El Reino del Revés

Recojo esta frase que decía Amadeus Mozart, digo Wolfgang, digo Woferl:

“No me interesa la alabanza o crítica, me basta con seguir mis propios sentimientos”.

Ojalá pudiera poner una cita de Maria Anna Mozart, la verdadera protagonista de esta reseña, pero de ella no se conserva casi nada, con un recuerdo que perdura sobre todo por su hermano, el Mozart famoso. Aún así, puede que la estrecha relación que hubo entre ambos durante la mayor parte de sus vidas justifique que use unas palabras que Nannerl (su nombre familiar) pudo haber pensado también. Y, si no es así, dónde quiera que ahora esté, espero que me perdone la presunción.

El caso es que eso de olvidar alabanzas o críticas y centrarse en los sentimientos es algo que bien podría resumir el nuevo libro de Marie Lu, “El Reino del Revés” (Puck, 2020), donde recoge la anécdota conocida por los historiadores de Amadeus Mozart de como durante las giras musicales por Europa los hermanos Mozart crearon un mundo imaginario con el que distraerse en sus viajes. Un mundo del que eran los reyes y que plasmaron en un mapa (los historiadores dicen que lo hizo Woferl, claro) donde se le llama “Zurück”, “atrás, detrás, espalda”. De ahí a llamarlo el Reino del Revés, como hace Marie Lu va un paso que la autora da para adentrarnos en la infancia de los hermanos, mezclando fantasía y realidad, centrándose en la históricamente olvidada Nannerl.

“Voy a contarte una historia que ya conoces. Pero escucha bien, porque dentro de ella hay otra historia que no has oído nunca” dice Nannerl.

Es triste que a estas alturas de la historieta la inmensa mayoría de la gente (menos de la que me gustaría, la verdad) que conoce el nombre de W.A. Mozart apenas sepa que tuvo una hermana que fue también un gran músico (a ver, a ver quien se atreve a decir “una gran música”). El caso es que Nannerl fue una excepcional intérprete de piano que en su edad adulta fue también profesora de este instrumento. Apenas se puede juzgar su labor como compositora puesto que si su hermano no hubiese llegado a comentar la excelencia de sus obras ni siquiera sabríamos que estas existieron. Hoy en día se estudian las obras primerizas de Woferl asi como el libro de composiciones para practicar el piano de Nannerl en busca de la mano de la misma, mano diluida entre la escritura de su hermano y su padre.
En la realidad, ahora mismo, sucede igual que en «El Reino del Revés»: dentro de la historia conocida de los Mozart se busca la historia desconocida de Nannerl. Su padre, Leopold, nos ha dejado la imagen de un pesetero que vio a sus retoños más como una fuente de ingresos que como unos niños a los que guiar y cuidar. A ambos los introdujo muy niños en la interpretación, a Nannerl con siete en el piano y a su hermano con cinco en el violín. Los exhibió como monos de feria por toda Europa,  buscando en su fama un reconocimiento que el jamás pudo alcanzar. En esa época se estilaba lo de los niños prodigios musicales. La gente se aburría, no existía “La Voz junior” (quedaría más fino decir “Prodigios” pero, ¿quién lo conoce?) y de alguna manera tenían que distraerse con los jóvenes talentos así que juntaban a unos cuantos nobles, se seguía con unas cuantas cortes y a correr millas y ganar pasta.

“Después de Dios está papá” que decía Mozart hijo.

Leopold, que era un compositor competente pero sin gran talento (incluso la original “Sinfonía de los juguetes” que se le atribuía desde hace unas décadas parece que no es suya), machacó a sus hijos musicalmente para conseguir que fueran lo que el no fue: un músico famoso. También buscó vivir a costa suya, por mucho que lo maquille Marie Lu en el libro. La escritora nunca carga demasiado las tintas en ese sentido: busca reivindicar a Nannerl, si, pero no a costa de su padre a quien llega a presentar más bien como víctima de su ambición.

Mozart hijo intentó durante toda su vida librarse de esa figura poderosa que pendió sobre él hasta sus últimos días. Y si él, que era un “hombre”, es decir, una persona legalmente reconocida, hizo la mayor parte de su vida lo que su padre quiso, ¿cómo se puede criticar que Nannerl se sometiera a él también?

En «El Reino del Revés» se recoge de maravilla ese sometimiento que no sólo la época imponía a las mujeres (pues en la narración se ve también como su madre se doblega siempre ante el padre) sino que la figura paterna exige sin ninguna contrapartida. El deber de Nannerl era hacer lo que su padre pedía, primero tocar y luego abandonar cuando llegara a la edad de casarse. La sociedad legisla y Leopold dicta. Se acabó. Sin embargo hay quien se atreve a insinuar (y no miro la Wikipedia….) que estaba en la naturaleza de Nannerl el someterse mientras que en la de su hermano estaba la de rebelarse. ¡Ja! Al parecer todavía los hay que creen que por ser mujer naces para ser trapo y que por aceptar la bota que te aprieta el cuello, porque no tienes otra opción, te gusta la bota. En finnnnnnnnnnnnnnnn.

