En Sword of Trust, Mel es el dueño de un tienda de empeños. Es un tipo más bien cínico que trata de sacar lo máximo posible del negocio, racaneando en los pagos de artículos con más valor de lo que ofrece. Tiene como ayudante a Nathanyel, un mozalbete vago y bobalicón que se traga todas las teorías conspiranoicas que se encuentra en Internet.
Por otro lado tenemos a Cinthya y Mary, una pareja de lesbianas, una de las cuales ha heredado la casa de su abuelo y un viejo sable de coronel de la guerra de secesión. El banco se queda con la casa, ya que el hombre acumulaba gran cantidad de deudas impagadas, así que deben conformarse con la espada, que viene acompañada de un viejo dibujo de los generales Lee y Ulysses S. Grant y una carta manuscrita del difunto en la que explica por qué ese sable es la prueba de que en realidad el Sur ganó la guerra.
El problema es que el viejo estaba afectado de demencia senil y lo escrito en la carta son un conjunto de divagaciones sin sentido. Las dos mujeres se presentan en la tienda intentando vender la espada a un precio desorbitado, pero Mel no traga. Justo después de que se marchen, Natahnyel encuentra un vídeo en Internet en el que un tipo ofrece 50.000 dólares justo por esa espada. Tras unas accidentadas negociaciones, acuerdan llamar a ese hombre y efectuar la venta. Lo que viene a continuación son una serie de alocados acontecimientos que conviene no desvelar.
Opinión
Sword of Trust es una pequeña genialidad dirigida por Lynn Shelton (Humpday) La directora, también escritora del guión junto a Mike O’brian y que interpreta un pequeño papel, construye una historia en perfecto tono de comedia, pero pero usa el humor para hablar de temas de gran trascendencia, como la memoria, la identidad histórica, las heridas ancestrales que algunos se empeñan en mantener abiertas y la importancia que se le quiera dar o no a las afrentas del pasado, aderezado con unas dosis justas de drama que no chirrían en absoluto gracias a un guión perfectamente engrasado que hace que todo fluya con facilidad.
En conclusión, Sword of Trust resulta altamente recomendable, no sólo como película perfectamente disfrutable, si no también como reflejo de la sociedad actual en el sur de los EEUU, una zona en la que los fantasmas del pasado se niegan a desaparecer y el pasado se hace a veces dolorosamente presente.
por Hugo Mier Calleja.