«Nuncanoche» es el primer volumen de la trilogía escrita por Jay Kristoff (Perth, 1973) sobre Mia Corvere y su universo. Publicada originalmente en 2016, tuvo una primera edición en castellano en 2018 a cargo de la ¿desaparecida? línea Fantascy, al igual que «Tumba de Dioses», su segunda parte.
¿Y después?
Nada.
El vacío.
El oscuro abismo.
Una trilogía olvidada a falta de la publicación de su última entrega, sin respuesta por parte de la editorial ni aparente justificación.
Nocturna ha considerado oportuno recuperar la publicación de la obra de Kristoff en castellano y no solo reedita las dos primeras entregas (ya disponibles), si no que publicará «Darkdawn» (título provisional) en septiembre, respetando portadas y la traducción de Manuel Viciano.
¡Oh, Diosa, que tremenda felicidad!
El argumento.
En una tierra de tres soles que nunca dan paso a la oscuridad, la joven asesina Mia Corvere acaba de unirse a la banda más mortífera de la República.
De niña, Mia sobrevivió sola y a duras penas tras la rebelión fallida de su padre, que murió ejecutado por traición. Pero su misterioso don para conversar con las sombras la llevó por un camino más siniestro de lo que jamás hubiera podido imaginar.
Ahora, años más tarde, debe demostrar su valía en la Iglesia Roja. Los pasillos de esta escuela de asesinos están llenos de traiciones y, para llegar a ser la adversaria que desea, Mia tiene que sobrevivir a la iniciación.
Si lo logra, estará un paso más cerca de su único objetivo: venganza.
«Nuncanoche» es fantasía.
Pura fantasía.
De la de mundos imaginarios, grandes aventuras y mapas en las contraportadas; de la de problemas eternos, giros inesperados y aprendizajes.
No hay nada excesivamente nuevo o innovador en «Nuncanoche» pero todo se percibe original, novedoso y rompedor. Una mezcla de elementos ya vistos pero que juntos, bien coordinados y bajo la narrativa de Kristoff, brilla (en la más profunda oscuridad, claro).
Nunca te encojas.
La premisa maneja un clásico en la fantasía: una joven acomodada despojada de todo su mundo por un acto injusto y su posterior educación en busca de venganza. Y eso nos lleva al primer punto fuerte de «Nuncanoche»: Mia Corvere, nuestra protagonista, es una chica con una historia que contar.
Ya desde la primera página Kristoff nos cuenta, encarnado en un narrador, lo que va a pasar, lo que vamos a leer en los tres volúmenes. Una página que contiene los rasgos principales de la historia, su oscuridad, su violencia.
Un arranque que continúa con una serie de capítulos iniciales realmente buenos, de los que hacen muy difícil soltar el libro.
Un discurrir que alterna presenta y pasado y que va introduciendo la información sobre el mundo que habita Mia, sus sociedades, su República… información completada con las notas a pie de página en las que el narrador da rienda suelta a su conocimiento y su ironía.
Ese estilo va a seguir inmutable durante las 700 páginas de «Nuncanoche», dosificando los recuerdos de infancia de Mia y centrándose en el presente, según discurre la historia.
Nunca temas.
Itreya, el mundo creado por Kristoff, con claras influencias del Imperio Romano o de una Venecia en carnavales, es un mundo tenebroso y sangriento. A pesar de estar iluminado por tres soles que arrojan una luz casi perpetua (hay una noche real cada varios años…) la oscuridad y el peligro es constante.
Una República con líderes ansiosos de poder absoluto, una religión en torno al dios Aa, representación del Sol, frente a Niah, su esposa caída en desgracia que representa la noche y la oscuridad. Unas clases sociales claramente estratificadas en una ciudad como Tumba de Dioses, centro del Imperio. Pero, como se indica en el libro, cuanto más brilla la luz, más poderosas son las sombras.
Y ahí, en esas sombras, es dónde se esconde el futuro de Mia. Corvere persigue venganza y para eso debe ingresar en la Iglesia Roja, consagrada a Niah, oculta ante el poder de la República y encargada de educar a los mejores asesinos posibles: las Hojas.