“En lo que más insisto, es que deberías mostrarle a todo el mundo que no tienes miedo. Estate en silencio, pero cuando sea necesario, habla y habla de tal manera que la gente lo recuerde”, son palabras que Wolfgang heredó de su madre y que legaría a ambos hermanos.

Y Marie Lu pone al fin voz a Nannerl para que cuente su historia después de tantos siglos y se la recuerde.

“Voy a contarte una historia que ya conoces. Pero escucha bien, porque dentro de ella hay otra historia que no has oído nunca”, nos dice Marie Lu a través de Nannerl.

Marie Lu no es la única que ha intentado recuperar la figura de Nannerl: hay numerosos trabajos, tanto narrativos como históricos, que en las últimas décadas se esfuerzan por traer a la actualidad la figura de la Maria Anna. Todo en su vida fue renuncia: a los 18 años tuvo que abandonar la música, su padre le obligó a dejar al hombre con el que deseaba casarse y más tarde le hizo contraer matrimonio con un viudo con cinco hijos pero de alta posición social. Tan solo cuando ella misma quedó viuda pudo dedicarse a dar clases de piano y todos sus alumnos hablaban de la gran calidad de sus enseñanzas. Con una vida semejante no extraña que sea hoy en día objeto atención y que, por fin, tenga hasta una película propia: “Nannerl, la hermana de Mozart (2010)”. Lo de la calidad lo dejamos para otro momento.
Sin embargo, la vida de Nannerl, por muy interesante que sea, está ligada de forma indisoluble a la de su hermano, sobre todo en la primera etapa de su vida. En esa época ambos hermanos se adoraban.

“Ni una inteligencia sublime, ni una gran imaginación, ni las dos cosas juntas forman el genio; amor, eso es el alma del genio”, Wolfgang dixit.

Ojalá se pudiera decir que ese amor perduró toda su vida pero, por mucho que Marie Lu nos ofrezca esa emotiva escena al final de «El Reino del Revés», que no se ajusta para nada a la verdad histórica conocida, la relación entre ambos fue bastante tensa en sus últimos años. En su juventud, sin embargo, ambos se quisieron muchísimo. Era tal el cariño que sentía Wolfgang por su hermana que le dedicó varias piezas como el Divertimento nº 11 en Re Mayor en 1776 o el Capricho de 1778 (iba a poner la numeración Köchel de sus obras pero creo que eso ya es pasarse). Para los interesados pongo el primer movimiento, Molto allegro, del Divertimento que compuso para regalar a Nannerl en su 25 cumpleaños.

Se bien que hasta ahora apenas he hablado de la obra de Marie Lu y si un montón de Nannerl pero creo que ella lo merece. Al fin y al cabo, Marie Lu hizo esta novela no solo para crear una obra de fantasía sino para rescatar la figura de Nannerl y de todas las que, como ella, fueron despreciadas por la historia.

“¿Cuántos otros talentos han sido silenciados por la historia, ya sea por su género, religión, raza orientación sexual, o por sus circunstancias socioeconómicas? Escribí este libro [El Reino del Revés] para las Nannerl de hoy y mañana, con la esperanza de que, cuando estén listas para compartir su genialidad con el mundo, el mundo esté preparado para brindarles la atención y el honor que merecen.”

Marie Lu (por cierto, en el copyright dice que su nombre verdadero es Xiwei Lu) es una autora norteamericana centrada en novelas juveniles distópicas y de fantasía. No he leído su primera saga, “Legend”, aunque si conozco la trilogía “Los jóvenes de la élite” y a su protagonista, la marcada y oscura Adelina. Por cierto, Lu dibuja muy bien los problemas de las mujeres que buscan su independencia y tienen graves problemas con sus padres, algo que también pasa en este libro. Esos problemas los marca una sociedad injusta con las diferencias, que desprecia todo lo que los diferentes les pueden ofrecer. Claro que, en el caso de Nannerl Mozart estamos hablando de lo que la mitad de la sociedad le hacia a la otra mitad que era ignorarla y reducirla a criada u objeto de adorno.

Si en “Los jóvenes de la élite” Lu creaba un mundo nuevo desde la Venecia del Renacimiento aquí intenta recrear la Europa del siglo XVIII con sus cortes deslumbrantes y la música del Rococó, el arte amable y ligero de la época. Y en medio están los hermanos Mozart con su mundo de fantasía, sus deseos y sus miedos.

Lu dibuja bastante bien los diversos caracteres de la familia Mozart: la madre abnegada, amorosa y sometida a los dictados del padre; un padre orgulloso, obstinado y centrado en conseguir la posición social que cree merecer, incluso a costa de la salud de sus hijos; un joven Wolfgang curioso, alegre, genial, muy unido a su hermana y una Nannerl deseosa de que su padre y el mundo reconozcan sus méritos. De no ser olvidada para siempre. De esa ansia legítima nace el drama pues este deseo es tan grande que, a través del mundo que ambos hermanos crean para entretenerse, llega un personaje extraño y fascinante dispuesto a hacerlo realidad… siempre y cuando Nannerl lleve a cabo ciertas tareas en El Reino del Revés.

