Robert I. Sutton

Cayó en mis manos por avatares del destino un pequeño libro bastante económico y disponible a través de Amazon, pero únicamente es accesible para los que manejan la lengua de la pérfida Albión: “The No Asshole Rule: Building a Civilized Workplace and Surviving One That Isn’t”, del doctor Robert I. Sutton. Editorial Business Plus. 2010.

Es un pequeño libro, que apenas supera las 250 páginas, pero cuyo contenido merece este pequeño artículo.

Comencemos con la definición del sujeto al que se refiere este texto: el “asshole”. Vale, sabihondos políglotas, lo tenemos muy claro… “Asshole es el término inglés que se refiere al GILIPOLLAS”. ¡Bien! ¡Aprobado! Pero es este caso vamos a ir más allá: es ese tipo de indeseable tiralevitas reptante que puebla gran parte de las empresas, ese ser inmundo –compañero o jefe- cuyo modo de actuación es pisotear humillantemente a todo aquel que no tenga un puesto superior al suyo insultándolos y acosándolos psicológicamente a través de la cruel ironía y la prepotencia. Seguro que todos hemos conocido e incluso sufrido a alguno (yo mismo podría referirme a determinado “country manager” de infausto recuerdo para mí).

Pero… ¿Cómo reconoceríamos a un “asshole” típico? Robert I. Sutton nos señala dos pruebas, así como una serie de acciones y rasgos del comportamiento, exactamente igual que si estuviésemos desarrollando un documental. Analicemos, pues, esas pruebas y esos rasgos comportamentales tan típicos de esta fauna:

Imaginemos que tenemos localizado al potencial “asshole”… ¿Lo es?¿No lo es? Apliquemos el primer filtro. Enfundémonos nuestra ropa de caza, ajustemos nuestra mira, calémonos nuestro salacot y apliquemos el planteamiento de las siguientes preguntas:

-Tras haber visto a alguien interaccionar con el sujeto objeto de estudio: ¿Esa persona se siente humillada, con la energía por los suelos o minimizada y ninguneada por él hasta el punto de cambiar la percepción sobre sí misma a peor?

-¿El objeto de nuestro estudio se muestra así de destructiva sólo ante gente menos poderosa que él?

Si la respuesta a ambas preguntas es “”… ¡Enhorabuena! ¡Tienes a un potencial “asshole” en tu punto de mira! Pero… Todo el mundo puede tener un mal día, así que, como buen explorador, habrás de ver cómo actúa en su territorio… Atento, pues a lo siguiente:

– Las reglas no se han hecho para él. Son diferentes si se trata de su ser.

– No es una persona: la importancia de su puerto, cargo o posición lo vuelve prepotente e intratable.

– Necesita asistentes y asesores, hasta el punto de sugerir puestos absurdos e ignorar responsabilidades.

– Considera que el hacerle un favor personal o profesional es una obligación del puesto.

– Condiciona la relación con la gente en función de lo que puede recibir de ellos. Si alguien no le resulta útil, no le vale.

– Juzga a las personas por su propio rasero. Empatía nula. Esa escala de valores propia se impone a los méritos profesionales o personales de sus subordinados.

– Exige el cumplimiento de actividades y obligaciones que él mismo no haría ni cumpliría.

– No le importa el fin de la jornada laboral o las mismas vacaciones de sus subordinados hasta el punto de alargar las obligaciones laborales hasta horas intempestivas o interrumpiendo el tiempo libre del empleado.

– No puede ser criticado o ignorado, si es así es porque el mundo está en su contra.

– Frena y/o retrasa el desarrollo de las carreras profesionales de sus subordinados, bien por celos, o bien por no perder su “fuerza laboral”.

Portada de The No Asshole Rule, de Robert I. Sutton
Portada de The No Asshole Rule, de Robert I. Sutton

¿Cumple con esos requisitos? Bien, bien… Casi seguro que tienes a tu presa. Observa ahora su comportamiento cotidiano:

– Insultos personales, aunque sean soterrados.
– Invasión del territorio personal.
– Contacto físico sin consentimiento.
– Amenazas constantes.
– Uso excesivo del sarcasmo destructivo.
– Criticismo destructivo, incluso por escrito (e-mails).
– Humillación de sus víctimas amparándose en su rango.
– Humillaciones públicas.
– Interrupciones groseras.
– “Ataques disimulados” (Sutton lo denomina “two-faced attacks”, soy incapaz de traducirlo de manera más exacta).
– Mirada asesina (“dirty look”).
– Ninguneo.

