¿Qué es un dragón?
Aunque la cultura audiovisual contemporánea haya conseguido meternos una imagen concreta por los ojos, y ello nos haga pensar que la respuesta está bastante clara, la verdad dista mucho de ser así. De hecho, incluso los mismos orígenes de la imagen del dragón son bastante confusos, siendo, en principio, un pariente o un derivado del también mítico grifo: una criatura mitad león y mitad águila. Sin duda, una imagen muy alejada de la que hoy tenemos. Incluso, entre distintas culturas, en un mismo tiempo, hay notables diferencias. Poco se parece un dragón occidental del medioevo, directa y exclusivamente emparentado con los reptiles, a un dragón oriental de este período, mezcla de elementos procedentes de animales tan distintos como el camello, el venado, el toro o la rana, entre otros.
Entonces, si esto es así, volvamos a preguntarnos: un dragón ¿es un animal o es una mezcla de varios?, y si es una mezcla, ¿de cuales en concreto?, y ¿porqué esta disparidad? En oriente, ¿siguen teniendo su imagen distinta del dragón o la han acabado? ¿Habrán asimilado la occidental? ¿Hemos llegado, después de todo, a un consenso, o sigue siendo el dragón un ser tan escurridizo en su delimitación sociocultural como lo es en las historias en que aparece?
Roger Lancelyn Green (Inglaterra, 1918-1987) nos ofrece en ‘El libro de los dragones’ (Siruela, 2021; originalmente publicado en 1974) ingentes materiales para que seamos nosotros quienes podamos, por lo menos, comenzar a responder a estas preguntas. Lo hace a través de un recorrido temporal por las historias, populares (“Dragones del folclore tradicional”) y cultas (“Dragones del medievo”), originarias de todas las edades del hombre -desde los tiempos más remotos (“Dragones de la edad antigua”) hasta los más actuales (“Dragones de tiempo más reciente”)-, que han definido, en cada momento, una imagen de los dragones. Mediante su lectura será como podremos reflexionar sobre los cambios extraordinarios que, entre espacios y tiempos, determinaron la vida fantasmagórica de este magnífico ser.
¿Un mito con base real?
Si bien, ya desde el comienzo, nos queda claro que el dragón es un mito que jamás ha tenido una base real. Solo la falta de método de una ciencia arqueológica todavía muy dependiente, hasta recientes fechas, de la religión; y la enorme plasticidad de la tradición oral frente a la mayor estabilidad de las fuentes escritas; nos permitió crear una figura con la elasticidad imaginativa del dragón. A tal punto elástica que es capaz de representar, según el tiempo y la cultura, valores positivos o negativos, infundir valor a los temerosos o temor a los valientes, ser guardianes de los más increíbles tesoros o los más leales amigos y compañeros, ser solitarias criaturas o formar parte de una familia casi análoga a cualquier otra… las variedades son numerosísimas.
Esta variedad es, sin duda, la principal virtud de ‘El libro de los dragones’ (Siruela, 2021). Aunque, dentro de todo esto, podemos encontrar unas constantes realmente interesantes. Por ejemplo, llama poderosamente la atención el carácter positivo, incluso tierno en algunos casos, de los dragones de la antigüedad respecto a representaciones posteriores. O, dentro de un tiempo próximo, la también variedad de carácter entre las leyendas cultas medievales y las populares. En las primeras, prima claramente el dragón como la criatura de inmenso tamaño, que desprende fuego por sus fauces y veneno por sus fosas nasales, y que sirve a los nobles de alta cuna para impartir justicia. Mientras que en las leyendas populares el dragón tiene mayor tendencia a tender debilidades, hasta el punto de llegar a dotarse de una personalidad, porque no, dubitativa o incluso temerosa (leed, por ejemplo, “Maese ratero y el dragón” o “Stan Bolovan y el dragón”, por poner solo dos ejemplos).
En cuanto fuente de inspiración contemporánea, en las historias de dragones que contiene este libro podemos identificar también los rasgos de muchos de nuestros autores favoritos. Es sorprendente, por ejemplo, la enorme cantidad de puntos de contacto que hay entre ‘El señor de los anillos’ de Tolkien y “El dragón del norte”, una historia popular con anillos, hechiceros, héroes y dragones. Una historia, por cierto, dónde el dragón “tenía el cuerpo como un buey, las patas como un sapo (…) y la cola como una serpiente de veinte metros de largo” (pág. 159). O, por otro lado, de sintetizar en una historia varios elementos dispares de otros tipos de cuentos, introduciendo de forma sintética pactos con ¿el diablo?, acertijos ¿cómo con la efigie de Egipto? o gigantes ¿cómo los colosos?; todos ellos presentes en un maravilloso cuento titulado “El dragón y su abuela” (pág. 153).
Por supuesto, también confirmamos la enorme productividad y lo prolija que es la imaginación humana en los “dragones de tiempos más recientes”. Es verdad que, al estar publicado originalmente en 1974, del libro se quedan fuera las últimas incorporaciones a nuestro acerbo cultural, en su mayor parte derivadas de la serie de George R. R. Martin. Pero las que tiene dentro, con nombres como Lewis Carroll, Edith Nesbit, G.K. Chesterton, J.R.R. Tolkien o C.S. Lewis, son suficientes en su calidad y cantidad como para inspirarnos sobre la productividad que todavía tiene el dragón como significante vacío en nuestros días. Un ser mítico tan universal como versátil.
Es por todas estas virtudes, y con la única salvedad de su enfoque demasiado anglosajón, que recomendamos ‘El libro de los dragones’ (Siruela, 2021) como una lectura interesantísima para múltiples tipos de públicos lectores. Te gustará si te interesan los dragones, la mitología, la antropología, la literatura fantástica de corte mítico, la literatura oral y las tradiciones o si, simplemente, quieres tener a tu disposición un conjunto de cuentos variado que tendrán entretenidos a los más pequeños además de insuflarles importantes lecciones morales de valor, responsabilidad y generosidad.
Pues, a pesar de las diferencias que el dragón en cuanto figura mítica pudiera tener, en su paso a través del tiempo, lo que nunca ha dejado de hacer es ser parte imprescindible de una literatura moral orientada a sintetizar valores tradicionales y lecciones de vida en unas pocas páginas. Objetivo que aquí se consigue más que con creces, además de un parte de tardes de enorme diversión leyendo solo o en familia.
¿De cuántos libros podemos decir esto hoy en día?