El libro engancha desde el principio, con esa Nannerl que habla en primera persona, que nos cuenta todas sus experiencias y sentimientos, que nos arrastra a través de la historia con sus miedos y sus dudas y con la que se empatiza desde la primera página. A pesar de cierto bajón de ritmo en la parte central, con ese círculo vicioso de apariciones del extraño Jacinto (el perdido principe del Reino), esperamos para realizar las tareas, tarea realizada y esperamos de nuevo a Jacinto, el libro apenas decae e interesa hasta el final. Sin embargo…
Hay varias cosas que no me acaban de convencer.  Una de ellas es cierta indefinición en los personajes que podían haber dado mucho más de si pero que solo responden a la visión que se espera de ellos. Solo Nannerl es un personaje bien dibujado a lo largo del tiempo, complejo siempre, con una evolución clara desde sus nueve años hasta que cumple los dieciocho.

La más importante de estas cuestiones que no me convencen es la indefinición de los mundos. Parece que el hecho de tener que ajustarse a unas circunstancias predeterminadas ha coartado bastante la imaginación de Lu ya que, a pesar de que el argumento está muy bien dibujado, la ambientación del mismo peca de falta de profundidad. El Reino del Revés, por empezar por la fantasía, de entrada nos sorprende con esos fantásticos árboles con ramas y hojas como raíces y raíces hacia el cielo. Pero eso es casi todo y resulta que estamos ante el tema principal de la narración El resto del reino, a excepción de algunos detalles necesarios para que avance la historia, permanece inexplorado. Y en cuanto al mundo real… Eso es lo que más me ha dolido porque, donde esperaba descripciones hermosas sobre las ciudades, los caminos, trajes, costumbres, ambientación vamos, Lu parece racanearlo todo y ofrecer lo justo para que no olvidemos que estamos en el siglo XVIII europeo. Schönbrumm, por ejemplo, el palacio de la corte vienesa donde empieza el largo periplo de giras de los Mozart, se describe solo como un lugar que parece extenderse varios kilómetros y que es blanco y dorado con muchas ventanas. Mujer, haberte alargado un poquito más que estamos ante uno de los grandes palacios del Barroco y una de las grandes cortes europeas. Por cierto que esas cortes europeas donde actuaron los Mozart, sobre todo la vienesa, parecen pequeñas reuniones de gente famosa para tomar el té y oír algo de música. Y punto. Aquí falta claramente investigación y preparación que, por el hecho de estar ante una obra fantástica, no se excusa.

Resumiendo, «El Reino del Revés» está bien, es eficaz en su deseo de reivindicar la figura de Nannerl , en mostrar como debía someterse a las imposiciones de su época, como debía acatar siempre las órdenes de su padre y como soñaba con lograr mucho más, componer libremente y ser recordada. Todo eso lo consigue.

También el entramado entre la fantasía y la realidad está conseguido, reflejándose el uno en el otro, determinando los logros en uno de los mundos en el desarrollo de la historia del otro. De hecho hay que fijarse bien en la historia en el mundo de fantasía porque cuenta una historia bien cercana a la realidad… y no cuento más. Los personajes de Jacinto y Nannerl evolucionan a lo largo de la narración y son clave del desarrollo de la trama y el final de la historia en El Reino del Revés y en la realidad son brillantes. Por otra parte no se si la decisión final de Nannerl en la novela, lógica por otra parte, queda justificada del todo. Mi opinión personal es que debía de haberse preparado más a conciencia desde mucho antes de ser tomada.

Dicho esto queda la sensación de que todo podía haber sido mucho más, que la historia de Nannerl (esta si descrita con mucha imaginación) ahoga el resto, sobre todo la importancia del Reino del Revés que, por su peso en la trama, tenía que haber estado mucho mejor dibujado. Y sucede lo mismo con el mundo real cuyas pinceladas saben a muy poco y que podían haber sido fastuosas en contraposición a las sólidas cadenas que Nannerl se veía obligada a arrastrar en él.

Así pues «El Reino del Revés» es una buena lectura pero no es el libro magistral que podría haber llegado a ser. Aún así es muy recomendable aunque no se si bastará para rescatar a Nannerl del olvido y es que, como decía Wolfgang,

…la felicidad existe, simplemente en nuestra imaginación.

El libro lo tenéis aquí.

Eidian
Recuerdo que escribí mi primera poesía recién operada de apendicitis con nueve deditos contados. Desde entonces odio los hospitales y adoro la escritura. Hasta hoy han pasado dos carreras (historia del arte y náutica, ahí es nada) y resulta que he acabado como marino/na (para gustos los colores). He regresado hace poco a esta página donde comencé a escribir críticas literarias porque hay cosas que nunca se olvidan. Experiencias malas, buenas y superiores. La vida misma.

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