Sin edulcorar (película)

Póngase en una batidora el humor caduco de ‘Seinfeld’ y su nula capacidad interpretativa, la total falta de gracia de una histriónica Melissa McCarthy, y unas líneas de diálogo antipáticas a cargo de la petarda de Amy Schumer. A esta mezcla añádasele una pizca de los peores papeles de Hugh Grant en su carrera. Cuando lo tenga, apriete el botón. Si toma el resultado acompañado de cualquier producto de la compañía Kellogg’s lo que tendrá, sobre su mesa y en la pantalla, será ‘Unfrosted’ (Netflix).

Traducido aquí, muy gráficamente he de decir, como ‘Sin edulcorar’ (Netflix) es, posiblemente, el peor posicionamiento de marca desde la ficción que se ha cometido, y se acometerá, en años. Un truño de tan grandes proporciones que, sin algo que lo acompañe, podría resultar hasta indigesto.

‘Sin edulcorar’ es una película que yo no tocaría ni con un palo

Y es que en esta película nada, y mira que es difícil de conseguir, pero nada de nada, funciona. Los chistes son forzados y sin gracia. Las interpretaciones son artificiales, zafias, sin talento y sin dedicación. El guion resulta absurdo, inconexo y un conjunto ridículo de retales unido por una historia idiota. Por no hablar de los personajes, alguno de ellos con menos personalidad que los personajes de las mascotas de Kellogg’s -que ya es decir-, demostrando ser totalmente incapaces de sostener trama alguna, por tonta que esta sea.

Fíjense como será la estulticia de grande que el líder de la empresa, Edsel Kellogg III (Jim Gaffigan) es retratado aquí como un idiota sin cerebro, un empresario incapaz, necesitado de un currante a su lado, Bob Cabana (Jerry Seinfeld), y su troupe de empleados sin gracia. Menos mal que Kellogg ya era un imperio entonces, y su máxima rival Marjorie Merriweather Post (Amy Schumer), nunca supuso una amenaza, que si no… a saber cómo habrían sido aquellos desayunos.

Uno de esos enormes publirreportajes en forma de película o serie

Ahora, que estamos en un momento dónde el abaratamiento de la producción audiovisual, gracias al auge de las plataformas y el crecimiento del sector que han traído consigo, les permite a las empresas financiarse sus enormes publirreportajes en forma de película o serie. Nos vemos sometidos a una caterva de productos de una calidad tan variada como mayoritariamente pésima.

De todos ellos, ‘Sin edulcorar’ es, hasta el momento, uno de los más claramente pestilentes. Una película que yo no tocaría ni con un palo. Huyan.

Fco. Martínez Hidalgo
Filólogo, politólogo y proyecto de psicólogo. Crítico literario. Lector empedernido. Mourinhista de la vida.

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