¿Es así?¡Enhorabuena, intrépido explorador! Ahora sólo te falta apretar el gatillo y quitarlo de en medio. Habrá quien me tache de radical, pero el mismo Sutton lo deja claro: “Treat certified assholes as an incompetent employees. Even if people do other things extraordinary well but persistenly demeneans others, they ought to be treated as incompetent.”

Traducido viene a decir que hay que tratar al “asshole” identificado como un empleado incompetente aunque haga sus tareas extraordinariamente bien. Si denigran sistemáticamente a los demás, ha de ser considerado automáticamente como un incompetente. Está claro: hay que deshacerse de gente así.

Pero, claro… Como hemos dicho al principio, todos conocemos personajes así. Y las grandes empresas, las medianas e, incluso, determinados gobiernos están llenitos hasta los topes de “assholes”. Y eso es perjudicial para todos. Sutton nos habla de un factor llamado “TCA” (Total Cost of Asshole), que debería ser una variable considerada por las empresas para mejorar significativamente su prosperidad: el “asshole” cuesta mucho dinero porque joden negociaciones, erosionan posibles colaboraciones, producen bajas entre sus compañeros (de salud, o voluntarias), obligan a solventar situaciones indeseables que ellos mismos provocan a través de su actitud, reducen las horas de trabajo, dañan el rendimiento de los empleados, provocan rotación de puestos y costes de formación debido al abandono por parte de los trabajadores hartos de su comportamiento… Algo evidente que el empresario medio o no ve, o no quiere ver.

No obstante, ante la imposibilidad de muchos de los lectores de este humilde artículo para abandonar el trabajo con la que está cayendo (caldo de cultivo para el surgimiento de muchos “assholes”, por cierto), el autor nos facilita una serie de recomendaciones para sobrevivir en ese malsano ambiente. Básicamente no insta a no tolerar ese comportamiento, bien peleando contra él (“fight”) con las armas que tengamos a nuestro alcance, o bien abandonando al “asshole” (“fly”). No obstante, ofrece también sabios consejos para casos de extrema necesidad en los cuales la segunda opción no sea viable.

Nos previene también sobre la posibilidad de que nosotros mismos nos convirtamos en tan abyecto ser: se refiere a nuestro “inner jerk” (cabrón interior), debido a que cualquier persona considerada “normal”, puede mutar a este tipo de capullo asqueroso y humanamente prescindible en el mismo momento en que resulta ascendido, incluso aunque sea simplemente a un nivel salarial, puesto que un mayor salario viene a ser considerado como un signo de poder con respecto al compañero que cobra menos. Sutton nos previene e, incluso, nos da ciertos consejos.

Aunque todo se resume en una frase sacada de Spiderman: todo poder requiere una gran responsabilidad. Y lo mismo debería aplicarse al acceso a una posición laboral privilegiada. Si tienes PERSONAS a tu cargo, no sólo has de tratarlas como tales, sino que te debería unir a ellas un cierto compromiso ético. Ese es el camino que lleva al liderazgo y a un funcionamiento social y laboral claro, fluido y sostenible.

Lamentablemente, incluso en las escuelas de negocios y facultades de Empresariales se sigue insistiendo en este espíritu de “el que venga detrás, que arree”, fomentando el avanzar pisoteando al prójimo… Hasta se valora positivamente el ser prepotente. Qué triste, señores… ¡Qué diría Freud de estos seres! Carencias afectivas, conflictividad, soledad… Seres grimosos… Me dan auténtico asco. Vampiros que minan nuestra moral, nuestra autoestima… Virus de la enfermedad social…

Señores empresarios, señores políticos, señores todo-aquel-que-ostente-una-posición-de-poder… ERRADIQUEN a estas lacras sociales que únicamente causan daño. EDUQUEN a nuestros futuros líderes y asegúrense de que podemos así trabajar de manera eficiente, de manera amistosa, respetuosa y considerada. Pues es así como podremos aumentar nuestra productividad, y no con el látigo.

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