Mariana Sández (Buenos Aires, Argentina, 1973) es una experta filóloga y doctora en Teoría de la Literatura que es capaz, y ésta es una característica muy poco común, de trasladar este conocimiento teórico a la práctica de la creatividad y la escritura con ambición, calidad y solvencia.
Lo hace además de forma apabullante, publicando sus textos en periódicos y revistas, y exhibiendo su técnica tanto en los textos expositivos (‘El cine de Manuel’; 2010) como en los narrativos y, en estos últimos, tanto en el relato (‘Algunas familias normales’; 2016) como en la novela.
‘Una casa llena de gente’ es una novela de tono dulce, suave y melancólico que recorre con añoranza, y algo de amargura, una infancia lejana y una sociedad imperfecta desde una potente voz femenina
‘Una casa llena de gente’ (Impedimenta, 2022; originalmente publicada en 2019) es su última novela. Un texto inteligentísimo en cuanto a su construcción que se enfrenta, con éxito, al reto de presentarnos una biografía que no lo parece; un retrato sentimental que no lo parece; y un retrato sociológico de una comunidad y una época que tampoco lo parece.
Se oculta todo esto detrás de un potente relato intergeneracional, una voz femenina que se lamenta de la incomunicación en las familias, que nos grita al oído sobre la añoranza (y, a veces, incluso el dolor) que provoca el no decir las cosas, el buscar evasivas y el reducir todo el mensaje a técnicas elusivas de la comunicación directa.
Las tres generaciones representadas aquí (abuela, madre e hija) dialogan entre sí a través del tono y los gestos (la abuela), los cuadernos que la madre deja para la hija una vez ella ha fallecido (la madre) o la novela polifónica y fragmentaria que busca, nuevamente, el discurso indirecto para hablar y decir las cosas.
Un tiempo de discursos indirectos y evasivas
Esta amargura de fondo transforma su eco en un homenaje al lenguaje y a la literatura como forma de comunicación. Cuando todo lo demás falla, en un tiempo de discursos indirectos y de evasivas, la literatura ofrece una forma diferente de decir las cosas. Esta novela es una excelente prueba de esto.
También se realiza una crítica a las consecuencias sociales de esta incomunicación a través del microuniverso en que se convierte al edificio en que esta familia reside y comparte con otras familias. Un espacio simbólico que le sirve a las distintas voces narradoras para criticar el machismo tóxico, la violencia familiar y la condición de la mujer que vive subyugada y atemorizada entre las cuatro paredes de su domicilio.
Al mismo tiempo, los muros del edificio son el contenedor de unas relaciones sociales dónde es el rumor (oír tras las paredes), la indirecta y la acción pasiva son el pan nuestro de cada día.
Una mezcla de tropos literarios que adquieren una nueva forma
El flashback y su finísimo uso del distinto tiempo narrativo es lo que hace que todo esto sea un relato tanto actual e íntimo como social y colectivo. Un relato en dos tiempos (pasado y presente) que da pie tanto al análisis de su presente como al retrato claramente sentimental de un pasado que se recuerda y se añora sin reparo alguno.
Es una mezcla de tropos literarios tan conocidos como “la infancia como paraíso perdido” y la edad adulta como “momento de memoria” de esa misma juventud que, aquí, adquieren una nueva forma al mezclarse habilidosamente con otros discursos y otros mensajes.
Además, Sández desarrolla en la novela una voz presente madura, coherente y sólida que le sirve para presentarnos un retrato de la sociedad argentina de la época de sus padres y sus abuelos con solidez y concreción. Tal es el “realismo” del texto que, a pesar de la multitextualidad de que se hace uso para darle voz a los distintos personajes de cada uno de los distintos tiempos, siempre nos queda claro ante quién estamos, en qué momento estamos y qué se nos quiere contar.
Perspectiva multigeneracional
Así que ‘Una casa llena de gente’ (Impedimenta, 2022) es una novela de tono dulce, suave y melancólico que recorre con añoranza, y algo de amargura, una infancia lejana y una sociedad imperfecta desde una potente voz femenina que sirve, a través de la perspectiva multigeneracional, de representante de una mujer contemporánea compleja y llena de matices.
Un castillo de naipes perfectamente construido, hilado y contado que hace de la lectura de la novela un agradable caminar repleto de emociones humanas a flor de piel.