este análisis conciernen al plano tecnológico. El número de amenazas de ultratumba se ha incrementado considerablemente en relación a otros videojuegos, aumentando el número promedio de cientos a miles. Asimismo, no es la única mejora efectuada, aunque los escenarios originados en etapas previas del medio rezumaran encanto y personalidad propia, los de World War Z hacen gala de un pulidísimo afán creativo, con una ambientación debidamente diferenciada entre las múltiples localizaciones a través de una calidad visual extraordinaria. Esta caracterización constituye una de las facetas más consistentes de la obra, siendo los personajes el ejemplo más ilustrativo. Mediante un vistazo rápido se disciernen los diversos grupos de supervivientes y su procedencia: los americanos lucen un atuendo más urbano, los israelíes emplean un uniforme paramilitar, los rusos portan su característica y desmesurada cantidad de abrigo… Dichas decisiones artísticas se deducen como la consecuencia lógica de un buen diseño; sin embargo, el trasfondo del personaje corresponde a un caso adverso. Ni siquiera se manifiesta intención de implementar sus orígenes en la trama principal, relegándolos a una sección de contenidos adicionales del menú, la cual desprende escaso interés e irrumpe el ritmo de juego. Lo descrito deriva del tratamiento dotado al relato sobre el que se sostiene el título, que se percibe irrelevante, distinguiéndose como una excusa pobre para dar lugar a la acción. No obstante, el sacrificio realizado es digno de respeto, el frenesí de la contienda se experimenta fluido, la kinestética (las sensaciones que suscitan la jugabilidad) es sumamente satisfactoria. Desenfundar el fusil es un acto de liberación, apretar el gatillo trascendencia; las armas se desenvuelven con flexibilidad y eficacia.
Las posibilidades en cuanto a niveles de dificultad son capaces de adaptarse tanto a los más casuales como a los más experimentados; eso sí, estando condicionado por el nivel de nuestros equipamientos. Disponemos de especialidades enfocadas a múltiples estilos y dinámicas independientes la una de la otra. El inconveniente que presentan es que ninguno resulta indispensable y no terminan de combinar entre sí, pues aunque la variedad es recomendable, no se configuran como imprescindibles en el sendero hacia la victoria. La munición es abundante, alejándose del ‘survival horror’, acercándonos a un género más despreocupado y desembocado, disparando primero y preguntando después.
Los zetas evidencian una coordinación calibrada con precisión y una inteligencia artificial eficiente, lo que supone todo un desafío considerando su elevada cifra. Además, la variedad de categorías de muertos vivientes enriquece la experiencia y favorece la cooperación entre los integrantes de nuestra cuadrilla a través de monstruosidades que requerirán colaboración si cuyo fin anhelado es exterminarlas, dado su colosal resistencia, y que tras alcanzarnos, únicamente podremos librarnos de su violenta retención por la intervención de un aliado. De manera análoga, seremos sancionados si abandonamos a su suerte a nuestros camaradas, pues se convertirán en infectados con aguante añadido que diligentemente se unirán a las aglomeraciones presentes en el escenario. Prosiguiendo la disección de las amenazas mortales perceptibles en la obra, he de confesar que en lo que atañe a su anatomía, advierto exaltación en mi interior si sucede la mención de sus cabezas. Su chola. Su mollera. Perpetuando el tópico de establecerla como talón de Aquiles, asestar un proyectil perforante en uno de sus cráneos es un deleite orgásmico.
Los zombis no solo son antagonistas en el modo campaña, sino que también tienen presencia en la vertiente multijugador. Dicho factor le otorga el toque de variedad necesario para mantener vívidas y emocionantes las partidas; la tensión central emana del conflicto entre jugadores y la aparición repentina y episódica de los cadáveres la intensifica. Existen diversas modalidades que abolan la monotonía excesiva. Fruto de mi pasión por este género es la decisión de proporcionaros una confesión, pues me he enamorado de la especialización de ‘Veterano’ cuya base se fundamenta sobre el fusil de combate o la de ‘Incursor’ con el fusil bullbup y os recomiendo encarecidamente que las degustéis.
Conclusión sobre Worl War Z
Escudriñados todos los matices que transitaban mi percepción del arte, y más concretamente los videojuegos, he de preveniros de que a no ser que andéis en búsqueda de una historia grandilocuente o una reflexión profunda que ocasione tambaleos en vuestro sistema de valores, si estuviera en vuestro lugar le ofrecería una oportunidad a World War Z, incluso con sus defectos es capaz de conceder extensos lapsos temporales de entretenimiento. Se halla disponible en Playstation 4, Xbox One y PC.