Arte, historia y técnica. Texto, pintura y fotografía. Hierro, pólvora y pigmento. Todos reunidos en un libro en el que se complementan para ofrecer al lector una experiencia visual completa
Aceros y pinceles
Los seres humanos carecemos de garras poderosas, colmillos afilados, cuernos puntiagudos o venenos letales. Y, sin embargo, hemos prevalecido sobre las otras especies.
Una razón es la combinación de un cerebro desarrollado, capaz de imaginar y crear herramientas, con unas manos prensiles capaces de empuñarlas.
Entre todas las herramientas creadas por la humanidad, las armas ocupan un lugar propio, quizá por su poder para trazar la línea que separa la vida de la muerte.
A ellas está dedicado el libro El hierro y la pólvora, publicado hace unos meses por la editorial Espasa. Pero no a cualesquiera armas: su temática es el armamento individual español que aparece en la obra del pintor Augusto Ferrer-Dalmau.
«A nivel téctico, la introducción del fusil con llave de chispa y bayoneta, que fue sustituyendo paulatinamente a las picas, arcabuces y mosquetes, obligó a la infantería a buscar mayor efectividad en el fuego defensivo y ofensivo. Las formaciones en cuadros nutridos de los tercios, con sus diferentes especialidades (piqueros, coseletes, mosqueteros,arcabuceros…) evolucionaron hacia formaciones en línea con predominio del frente sobre la profundidad…»
Un recorrido histórico, táctico y técnico desde el siglo XVI hasta nuestros días
El libro está organizado en capítulos que van narrando la historia militar española, de una manera somera pero bien armada, desde el siglo dieciséis hasta la actualidad.
La razón de ese intervalo temporal es, simplemente, que abarca las épocas y las armas que más interesan al artista desde el punto de vista pictórico.
Su estructura combina textos, escritos con la colaboración de Lucas Molina Franco, con pinturas de Augusto Ferrer-Dalmau y con fotografías de algunas de las armas originales que empuñaron los soldados que aparecen en ellas.
El resultado es ameno de leer y, sobre todo, un goce para la vista. El protagonismo de los cuadros de «el Pintor de batallas» no se ve mermado por las fotografías, sino que unos y otras conviven en férrea armonía.
Precedidos de una extensa introducción, que ahonda en la vida y obra de Ferrer-Dalmau, y completados por una detallada bibliografía, estos son esos capítulos:
- Siglos XVI y XVII. La expansión de la monarquía española
- Siglo XVIII
- Guerra de la Independencia
- Guerras Carlistas y otros conflictos civiles
- Guerra de África (1859-1860)
- Campañas y guerras de ultramar: Cuba y Filipinas
- Las campañas de Marruecos
- La Guerra Civil de 1936-1939
- Otros conflictos del siglo XX
- Un ejército para el siglo XXI. las misiones internacionales
«Los infantes podían sacar más rendimiento al fuego de sus fusiles empleando la bayoneta —a modo de pica— para rechazar a la caballería o atacar a la infantería enemiga cuando se llegase al contacto…»
Artista y colecionista
Lo que distingue este libro de otros publicados con anterioridad que recogían la obra de Ferrer-Dalmau —como Imperio , que reseñamos en Fantasymundo en su día— es precisamente la presencia de fotografías.
¿Y de dónde proceden todas esas piezas originales —armas blancas, principalmente: hay más hierro que pólvora—, que han sido fotografiadas?
La mayoría de esas armas históricas forman parte de la colección de Lluc Sala, miembro del Gremio de Anticuarios de Catalunya, de la Federación Española de Anticuarios y de la Arms & Armour Society London. Su establecimiento, Antiguedades Sala, es uno de los más reputados del gremio.
Pero también hay piezas de colecciones particulares, entre ellas la del propio pintor.
Y es que el artista colecciona sables de caballería, poseyendo más de una treintena de piezas raras. Prefiere los filos a la pólvora.
«Ante estos avance técnicos, la caballería también tuvo que adaptarse. A mediados del siglo XVII pareció renacer. Algún autor ha calificado la centuria como la edad de oro de la caballería. Al entrar en combate, la caballería de línea y la ligera (los húsares) limitaron el uso de las pistolas por el del sable, recuperando parte de la fuerza que la infantería de los tercios le había arrebatado en el siglo XVI… »
Un arsenal visual
Sin desmerecer los textos, que soportan la difícil tarea de condensar medio milenio de historia militar en poco más de cien páginas, para mí el principal atractivo de El hierro y la pólvora es el visual.
La obra de Ferrer-Dalmau es bien conocida por los aficionados, y muchos de los cuadros que aparecen en este libro ya han sido reproducidos en otros volúmenes. Pero verlos compartiendo trinchera con las armas originales que aparecen en ellos es una novedad que merece la pena disfrutar.
«Las cargas al arma blanca olvieron a ser decisivas contra formaciones de infantería integradas por tropas bisoñas. Los escuadrones se lanzaban al galope, con el sable recto (carga a «pecho petral») o lanza en mano, buscando el choque contra las filas contrarias. Había que actuar con mucha rapidez para no dar tiempo a los fusileros. Si estos aguantaban, los jinetes se retiraban para cubrir bajas y volver a la carga…»
Una estupenda edición en cartoné, a la altura de la calidad de las imágenes
Tiene este libro aquel el encanto de los libros ilustrados con los que tantos fuimos aprendiendo a leer, y a amar la lectura, en nuestros primeros años de curiosidad infinita.
Sus ciento treinta y seis páginas de papel satinado, encuadernadas en cartoné, constituyen, en cierta forma, un pequeño museo particular de las artes y las armas.
Pólvora libresca para nuestros estantes, con tanto colorido como fuegos artificiales.
