Los aficionados a los JRPG llevamos unas semanas muy ajetreadas. Hace apenas tres meses con el lanzamiento de Final Fantasy XV, en abril con Persona 5 y ahora con el juego que nos ocupa hoy, Tales of Berseria.
Esta nueva entrega de la saga Tales of, uno de los buques insignia de Bandai Namco, nos cuenta la historia de Velvet Crow, una chica de diecinueve años que, tras la muerte de su hermana mayor y su sobrino, sobrevive con su hermano Laphicet y su cuñado Artorius en un mundo en el que una plaga está transformando a los humanos en Daemons, es decir, monstruos.
Los tres llevan una existencia más o menos apacible hasta que durante la segunda Noche Escarlata las acciones de su cuñado hacen que nuestra protagonista pierda todo, incluyendo su humanidad. Convertida en un híbrido entre humano y daemon y encerrada en una mazmorra durante tres largos años, Velvet jura venganza contra Artorius y todo lo que él representa.
Y con este planteamiento tan manido comienza esta muy lejana precuela de Tales of Zestiria (no en vano ocurre en el pasado del mismo mundo), que cuenta un guión que ya hemos podido disfrutar en multitud de lugares distintos. Además se le suma que el comienzo del juego es bastante lento y lineal, lo que hará que muchos jugadores apenas superen los primeros compases del mismo. Es una pena que esto coincida con la primera vez en la historia de la saga en la que un personaje femenino cargue con todo el peso de la trama, una gran noticia a la hora de la necesaria variedad en el mundo de los videojuegos, que parece anclado en protagonistas masculinos de mediana edad y barba de tres días harto de su existencia.
Por suerte contamos con el típico elenco de personajes que hemos visto desfilar con alguna que otra variación a lo largo de la saga Tales desde el lanzamiento de Vesperia; el mago-alivio cómico, el protagonista misterioso, el artista marcial con mala suerte, el peluche adorable… todos están aquí y cómo viene siendo costumbre, todos comienzan cómo «otro personaje arquetípico más» para ir construyendo su propia y única voz, en un viaje del héroe llevado con total maestría y que merece la pena disfrutar otra vez, salvando así los muebles ante uno de los guiones más flojos que hemos podido ver en esta franquicia.
La jugabilidad sigue los cánones de todo JRPG que se precie; exploración de ciudades, mazmorra, combates, jefe de mazmorra, avance de la historia y volver a empezar hasta acabar el juego. Resulta llamativo lo que tardan en aparecer las siempre celebradas búsquedas secundarias, que no dan señales de vida hasta más allá de un cuarto de la historia, pero salvo eso el desarrollo es el que podemos esperar de un juego del género.
El sistema de batalla pasa por ser una variación más del «Linear Motion Battle Sistem», sistema que debutó allá por 1995 en Tales of Phantasia y cuyas virtudes son conocidas de sobra. En esta ocasión nos encontramos con la desaparición de los clásicos Puntos de Magia, que son sustituidos por un «medidor de almas» que se agotará al realizar acciones de combate y se rellenará al pasar a modo defensivo. Otra forma de rellenarlo será el realizar combinaciones que inflijan estados alterados a nuestros enemigos o que los eliminen, lo que, si sabemos explotarlo, nos permitirá virtualmente pasearnos por la mayoría de combates.
Otras novedades son la incorporación de un nuevo tipo de arte, las Roturas de Alma, un movimiento especial propio de cada personaje cuyo uso será fundamental para mejorar nuestras opciones de salir exitosos de nuestro viaje. Sirva como ejemplo principal la Rotura de Alma de Velvet, nuestra protagonista, que al golpear a un rival absorberá parte de sus poderes y entrará en un estado en el que haremos más daño a cambio de perder vida paulatinamente.
Tampoco podemos olvidar la vuelta de la opción de cambiar de personajes en el transcurso de la batalla, cómo ya vimos en Xillia, lo que nos lleva a unos combates con mayor carga estratégica y en usar nuestra capacidad para adaptarnos a las diferentes situaciones.
