Lo que al cerrar el Maximum Berserk 1 parecía el final del guerrero negro ha terminado siendo su enésima venganza y el preludio de una de las sagas míticas del manga: la Edad de Oro.
En los capítulos finales de “Guardianes de la codicia” Guts pone fin al reinado de terror del Conde utilizando el único resquicio de humanidad que quedaba en su alma maldita, Theresia. Con la traumatizada hija de su enemigo gasterópodo como escudo, el portador del Estigma consigue rebanar la cabeza de la babosa —única parte de su anatomía que no puede regenerar— y pone al Conde a su merced de manera poco decorosa.
Sea por ira, por miedo o por el hartazgo que le provoca su sino, Guts se ensaña de tal manera con lo que queda del Conde que sus lamentos, mezclados con el deseo de vivir, provocan la apertura de un vórtice sobre el cielo de la ciudad que transporta a Guts, Puck, Theresia y al propio Conde a otra dimensión habitada por los cinco Mano de Dios.
Los ejecutores del mal, que reciben al elenco de “Guardianes de la codicia” en un espacio laberíntico inspirado en los diseños de Escher, son monstruos diabólicos al servicio de una entidad maligna superior que en otro tiempo fueron humanos, aun cuando su apariencia actual —inspirada en los cenobitas de «Hellraiser»— pudiera hacernos pensar lo contrario.
No es la única referencia marcadamente literaria reflejada en los cinco Mano de Dios, ya que éstos deben su nombre a las novelas “Void”, “Ubik”, “Slan” y “Tu, el inmortal” —serializada como “…y llámame Conrad”— de los maestros de la ciencia ficción Frank Herbert, Philip K. Dick, A.E. Van Vogt y Roger Zelazny respectivamente.
Diréis… ¡pero si solo hay cuatro nombres! Pues sí. El que falta no está en los libros ni falta que hace —valga la redundancia— porque nada más verlo Guts grita su nombre, ¡Griffith!, aquel conocido como Femto en su encarnación como uno de los cinco Mano de Dios y quien marcó al guerrero negro con el Estigma del Condenado.
Antes de entrar en materia me gustaría haceros partícipes de mi firme intención de aprovechar la oportunidad que nos brinda Panini Cómics con la reedición Maximum Berserk para ahondar con esta serie de reseñas en la diversas influencias que jalonan el mundo de fantasía creado por Kentarō Miura, de las que ya he dado alguna breve pincelada. Conocer las referencias utilizadas por el mangaka de Chiba para dar forma a la obra de su vida nos permitirá sacar el máximo provecho a Berserk y, además, nos brinda la ocasión de revisitar —o descubrir— a los grandes autores de múltiples artes que influyeron en el manga, como el inmenso cineasta que presta a Miura la atmósfera en que se desarrollan los primeros capítulos de la Edad de Oro: Paul Verhoeven.
El comienzo de una saga que si nos ceñimos a su nombre promete esplendor no podría ser más lúgubre. Un grupo de mercenarios va de ruta una lluviosa noche cuando descubren, bajo un grupo de cadáveres colgados de un árbol, el gélido cuerpo de un bebe todavía con el cordón umbilical. Shisu, una de las mujeres de la caravana, corre a recoger al recién nacido mientras los demás, entre el espanto y la indiferencia, le preguntan al líder si será conveniente llevar consigo a una criatura que ha entonado su primer llanto en un charco de sangre y líquido amniótico a los pies de su madre muerta.
Precisamente debajo de otro ahorcado en un árbol encuentra la princesa Agnes la mandrágora en “Los señores del acero”. La raíz mágica, que crece gracias al semen eyaculado por los hombres ahorcados, tiene el efecto de convertir al hombre y la mujer que se la coman en amantes para siempre (otros dicen que es un simple nabo).
En la película que allanó el camino para el posterior debut de Verhoeven («Robocop», «Desafío Total», «Instinto Básico») en Hollywood, una aventura medieval rodada en Ávila y Belmonte, también hay mercenarios sin escrúpulos dedicados al pillaje, un tratamiento del medievo nada edulcorado (“Flesh+Blood” es su título original) y un protagonista tan carismático como ruin encarnado por el mítico Rutger Hauer (“Blade Runner”, todo dicho) al que recuerda mucho el padre adoptivo de Guts: Gambino.
Tras la muerte de su segunda madre cuando el niño tiene tres años, el líder de los mercenarios se hace cargo del crío —por decir algo— y le enseña a luchar para sobrevivir, porque ni Gambino ni el resto de la cuadrilla tienen la intención de cargar con el niño maldito si no empieza pronto a ser de utilidad.
Con once años Guts tiene que independizarse forzado por las circunstancias y comienza a servir como soldado de fortuna, o eso suponemos, porque la siguiente noticia que tenemos sobre su vida es casi un lustro después cuando acaba con el temible Caballero Gris en el asedio a un castillo.
La hazaña le sirve para conseguir unas monedas de oro extra y para llamar la atención de un grupo de mercenarios que nutrían las filas del enemigo, con los que se topará poco tiempo después en un solitario camino. Nada más ver al guerrero que acabó con Bazuso, el osado mercenario Corcus propone a sus compañeros de faena asaltarlo, moción apoyada por varios de sus compinches pero no por el líder de la Banda del Halcón: Griffith. ¿Os suena, verdad?
Obviamente, la tropa de Griffith no puede con Guts, obligando a intervenir al imbatido espadachín antes de que el impetuoso dueño del espadón lo convierta en solista. En un abrir y cerrar de ojos Griffith hiere a Guts lo suficiente como para dejarlo fuera de combate durante dos días con sus dos noches. Al tercer día, nuestro bravo protagonista sobrevive a sus pesadillas y recupera la consciencia para enfrentarse otra vez a su nuevo contrincante previa apuesta de que si pierde, se unirá a la Banda del Halcón.
La pelea es larga y la derrota de Guts dulce para el lector, porque gracias a ella el otrora niño maldito comienza una historia formidable que continuará en el tomo Maximum Berserk 3 a finales de octubre.
El inicio de la Edad de Oro rompe el escudo tras el que se ocultaba el guerrero negro y destapa la infancia de un hombre maldito criado entre sangre y acero. La personalidad de Guts gana en matices al tiempo que Berserk pone las primeras piedras de una saga legendaria repleta de aventuras, fantasía y sufrimiento que cuando se acabe, echarás de menos.
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