La nueva miniserie de Disney+, “Pam & Tommy” tiene como argumento una suceso real que nunca me habría esperado asociado con el estudio del ratón: la del video sexual de Pamela Anderson y Tommy Lee, que fue robado y difundido a mediados de los años 90, y del escándalo que siguió.
Era un video privado, que sus protagonistas jamás habrían querido ver convertido en objeto de dominio público y tema de conversación, la que menos Pamela. Internet no había salido aún de sus años de infancia y ya lo estaban utilizando para invadir la intimidad de los famosos, ganar dinero de manera ilegal y llevar a cabo venganzas del tipo más sórdido. Convertir un hecho así en serie se me antojaba, por un lado, insuficiente para llenar 8 horas de televisión y, por otro, sensacionalista y de mal gusto. Ahora, vistos los primeros episodios de “Pam & Tommy”, me alegra decir que me equivocaba.
En la serie de Disney+ rebosa el talento, tanto delante como detrás de las cámaras. En casos así a veces no importa tanto qué se cuenta, sino cómo se cuenta. Lo que tenemos aquí es un producto entretenido, gamberro y mordaz; pero también incómodo, crítico y hasta tierno.
Cuenta con buena música y dirección, excelente maquillaje, vestuario y peluquería, y unas interpretaciones extraordinarias. Aunque nada más de “Pam & Tommy” te llame la atención, ver a Lily James (“Cenicienta”) y Sebastian Stan (“Vengadores: Endgame”) ponerse en la piel de los personajes principales, transformándose de una forma tan soberbia, ya es motivo suficiente para dar una oportunidad a la serie y buena justificación de su existencia.
“Pam & Tommy» está muy bien hecha a todos los niveles.
Hay tercer personaje que resulta indispensable para la trama: Rand Gauthier, el ladrón de la cinta, interpretado por Seth Rogen. Su punto de vista es el primero que se nos muestra. La miniserie busca, con gran inteligencia, ganarse al espectador construyendo una historia clásica. Un perdedor que decide ajustar cuentas con quien le ha menospreciado. Es fácil empatizar con su situación, desear que su plan salga bien. A ello añadimos una buena dosis de humor y es inevitable dejarse llevar por el divertido robo amateur, olvidando la gravedad del delito y la inmoralidad de sus acciones.
¿Puede algo así ser motivo de risa? ¿Acaso el tono desenfadado no le quita importancia a un tema tan espinoso? Son comprensibles los reparos. Sin embargo, “Pam & Tommy” enreda a la audiencia con un entretenimiento provocador, instando a disfrutar de los acontecimientos, para luego introducir poco a poco los elementos más desagradables, la otra cara de la moneda. Además, el énfasis en el humor y la excentricidad ayudan a no caer del todo en el voyeurismo. Un ejemplo: las escenas de sexo son absolutamente antieróticas… e incluso hay una en la que un personaje mantiene una conversación con un pene animatrónico. Sí, has leído bien.
La parte cómica no se deja de lado aun cuando se entra en consideraciones más serias, una vez que se muestra a Tommy y, sobre todo, a Pamela como personas y no como famosos unidimensionales, idiotas, egocéntricos o ambas cosas.
La química entre los actores traspasa la pantalla. Por momentos hace olvidar lo ridículo de sus circunstancias (se casaron después de conocerse solo durante 96 horas), brindando escenas sorprendentemente adorables. También sutilmente dramáticas. Y es que Pam es un personaje trágico: tratada como objeto, negándosele la oportunidad de llegar a ser algo más y, después, juzgada por ello, ridiculizada. No por nada era ella el principal (puede que único) reclamo para vender la cinta. La serie plasma sus intentos por ser tomada en serio como actriz y alude a la doble vara de medir de la sociedad al tratar a hombres y mujeres y al valorar sus comportamientos. Así, refleja en clave de sátira una época y una mentalidad desfasada, cuyos coletazos aún siguen vigentes.
Es pronto para asegurarlo, pero apostaría a que en los capítulos que quedan por emitirse se pondrá aún más énfasis en lo que el escándalo supuso para Pamela y la crítica se irá haciendo más aguda. Veremos al mundo burlarse de una mujer cuya intimidad ha sido violada y, con suerte, entonces recordaremos a Rand y lo simpático que nos parecía.
Volviendo al carpintero, un aspecto en el que encuentro que la serie flojea es en los minutos que dedica a contarnos su vida privada. Es interesante ver cómo funcionaba internet en sus primeros tiempos o los entresijos de la industria del porno en los 90. Más allá de eso, los detalles sobre el día a día de Rand o de su vida amorosa me parecen superfluos.
Por otro lado, a Pamela la presentan (al menos en estos capítulos iniciales) como demasiado ingenua y hasta diríase que tonta. Una caracterización que choca con la intención de reclamar para ella el respeto que no se le dio en aquel momento. Por no hablar de que esa ingenuidad no es siempre creíble, dados los años de experiencia en Hollywood con los que contaba.
Sea como fuere, “Pam & Tommy” es una serie muy bien hecha a todos los niveles, alocada, llamativa y orientada en una dirección muy interesante por su enfoque. Y si todo eso falla, siempre quedan Lily James y Sebastian Stan, fantásticos e irreconocibles.