Lo peor de este «liberation LMBS», cómo han llamado al sistema de combate, es que resulta demasiado asequible desde un primer momento, dando una sensación de falta de profundidad que resta muchos enteros a un juego que cuenta con una feroz competencia a la hora de hacerse un hueco en las estanterías de los aficionados al género.
Por otro lado debemos destacar dos aspectos más de la jugabilidad. En primer lugar las siempre agradecidas secuencias, pequeños diálogos cargados de humor que mantienen los personajes entre ellos y enfocadas a que forjemos un vínculo con el grupo. En segundo, la novedad que supone el poder gestionar nuestro propio barco pirata, que al explorar los mares del mundo, nos reportará no solo nuevos objetos y recetas, sino que incluso nos descubrirá nuevas zonas y mazmorras.
El resto del apartado jugable cumple sobradamente con las expectativas, gracias en gran parte a unas mazmorras realmente entretenidas y con muchos secretos que desenterrar y a unas ciudades llenas de vida y cargadas de minijuegos muy orientados al fan de la saga, lo que siempre es de agradecer.
El apartado gráfico del juego es quizá dónde más se nota el hecho de que el juego está desarrollado teniendo la versión de PlayStation 3 en la cabeza. Y es que, si bien los personajes y escenarios lucen mejor que nunca con un Cel-Shading espectacular, solo hay que mirar una foto de Final Fantasy XV y otra de Tales of Berseria para ver la diferencia abismal entre ambos juegos (aunque el que hoy nos ocupa no nos castigará con eternos periodos de carga). Dejando esta obvia falta de potencia de lado, cualquier amante del anime no puede más que enamorarse del apartado artístico del juego; personajes atractivos, escenarios tremendamente bellos y unas escenas cinemáticas que ya quisieran para sí mismas algunas series de televisión actuales, no en vano detrás de ellas se encuentra la gente de Ufotable, responsables de la espectacular Fate/Stay Night entre otras.
La banda sonora del juego por otro lado mantiene el excelente nivel que podemos esperar de «Tales Studio», con unas muy dignas composiciones que acompañarán nuestras sesiones de juego a la perfección y que además cuenta con el grupo Flow (conocidos gracias a su trabajo en algunos de los opening de Code Geass y Naruto) detrás del tema principal del juego, «Burn». El trabajo de doblaje sigue rayando la perfección, algo por otro lado habitual en los juegos producidos en el País del Sol Naciente, lo que deja patente la seriedad con la que tratan la industria del videojuego.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar el increíble trabajo de localización llevado a cabo por Bandai Namco Iberia, algo que desde hace un tiempo es cada vez más difícil de encontrar, más aún cuando grandes empresas como Microsoft han decidido dejar de lado nuestro país en sus próximos juegos, lo que nos motiva aún más a agradecer este esfuerzo.
Conclusión
Cuando una compañía publica un juego tan poco tiempo después de un gran lanzamiento del mismo género suele ser por dos motivos; o bien es una joya que puede competir con el primero, o bien pretende aprovechar la ola causada por el gran lanzamiento para vender un producto no tan bueno. Y por desgracia, Tales of Berseria parece pertenecer al segundo grupo.
Una historia algo floja, pocas novedades en el apartado jugable y unos gráficos simplemente aceptables lastran un producto con muchos puntos buenos y del que, sinceramente, esperábamos algo más. Y no es que sea un mal juego, es más, podemos decir que es un juego notable. Pero se queda muy lejos no solo del sobresaliente Final Fantasy XV, sino que tampoco se acerca a ninguno de los grandes juegos de su propia saga como pueden ser Symphonia, Vesperia o Xillia.
Es cierto que esto se debe muy probablemente al hecho de tratarse de una precuela de una de las entregas de la saga que más desapercibida pasó en su momento y de un desarrollo que ha tenido que adaptarse a dos consolas tan diferentes como PlayStation 3 y PlayStation 4.
Así las cosas, tendremos que seguir esperando ese gran Tales que estamos seguros veremos tarde o temprano en la nueva consola de Sony, Bandai Namco es muy capaz de ello.