Al primer capítulo ya quería cortarme las venas. ¿Qué hice yo antaño para haber pensado, en algún momento de mi vida, que ver ‘Al borde’ (Netflix) podría llegar a ser una buena idea? Quizás me dejé engañar por su tráiler, divertido y entrañable, o por su reparto, dónde Julie Delpy comparte casting con extraordinarios actores como Elizabeth Shue o Giovanni Ribisi. Sea como fuere, digeridos los doce capítulos de que consta, la acidez estomacal resultante me ha dejado más que claro que aquella fue una pésima decisión.
Todo en ‘Al borde’ resulta impostado, artificioso y, por veces, hasta ridículo (el final del piloto es todo un aviso a navegantes). Comenzando, claro, por un guion catastrófico que no da ni una a la hora de decidir cómo tratar los temas de que trata.
La narrativa de ‘Al borde’ es confusa, sus personajes son estereotipos, su humor resulta fallido, su guion nos sume en el tedio, y sus temas adolecen de superficialidad
Y siguiendo por las cuatro mujeres protagonistas, presuntas amigas, cuyas vidas quieren servir de motor a la serie, y cuyos retratos iniciales son tan plasticosos, planos, estereotipados y prediseñados que no consiguen captar nunca una pizca de nuestra decreciente atención. Ni su relación resulta creíble (pronto el cuarteto queda reducido a dúo, incluso), ni su química cimienta esa presunta solidez emocional que las cuatro dicen tener entre sí, ni los retratos de sus personajes poseen una coherencia que se sostenga con el paso de los capítulos.
De hecho, la presencia de Julie Delpy en la cocina doméstica, ¿sería la propia de una chef propietaria de un restaurante de prestigio? Los diseños de Elizabeth Shue, ¿serían los propios de una triunfadora en la moda? Simplemente, no funcionan.
Las escenas cómicas tampoco lo hacen, fundamentalmente, porque demasiadas veces o bien parecen “copias” de otras (Larry David o Carrie Bradshaw están demasiado presentes, como fantasmas) o bien tienen tendencia a caer en un absurdo ilógico incapaz de hacer gracia. ¡Y el ruido! ¿por qué tiene que haber tanto ruido en las escenas con más de dos o tres personajes? Risas estridentes, charlatanería que emborrona los diálogos, sonido blanco, conversaciones a toda velocidad… No pocas veces nos cuesta entender qué están diciendo.
Y todo para intentar, otra vez, retratar de forma crítica a la burguesía anglosajona y a la clase media estadounidense, desde un pseudofeminismo urbano tan ridículo que es insostenible y, hasta diría, contraproducente. Porque, tras tanto cliché y chiste malo y actuación exageradísima, poco -o nada- nos queda claro sobre lo que la serie quiere decir y conseguir: su narrativa es confusa, sus personajes son estereotipos, su humor resulta fallido, su guion nos sume en el tedio, y sus temas adolecen, al final, de una superficialidad tal que acaba por convertir a ‘Al borde’ (Netflix) en una indignante pérdida de tiempo.
La nota positiva: el personaje de Alexia Landeau
Pero digamos algo positivo. Alexia Landeau crea un personaje capaz de destacar y ser recordable entre un caos como pocos. Su mujer en crisis, con fuertes problemas económicos, que intenta sobrevivir y salir a flote de cualquier forma ante la indiferencia (e incluso el cachondeo) de sus “amigas”, nos toca el corazón y es de lo único que desearíamos ver más -mucho más- entre todo este metraje insulso. Lástima que su historia esté tan opacada y solapada.
Lo está, sobre todo, porque Julie Delpy, en su papel de creadora, escritora, productora y directora, no ha sabido autoimponerse límites en su capacidad por ir fagocitando (y empeorando), poco a poco, todo lo potencialmente interesante de esta serie. Hasta dejarnos doce capítulos vacíos en su contenido y mal hechos en su forma, a los que solo la salva algún momento alocado y ciertos personajes secundarios cada vez más eclipsados por el tedio de una protagonista sin alma y sin gracia.
En mala hora se me ocurrió empezar a verla…