Estamos acostumbrados a que los enanos tengan un papel secundario en la fantasía más cercana a la cultura pop, pero en 2003 la novela The Dwarves (la novela en la que se basa el videojuego) puso a estos pequeños seres en la vanguardia de la acción, haciendo de la aventura enana una historia que merece la pena ser leída. De hecho, si solo nos centráramos en la historia, el juego se convertiría en una gran recomendación, pero una jugabilidad muy deficiente y unos acabados nada trabajados hacen muy difícil que The Dwarves este, ni siquiera, en el listado de los juegos a tener en cuenta si nos aburrimos estas primeras semanas del año.

La narración gira en torno a un modelo fantástico convencional, donde los habitantes de la tierra de Girdlegard difieren solo mínimamente de sus homólogos en World of Warcarft o El Señor de los Anillos. Otros personajes clásicos como los elfos, los orcos y los muertos vivientes se suman a la fiesta para cerrar una narración que homenajea a todos estos personajes clásicos del género fantástico. El equipo de King Art Games capta a la perfección la esencia y el carácter de cada uno de estos personajes, y mejora su trabajo con un genial trabajo de doblaje y una animación y cinemáticas muy elegantes.

The Dwarves

La historia gira en torno a la aventura de Tungdil, un hábil herrero enano adoptado por un gran mago que no ha visto a nadie de su especie más allá de lo que hay podido leer en los libros gracias a la amplia biblioteca de su «padre adoptivo». Desgraciadamente, muchos tramos de la historia original han sido recortados para ofrecernos unas escasas 10 horas de juego que dejan con ganas de más pero, sobretodo, con muchas incógnitas que el juego no revela, pero en el libro se tratan en profundidad. Aun así hay que alabar el trabajo de edición, pues el juego une eventos muy separados en la historia con gran sutileza, hasta tal punto que apenas se nota la diferencia si no has tenido ningún contacto con el libro.

The Dwarves

Uno de los inconvenientes del juego radica en su lentitud. Muchas de las interacciones de nuestro personaje tienen lugar mientras «caminamos» por el mapa (solo movemos la pieza de nuestros personajes a través de un mapa tipo Risk), donde minutos enteros pasan sin ningún tipo de acción más allá de leer lo que está pasando y, de vez en cuando, tomar alguna decisión. Aunque en este sentido hay que decir que las decisiones que tomamos son un poco dudosas, pues tomemos la que tomemos la historia sigue su propio curso sin consecuencia alguna. Un ejemplo de la falta de consecuencia lo encontramos en las provisiones para nuestro viaje: si carecemos de ellas nuestros héroes no reciben ninguna penalización (no pasan hambre, ni sed), lo único que ayuda el hecho de tener provisiones es que si hay algún enfrentamiento con orcos o goblins y recibimos daño, alimentarnos durante el camino sanará nuestras heridas. Aunque da un poco igual, pues durante la batalla, si conseguimos cubrirnos bien, nuestros héroes recuperarán vida paulatinamente sin necesidad de ninguna ayuda. En ciertos momentos de la historia tomar la decisión de dormir oculto en un árbol o en mitad del camino sí que puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, pero de base ninguna decisión modifica la historia original.

The Dwarves

The Dwarves tiene cualidades positivas, como la forma en que la historia tiene un impacto notable (aunque sea mínimo) en el combate, ya que una mayor comunicación y afinidad entre los personajes (cosa que lograremos después de muchos diálogos) significará una mayor tasa de recuperación de puntos de salud durante los enfrentamientos. Pero también tiene puntos decepcionantes, como que tras poder llevar a la batalla hasta 14 personajes diferentes solo podamos equipar tres movimientos o ataques mágicos en cada uno de ellos; sí, el combate se hace entretenido y es agradable mientras dura el enfrentamiento de nuestros cuatro elegidos contra 20 orcos, pero se hace cansino ver siempre los mismos ataques. Durante la batalla también se pierde la sensación de control, ya que los personajes luchan solos si les dejamos y podrían ganar algunas batallas sin la necesidad de que nosotros toquemos ningún botón. A veces podemos llegar a pensar que lo único que nos ofrece el juego es sentarnos y esperar a que vaya avanzando por sí mismo.

El diseño del juego también es bastante extraño. La cámara resulta frustrante ya que solo se centra en un personaje sin la posibilidad de tener un control más global/grupal. Sí, podemos acercar y alejar la cámara, pero eso sirve de poco en un entorno donde no controlamos casi nada. Los personajes no pueden personalizarse, puede ser que sea una decisión tomada para acercarse lo máximo posible a las descripciones del libro original, pero resulta decepcionante encontrarse con un RPG que no nos permite decidir ni tomar decisiones sobre nuestro equipo/armamento. Lo máximo que se puede hacer en este sentido es intercambiar amuletos (potenciadores) o equipar pociones de salud y algún que otro consumible.
Además, se nota mucho que el juego está pensado para PC. Tanto es así que ni se han molestado en disimularlo. En la esquina inferior derecha de nuestra pantalla aparecen permanentemente tres botones que no podemos pulsar a no ser que tengamos un ratón, lo que indica que no se ha hecho ningún esfuerzo por hacer un buen traslado del diseño de la versión de PC a la consola. A este fallo se puede añadir una traducción de diálogos incompletos e incluso en idiomas diferentes.

The Dwarves


En definitiva, The Dwarves sustenta su trama en una novela superventas que realmente merece la pena tener en cuenta, pero como juego es desastroso. Lo único que nos mantiene pegados al mando son la ganas que tenemos de avanzar en la historia, pero ni mucho menos su jugabilidad. A pesar de sus virtudes los defectos pesan más en este caso, algo que convierte a The Dwarves en un juego que probablemente caiga en el olvido.

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