Pero eso no es todo: de la imaginación de Kristoff sale todo un universo de amplias posibilidades. Hay monstruos en la arena que recuerdan a Dune, personas capaz de albergar a seres en su sombra y controlarlas, magya arcana, rituales de sangre, espadas ardientes con la luz de un sol y una mitología que se va desgranando poco a poco.
«Nuncanoche» atrapa con su fantasía oscura y es bastante más que una suma de clichés: tiene una arrolladora personalidad, una protagonista excelente, buena galería de personajes, un interesante mundo propio y no se corta a la hora de introducir elementos escabrosos. Un mundo violento, lleno de sombras, con una gran ambientación y la firme promesa de que la sangre no ha hecho más que comenzar a derramarse.
«Nuncanoche» va permutando entre diferentes ejemplos de fantasía y no es indiferente a ejemplos escolares como la saga Harry Potter. La Iglesia Roja no deja de ser un Hogwarts sangriento, con clases sobre venenos, secretos, robos y asesinatos, donde la integridad física de los alumnos no es un tema a tratar en el claustro escolar. Clases, relaciones entre alumnos, el fino hilo entre la adolescencia y el mundo adulto, una buena dosis de hormonas desatadas y venganza. Kristoff va añadiendo las cantidades justas de cada elemento en momentos claves, sin que le tiemble el pulso ante combates a muerte, baños de sangre o primerizos encuentros sexuales.
Quizás abuse de la fórmula de capítulo con giro argumental – consecuencias – calma y vuelta a empezar, pero el ritmo es constante.
Jay Kristoff tampoco pierde la oportunidad de añadir temas tan importantes como la ética y la moral en un mundo sin escrúpulos, el fanatismo religioso o los prejuicios. Sin intentar aleccionar pero ahí están, flotando entre la sangre.
Los referentes incluyen a Robin Hobb y sus asesinos, George R. R. Martin y los giros argumentales, el mundo de Harry Potter y casi cualquier elemento fantástico que ha funcionado en las últimas décadas. Pero «Nuncanoche» es bastante más que una suma de clichés: tiene una arrolladora personalidad, una protagonista excelente, buena galería de personajes (¡viva Don Majo!), un interesante mundo propio y no se corta a la hora de introducir elementos escabrosos.
Un libro que comienza con la relación entre muerte y excreción humana no lleva camino de arrepentirse de nada, que se lo digan a Abercrombie.
Y nunca, jamás, olvides.
Me cuesta entender cómo alguna editorial ha dejado escapar esta oportunidad y dejar a los lectores en la estacada a falta de un libro. Eso sin haber tenido la oportunidad de leer «Tumba de Dioses» y su capítulo final, todavía.
Cosas del mundo editorial, supongo.
Hay que agradecer a Nocturna la recuperación de la saga, junto con una excelente edición que arranca con los marcos ilustrados en el inicio de cada capítulo, respetando las portadas originales y la brillante traducción de Manu Viciano, que no ha debido de tener fácil tanto juego de palabras, tanta ironía y un sistema nuevo de términos y nombres (Don Majo me parece una genialidad).
Quizás las editoriales estén aprendiendo algo de estos casos de sagas inconclusas, tanto Nocturna como, por ejemplo Gamon Fantasy, que incluye una especie de compromiso de publicación en cada uno de sus libros. No es el hecho de no terminar una publicación, es la falta de respeto y confianza hacia el lector.
Volviendo a «Nuncanoche», en Fantasymundo ya teníamos una reseña a cargo de Patricia Llamas (que ahora podéis seguir en Sigue en serie), pero siempre es buen momento para recomendarla.
«Nuncanoche» me ha atrapado con su fantasía oscura, a medio camino entre la joven-adulta y la adulta, capaz de entretener, divertir y sorprenderme a pesar (o gracias a…) sus 700 páginas. Un mundo violento, lleno de sombras, con una gran ambientación y la firme promesa de que la sangre no ha hecho más que comenzar a derramarse.
Mia Corvere, la chica con una historia que contar, resulta una protagonista impecable y a su alrededor orbitan una serie de cuestiones a explorar en los próximos libros: su venganza, su condición de tenebra y su papel en la República itreyana.
Nos veremos en «Tumba de Dioses».
Larga vida a la veroscuridad.