La paciencia es una virtud. Así reza el dicho popular y existen pocos títulos en nuestro medio que hagan honor de este refrán. En un tiempo de super-producciones donde muchos juegos se acercan más a las «palomiteras» producciones de Hollywood, aún queda un pequeño espacio, un nicho donde apoyarse para esos títulos que requieren de tiempo, paciencia y comprensión para entenderse y disfrutarse. Y uno de esos títulos es Elite Dangerous.
En Elite Dangerous tomamos el papel de un piloto espacial en una enorme galaxia en la que podremos dedicarnos al combate, la mercadería, la exploración y diferentes tareas y labores que mezclan varias de estas ocupaciones. Una galaxia abierta que abraza el modelo Sandbox donde en lugar de avanzar en una narrativa nosotros escribimos nuestra propia historia, decidiendo qué trabajos aceptar y cuáles no, a dónde ir y qué hacer según se ajuste a nuestros deseos. Todo por supuesto a los mandos de diversas naves que podremos modificar para dotarlas de diferentes capacidades.
En breves palabras, Elite Dangerous es un simulador espacial, una enorme bestia moderna que sigue los pasos y los sueños de juegos como Wing Commander y Freelancer en un género que se consideraba muerto y discutiblemente lo estuvo durante una temporada, y que ahora ha comenzado a revivir en estos últimos años gracias a Kickstarter, el modelo que podríamos llamar «juego por demanda» y esta nueva edad de oro de los indies que estamos viviendo. Juegos de nicho, al fin y al cabo, como ya he dicho antes, y todo por una razón muy simple: Elite Dangerous no es un juego para todos.
Los primeros pasos en el tutorial de Elite son pequeños y deliberados. Una vez en la cabina de nuestra pequeña nave de inicio, una Sidewinder, aprenderemos lo básico para poder lanzarnos al mundo. Cómo pilotar nuestra nave, aterrizar en estaciones y en tierra, realizar labores de minería y viajar entre diferentes sistemas y dentro de estos, luchar, realizar trabajos de transporte, etc. La experiencia en un principio puede ser algo abrumadora. Es mucha información la que se tiene que absorber y durante las primeras sesiones de juego nos sentiremos algo torpes, pero si se le da tiempo uno se hace al manejo de la nave. Los controles están bien adaptados al mando de PS4 y en unas horas de juego comienzan a ser naturales y fluidos.
Tras los tutoriales podremos empezar el juego en sí. Podemos jugar de diferentes maneras: en solitario, con un grupo cerrado de amigos u online. Nuestras naves, niveles y posesiones serán las mismas para cualquier modo en el que juguemos y podremos ir cambiando entre uno u otro. La única pega es que esto significa que, aunque juguemos solos tendremos que tener una conexión a Internet constantemente si queremos jugar, lo cual puede llegar a ser algo frustrante cuando en medio de alguna misión en solitario la conexión se corta y el juego te devuelve al menú principal.
Pero de vuelta a lo principal. Cuando empezamos el juego con nuestra nueva Sidewinder empezaremos a hacer pequeños trabajos para obtener créditos. Para conseguir trabajos tendremos que atracar en las diferentes estaciones, comprobar los contactos que haya en la que nos encontremos, buscar entre las diferentes tareas que podremos realizar para los contratistas y elegir alguno según la paga que nos ofrecen, mirando si cumplimos los requerimientos para aceptar el o los trabajos que se nos brindan. Los trabajos realmente son contratos, los cuales pueden tener consecuencias en caso de fallarlos, por ejemplo, multas asociadas. Así que antes de aceptar un trabajo conviene leer la letra pequeña.
Mediante estas tareas y nuestras propias actividades, como minar asteroides, comerciar, meternos en problemas o explorar y vender datos de exploración, iremos avanzando en el juego. En Elite Dangerous el avance se mide de dos formas, siendo la primera de estas el dinero. Como pilotos «independientes», si no nos hemos aliado a alguna facción, lo cual es posible a partir de cierto nivel en el juego, el dinero es nuestro bien más importante y necesario, las reparaciones y el combustible cuestan dinero y si queremos acceso a mejores naves y equipamiento tendremos que dejar una buena cantidad de créditos. Por tanto, el dinero y los bienes es lo más importante para avanzar en el juego.
