Como muchos, he sido un gran fan de la serie de juegos Comandos. Crecí jugando a Comandos Behind Enemy Lines y su expansión Comandos: Beyond the Call of Duty. La experiencia de llevar a un pequeño grupo de comandos a través de mapas infestados de enemigos para cumplir los objetivos de la misión, el sentimiento de tensión al mover uno de mis soldados a través de ese campo de minas con centinelas mirando en todas las direcciones… es algo que se queda contigo. Y es algo que casi pensaba que había desaparecido, hasta ahora.
El estudio de videojuegos alemán Mimimi Productions ha logrado que vuelva a vivir estos sentimientos de tensión y suspense con su última obra: Shadow Tactics Blades of The Shogun. En este juego tomamos el control de un grupo variopinto de personajes en un Japón inspirado en la era Edo, que se encontrarán trabajando en diferentes misiones secretas para el Shogun con el objetivo de derrotar a Kage-sama, una misteriosa figura que está conspirando para derrocar el nuevo Shogunato.
Si he de resumir en pocas palabras lo que pienso de Shadow Tactics Blades of The Shogun es esto: no es perfecto, pero he tenido que hacer un esfuerzo para dejar de jugarlo y ponerme a escribir este análisis. Y es que este juego provoca la necesidad imperiosa de hacer un movimiento antes de dejarlo para ir a ese compromiso al que te toca asistir; quizás eliminar a ese guardia que te fastidia tanto los planes, o pasar otro de los personajes del grupo a través de esa patrulla para llegar al objetivo. Si algo consigue este juego es mantenernos con la cara pegada a la pantalla.
Pero antes de seguir en esta caída en espiral hacia diferentes aspectos inconexos del juego, definamos el gameplay de este, pues como se hará patente más adelante, es el aspecto en el que más se apoya el juego. Shadow Tactics Blade of The Shogun entraría en la categoría de juego de tácticas en tiempo real orientado al sigilo. En este controlaremos a un máximo de cinco personajes por misión, con los que tendremos que cumplir objetivos específicos, normalmente en lugares muy vigilados. Los personajes que controlamos tienen cada uno diferentes habilidades que los hacen únicos y mejor preparados en cierto tipo de situaciones. Algunas de estas habilidades nos permitirán realizar emboscadas atrayendo enemigos, distraer guardias, eliminar varios objetivos a la vez, etc.
Y hablemos ahora de los guardias. Nuestros enemigos son una de las partes más importantes de este juego de sigilo. Su visión se representa con un cono, el cual, dependiendo del tipo de guardia, ocupará más espacio mostrando las diferencias de percepción entre los tipos de enemigo. Este cono está dividido en dos zonas, si alguno de nuestros personajes está sobre la más cercana al individuo, este nos detectará y nos atacará además de dar la alarma, lo cual nos pondrá las cosas más difíciles. Por la más alejada, sin embargo, podremos pasar sin que nos detecten mientras que estemos agachados, lo que significa que si atacamos a otro guardia en esta zona o nos levantamos nos podrán ver.
Esto determina la mecánica básica del juego, tendremos que utilizar la visión de los enemigos para ir eliminándolos o pasando entre ellos de forma sigilosa para ir atravesando los mapas. Además de los diferentes conos de visión, cada tipo de enemigo tiene capacidades especiales que otros no tienen. Por ejemplo, a algunos enemigos no les afectan las distracciones tan fácilmente, por lo tanto, serán más difíciles de atraer a emboscadas o distraer para pasar por algún lugar complicado; otros, como los samuráis, serán más duros de matar, requiriendo la coordinación de diferentes personajes a la vez para acabar con ellos.
En Shadow Tactics cada uno de nuestros movimientos es un acto de la mayor importancia, cada acción que realizamos nos acerca hacia el éxito de la misión o hacia un estrepitoso fracaso. Para que la dificultad inherente del juego no se vuelva algo negativo para la experiencia necesitamos de un control fluido de la acción y una interfaz clara. Shadow Tactics nos brinda precisamente eso. El control pocas veces se siente lento o difícil, salvo en algunas ocasiones donde, al girar la cámara, si tenemos un objeto delante de nuestro personaje puede volverse algo errático. Con respecto a la interfaz, esta es muy clara y el juego nos da una buena experiencia tutorial donde aprendemos poco a poco a manejarnos con ella conforme va siendo necesario.
Hablando del tutorial, creo necesario destacar un poco lo bien que lo hace Shadow Tactics a la hora de ir enseñándonos cómo manejar las distintas funciones de la interfaz y las diferentes habilidades de nuestros personajes. A diferencia de otros juegos donde tenemos largas fases de tutorial que luego podemos olvidar, Shadow Tactics nos pone directamente en la acción en escenarios y situaciones cuidadosamente creadas para ir enseñándonos cómo funcionan las cosas de manera casi subrepticia. Cuando queremos darnos cuenta estaremos utilizando las habilidades de nuestros personajes de maneras creativas para alcanzar nuestros objetivos.
Con respecto al estilo visual del juego, este muestra un estilo casi cel-shading, tanto para el entorno como para los personajes. El mundo es vivo y vibrante y la paleta de colores está usada de manera magistral, creando diferentes entornos llenos de color y de gran contraste entre ellos. Cada nueva misión no es solo diferente a la anterior con respecto a objetivos y oportunidades tácticas, sino que es una nueva pieza del mundo a explorar con sus detalles propios.
Hablemos ahora de la historia, y aquí es cuando este análisis se vuelve algo agridulce. La trama en general es decente, sin entrar en detalles que podrían fastidiar el juego, pero la narrativa empieza de una forma bastante mediocre. Empezamos este viaje con el shinobi Hayato y su primer compañero, el samurai Mugen. Ambos trabajan para el Shogunato y, tras una batalla con la que termina la unificación de Japón, ambos comienzan a trabajar para acabar con Kage-sama, un enemigo del Shogun que está luchando contra el propio Shogunato.
La historia va avanzando, vamos conociendo a los nuevos protagonistas y, sinceramente, hasta algo más de la mitad la historia simplemente no me estaba atrapando. Jugaba por el próximo desafío, por la siguiente misión. Y entonces, poco a poco con algún comentario entre los personajes por aquí, una misión donde las cosas se ponían duras para nuestros héroes por allá y sazonado con un evento profundamente emocional casi al final del juego, me di cuenta de que, aunque no era perfecta y aunque tiene un comienzo algo blando, me había ganado. La narrativa me había atrapado, aunque le hubiera costado algo de tiempo para que ocurriera.
Por último, me gustaría hablar como siempre de la banda sonora. La música de este juego es acorde a la temática, algo que podríamos escuchar en una película épica de samuráis. Música definitivamente con muchos toques japoneses y modernizada para dar un toque de epicidad sin dejar por ello a un lado las sutilezas. Su uso en el juego, además, está muy bien medido añadiendo tensión y gravedad al momento que estás viviendo, y dotándolo de significado y emoción.
En conclusión: Shadow Tactics: Blades of the Shogun es un juego que el género necesitaba, un refinamiento de las viejas fórmulas con técnica moderna para insuflar algo de vida a un género del que no se ve mucho, y sin embargo, una fantástica obra en sí misma que merece ser jugada por todos aquellos amantes de esta variedad que quieran sentir de nuevo la emoción de la incertidumbre que provoca realizar un nuevo movimiento. Un sentimiento que de seguro viven ahora los desarrolladores de Mimimi.