El pasado 4 de septiembre se estrenó en Netflix la serie de diez episodios “Away”, creada por el guionista y productor Andrew Hinderaker (“Penny Dreadful”, “Puro genio”) para la plataforma de streaming. La trama se centra sobre todo en una astronauta estadounidense, Emma Green (interpretada por Hilary Swank), que comanda una misión a Marte con escala en la Luna, de una duración total de tres años. Una tripulación internacional deberá hacer frente a los innumerables retos que supone una misión tan larga, tanto a nivel técnico como humano.
Matt Logan (Josh Charles) es ingeniero de la NASA y esposo de Emma, junto a la que trabaja en el centro de control de misiones en Houston. Fue descartado para esta misión debido a que padece una enfermedad genética, malformación cavernosa cerebral (CCM), que podría incapacitarle en cualquier momento.
La tripulación está formada también por Lu Wang (Vivian Wu), una taikonauta china que también es química; Misha Popov (Mark Ivanir) es un veterano cosmonauta ruso que también se desempeña como ingeniero del transbordador espacial; Kwesi Weisberg-Abban (Ato Essandoh) es un astronauta novato británico-ghanés, que trabaja a bordo como botánico y espera llevar la vida vegetal a Marte; Ram Arya (Ray Panthaki) es segundo al mando de la misión y copiloto indio. Todos forman parte de un grupo heterogéneo, pero que tiene en común el entusiasmo por la misión y su trabajo particular.
En la base lunar tiene lugar un incidente que enfrenta a la tripulación y pone en duda la idoneidad de Emma como comandante, tanto ante la mayor parte de la tripulación como del mando en Tierra. Los gobiernos chino y ruso tratan de reemplazarla, pero se encuentran con la defensa a ultranza de la NASA, que no quiere oír hablar de un cambio de comandante. Sin embargo, el resto de la misión se convertirá en un tira y afloja entre Emma y los posibles candidatos a reemplazarla en su puesto dentro de la nave.
Al mismo tiempo, en tierra, el marido de Emma, Matt, sufre un ictus con severas complicaciones físicas, lo que agudiza tanto la tensión que sufre la comandante como las dudas que sobre su liderazgo alberga el resto de la tripulación. El resto del viaje hasta Marte se verá complicado por los sucesos que tendrán lugar tanto en la nave (Atlas) como en tierra, ya que la comunicación es bastante fluida, y lo que ocurre en un lugar se reflejará en el otro.
“Away” reparte la acción entre la trama espacial y la terrestre, de una forma que no contentará a todo el mundo, pero que nos ofrece una dimensión distinta de lo habitual de la tensión que haría falta soportar en el espacio durante una misión de este calado. Algunos espectadores habrían preferido que las escenas espaciales pesasen más en el guion ─y quizá suceda en una hipotética segunda temporada─, pero es interesante la forma en que tanto los astronautas como sus seres queridos se enfrentan a una ausencia tan prolongada, y a los peligros ─reales o imaginados─ con los que se ven obligados a lidiar.
Es en especial interesante cómo todo esto afecta a la comandante Emma y a su familia, y cómo lidian con ello los distintos gobiernos que comparten el control de misión. Aparte de los problemas de salud de su marido, su hija en común Alexis (Talitha Bateman), se enfrenta también a la ausencia de su madre y a los retos propios de la adolescencia, lo que traerá a sus padres más de un quebradero de cabeza. Los mensajes que se intercambian los tres refleja una tensión adicional que redunda en el rendimiento de Emma como líder de la misión. La actitud de los gobiernos ruso y chino refleja las reservas que albergan sobre la idoneidad de Emma como comandante, no sólo por el incidente acaecido en la base lunar, sino también por su condición de mujer. La NASA, aún con dudas, defiende su labor pero también recela de cada decisión que Emma toma.
La comandante se debate entre su fuerte impulso por continuar en la misión con las menores distracciones posibles y su contrario, las ganas que tiene de volver a casa y ayudar a su marido en su recuperación física y mental tras el accidente cerebrovascular. Y por supuesto, de abrazar a su hija, quien teme que una misión tan arriesgada la prive de su madre para siempre. Durante toda la temporada Emma se enfrentará a esta dicotomía, en un reflejo de lo que sucede en tierra en millones de hogares, sólo que con una ansiedad multiplicada por mil.
Pese a que “Away” es con todo el derecho una serie espacial ─y los aficionados al género la disfrutarán en este sentido─ el apartado psicológico resulta ser de lo más interesante, aunque en mi opinión debió llegar un punto en el que el puro aspecto espacial tomase la iniciativa casi por completo. Sin embargo, hay que reconocer que los dilemas morales a los que se enfrentan los astronautas tienen entidad propia y logran añadir verosimilitud y humanidad a la serie, aunque en ocasiones llegue a agobiar al espectador.
El trabajo del reparto resulta impecable, algo básico en una producción con el drama como vehículo de la acción, y destaca en particular ─como no podría ser de otra manera─ Hilary Swank, quien completa un trabajo espectacular en todos los sentidos. Como personaje, he de reconocer que Misha me parece de lo más interesante, un recio y huraño ruso amante del vodka que sufre por su tormentosa relación con su hija, y que se comunica con sus nietos gracias a sus títeres, que casi se convierten en otro personaje más.
En el apartado técnico se nota el músculo financiero de Netflix, que cumple perfectamente a nivel visual y cinemático, algo poco habitual en una serie televisiva. Eso sí, los costes de producción pueden complicar una hipotética segunda temporada, en el caso de que los ejecutivos de la plataforma lo contemplen. En mi opinión, debería haberla, con mayor protagonismo de la trama puramente espacial. Marte y sus retos de supervivencia lo merecen.