“Reina Roja”, publicada hace apenas un año, se ha convertido en uno de los libros mas vendidos, llegando a superar las 20 ediciones. La novela de Juan Gómez-Jurado es uno de esos extraños casos en los que ventas, calidad y aceptación popular han ido de la mano. Un thriller bien construido, rápido, directo y entretenido. Ahora llega “Loba negra”, continuando la historia de Antonia Scott y Jon Gutierrez, para deleite de los fans y a tiempo para la campaña de navidad, donde amenaza en convertirse en claro aspirante a mantenerse en lo mas alto de los top ventas.
Voy a comenzar indicando que tanto “Reina roja” como “Loba negra” no son otra cosa que buenos best sellers. No hay engaño posible, ya desde las primeras páginas. Dicho esto sin tono peyorativo o altivez. Hay un oficio tremendo en la elaboración de un buen best seller, un equilibro complejo entre el entretenimiento popular y la construcción de una historia y mas cuando se pretende dar cuerpo a una saga. Si fuese tan sencillo, la mayoría de autores harían un libro así para despachar sus buenas 20 ediciones y todos en paz. Pero no lo es. No sirva esto de justificación o de loa al autor. “Reina roja” y “Loba negra” tienen sus problemas pero pertenecen a un género, a un tipo de literatura, que lleva décadas existiendo, que llena horas muertas, estanterías y ediciones de bolsillo, que se convierte en series de televisión y franquicias de cine, que bebe de Tom Clancy, de la novela negra ligera y de James Bond. No hay que rasgarse las vestiduras, puro entretenimiento y ya.
«Loba negra» es el ejemplo perfecto de best seller. Devoras páginas como palomitas mientras la narración fluye. No hay más.
No voy a detenerme mucho en el argumento, por deseo expreso del autor. “Loba negra” continúa ahí donde lo dejó “Reina roja” y la dupla formada por Antonia Scott (la mente mas brillante, desequilibrada) y Jon Gutierrez (instinto policial, no está gordo) debe enfrentarse a una nueva investigación, un caso relacionado con un cadáver en el Manzanares y ciertos asuntos criminales en el sur de España, mientras oscuras amenazas sobrevuelan y obsesionan sus mentes (la de Antonia, sobre todo). Resulta imprescindible comparar “Loba negra” y “Reina roja”. No se pueden separar, “Loba negra” funciona como lo que es: una continuación de la primera. Es decir, no es recomendable comenzar a leer la posible franquicia por este segundo volumen. Pero tampoco indica que “Loba negra” alcance el nivel de “Reina roja”. Me explico. “Reina roja” inicia una historia de manera vibrante, intensa. Todos los capítulos avanzan, dan contexto, contenido. Hay un pulso fuerte. “Loba negra” no escatima en acción o intensidad, pero no transmite lo mismo. No es mejor ni peor pero la trama principal del libro, por el momento, se siente secundaria. Hay movimientos en las sombras, hay algo que se nos deja entrever que está sucediendo, pero la acción se centra en una aventura, digamos, secundaria.
No es que Juan Gómez-Jurado haya desperdiciado las páginas sino que frena un poco la vorágine de “Reina roja” y da espacio a sus personajes principales. Espacio para crecer, para que sus relaciones personales se definan y prepararlos para lo que va a venir. Esa intención de profundizar en la relación de los personajes se prioriza sobre una acción que haga avanzar la historia en el camino que indicaba el final del libro anterior. En definitiva, la trama principal se pausa para dar espacio a Antonia y Jon. Eso no significa que sea un libro de relleno. La investigación presentada funciona y mantiene el interés durante las 500 páginas, de eso no hay duda. El primer ejemplo que se me viene a la cabeza es la trilogía de novelas de Stephen King que se inicia con «Mr. Mercedes». El primer libro es una bala, un buen puñetazo y termina por todo lo alto, con una amenaza latente. «Quien pierde paga», segundo libro, deja esa amenaza en pausa, dando pequeños toques, dosificando la información, mientras los protagonistas se lamen sus heridas investigando un caso aparte, que poco tendrá que ver con la resolución de la saga.
El estilo de Gómez-Jurado se mantiene intacto desde la entrega anterior, casi parece potenciarse. Capítulos cortos, construidos con frases rápidas, en ráfagas, plagadas de referencias a la cultura popular, que hacen que la lectura fluya. Puede pecar de querer introducir demasiadas referencias (frases de canciones, comparaciones con películas, chistes mas personales) o de una intensidad excesiva en las partes de acción, pero no es mal estilo para un thriller comercial. Consigue su objetivo que no es otro que no puedas dejar el libro hasta terminar, sin detener la acción. Y no es poca cosa.
En resumen:
“Loba negra” sigue la estela de las sagas de libros que cumplen casi con una cuota anual y muy ceñidas a su género. Hablamos de Tom Clancy, John Connolly, Michael Connelly… autores franquicia. No hay el mismo derroche de situaciones o ideas que en “Reina roja” y su lugar, favorecido por una trama principal alejada de la gran sombra que amenaza a los protagonistas desde el final del libro anterior, es ocupado por la exploración de la personalidad de los personajes principales y su relación. Ese hecho puede decepcionar a algún lector, sin duda, pero la calidad es consistente comparándola con “Reina roja”. Quizás la campaña de publicidad o incluso el secretismo en la propia sinopsis del libro sean perjudiciales para el hype de algunas personas. Si no os gustó «Reina roja», éste lo hará aún menos pero si la primera entrega os atrapó, «Loba negra» lo hará, teniendo en cuenta sus limitaciones. Gómez-Jurado sigue bebiendo de la cultura popular para sus trabajos y hay ecos que a mi me recuerdan a series como «El puente» o a las últimas películas de Bond. Y, por supuesto, vuelve a ofrecernos otro final marca de la casa. No era lo esperado pero sirve para aguantar hasta la siguiente entrega.