Hemos tenido que esperar hasta 2016 para que el proyecto de “Batman: Europa” se materialice en una obra guionizada por Brian Azzarello (100 balas) y Matteo Casali, plasmada por un póker de artistas compuesto por Jim Lee, Giuseppe Camuncoli, Diego Latorre y Gérald Parel.
En esta ocasión, el protector de Gotham es víctima de una infección vírica que merma sus capacidades y amenaza, tal y como reza el mensaje que aparece en el Batordenador, con borrarlo del mapa en siete días. El rastro dejado por el hacker que ha burlado el sistema informático de la Batcueva dirige a Batman hacia el Viejo Continente, primera parada: Berlín. En la capital alemana lo recibirá su viejo enemigo el Joker, con quien deberá unir fuerzas si quieren salvarse de una muerte segura a manos del virus.
De pista en pista y de combate en combate, ambos continuarán su periplo por Europa haciéndose notar en Praga, París y Roma. Las capitales europeas se muestran a través de sus principales lugares de interés, quizá representados de manera demasiado escueta, y por medio de referencias a personajes o hechos históricos relevantes para las mismas.
La intención es buena, la ejecución no tanto. La presentación de las ciudades funciona como introducción un poco forzada de cada uno de los cuatro números agrupados en el tomo de ECC Cómics, renunciando a toda integración en el devenir de la historia. Sí sabemos que estamos en París o Praga, pero no son más que un tenue telón de fondo que no aporta nada al relato. Estamos en Roma como podríamos estar en Moscú, sin que una o dos viñetas en las que vemos el Coliseo nos quiten esa sensación.
Una pena, porque el conjunto es sumamente atractivo. Lee, Camuncoli, Latorre y Parel, en sus respectivos números, dotan a la obra de una estética poco habitual, heterogénea y protagonista, cuyas variaciones en el color y en el enfoque permiten al lector disfrutar de una diversidad realmente estimulante.
Lo dicho nos lleva al más que probable origen de todas las inconsistencias: el guion. La historia de Azzarello y Casali parte de una premisa interesante, dos enemigos acérrimos obligados a colaborar para salvar sus vidas, y trata de hacer reflexionar al lector sobre la naturaleza de la relación entre Batman y el Joker. Sin embargo, al desarrollo le falta hilo. La investigación en busca de la cura del virus carece de pulso, da muchas cosas por hechas y deja otras directamente sin explicación -explícita o implícita-, hurtando a la narración las dosis de intriga necesarias e hilvanando los distintos números de manera un tanto brusca.
Puede que le falte una pizca de intensidad y algún que otro momento de clímax dado lo dramático de la situación, pero reflejan a dos personajes que se relacionan de un modo reconocible.
La visita de Batman a Europa ha tardado más de lo que nos hubiera gustado, pero deja una historia entretenida que sirve de vehículo para que cuatro grandes artistas ofrezcan su particular visión del Viejo Continente y de dos figuras imprescindibles del cómic.