La segunda son los diferentes niveles o rangos. Tenemos cuatro ramas diferentes en las que podremos avanzar: Combate, CQC, Exploración y Comercio. Según vayamos realizando tareas que pertenezcan a una u otra rama iremos ganando rangos en estas. Ciertas misiones requieren cierto rango mínimo. Tanto el dinero como los rangos se ganan lentamente, de manera que tenemos tiempo de aprender a realizar las tareas que conllevan cada rama antes de poder subir de rango en esta.
No podríamos hablar de ningún simulador espacial sin referirnos al manejo de este. Teniendo en cuenta que vamos a estar la mayor parte del tiempo pilotando queremos que el control de las naves sea una buena experiencia. Y lo es, aunque es cierto que tardé cierto tiempo en acostumbrarme, pero el trabajo realizado en el Elite Dangerous para adaptar el manejo de las naves al mando de la PS4 es muy bueno, siendo capaces de realizar movimientos precisos con el mando, así como acceder a los diferentes controles avanzados de forma rápida y eficiente.
Hablando del manejo en general del juego cabe destacar el uso del control «táctil» del mando de PS4 para acceder a las diferentes pantallas de la nave. Lo que nos permite revisar información como nuestros niveles, estado de la nave, bodega de carga, etc. Esto está hecho con mucho gusto, cuando uno pulsa el panel en la posición relativa en nuestra cabina de un panel, este se abre. Resultando en una sensación de inmersión, sentimos que realmente estamos ahí.
Pasando ahora al aspecto visual del juego, este luce muy bien en la PlayStation 4. El aspecto de los soles, planetas, asteroides y estaciones es muy realista, dotando de una fantástica inmersión en general. Con respecto al espacio en sí, el juego hace un maravilloso trabajo en dotar de interés y la sensación de movimiento mediante efectos de partículas. Además, está perfectamente adaptado a la consola: durante mi extenso tiempo de juego nunca he sufrido un bajón de frames. Pocas veces el espacio ha sido tan hermoso y el primer salto entre un sistema y otro es una magnifica y preciosa experiencia, así como el primer aterrizaje en una estación.
Probablemente las superficies planetarias son lo que necesitan más trabajo. Su aspecto es generalmente aburrido y blando, algo nacido de su construcción mediante generación procedural. Sin embargo, los grandes protagonistas del juego, las naves, tienen un aspecto pulido y trabajado. Todas son diferentes, dan diferentes impresiones y se sienten diferentes al manejarse.
El combate en sí es una experiencia intensa, sobre todo las primeras veces. Si aún no estamos acostumbrados al manejo general de la nave puede resultar algo caótico al principio. Por tanto, como recomendación diría que es importante tener ya un cierto nivel en el control de nuestra nave antes de lanzarnos a misiones que entrañen conflicto. Un mal movimiento o meternos en algún problema con una fuerza superior a la nuestra nos llevará a una derrota segura. Y como sandbox que es en Elite Dangerous estas situaciones se dan a menudo, así que hay que estar preparados para escapar en caso de que la situación se recrudezca.
Hablemos ahora de nuestro gran acompañante en el vacío del espacio: la música. Elite Dangerous tiene una banda sonora que no llega a distinguirse por sí misma. Las piezas clásicas que nos acompañan son muy ambientales, nos ayudan a disfrutar de la experiencia más que destacar. Son un trabajo decente, pero no ambicioso ni espectacular.
Elite Dangerous es un título que de seguro seguiré jugando tras este análisis. Es un refugio, un espacio en el que puedo perderme y en el que poco a poco ir medrando y mejorando. Una experiencia muy buena para cualquier amante de este género, así como para aquellos que sientan curiosidad por adentrarse en él. Un enorme universo de posibilidades en el que escogeremos nuestro propio camino en el espacio, si acaso se es lo suficientemente osado como para ponerse a los controles de una nave y recorrerlo.