Todos sabemos que mayo es el mes de las flores. Lo llaman así, porque es cuando, en el clima templado y mediterráneo —los cuales tienen presencia en nuestra Península—, una gran cantidad de plantas tienen a bien reproducirse.
Es en mayo cuando empezamos a ver los bellos colores de las flores en los parques y jardines, con sus abejas revoloteando, sus mariposas mariposeando, y sus parejas… haciendo aquello que hagan las parejas.
Pero también es conocido por muchos por ser el peor mes del año: el de las alergias al polen. Si bien es cierto que éstas aparecen a lo largo de todo el año, es en esta época que la sangre altera cuando más se desarrollan y más fuerte pegan. Además, hablar de alergia «al polen» es hablar de alergia a muchas cosas. Las más escuchadas son a la vez las que más cantidad de gente padece. La alergia al polen de olivo, y al de gramíneas. Aunque hay algunas otras plantas fabricando polen por esta época que también causan alergias, como el llantén o el plátano de sombra.
Y hay algunas cosas que no dan alergia y la gente cree que sí. No es raro escuchar a algún alérgico al polen —sin que nos especifique al polen de qué planta— que nos diga cleen-ex en mano: «mira cuántas flores hay aquí, no me extraña que me esté dando tanta alergia».
Mire usted, todas estas flores llamativas que usted ve tan coloridas y bellas, con sus pétalos y sus cosas, son las mismas que los insectos ven tan atractivas, las mismas a las que ellos acuden, esas de las que recogen el polen y se largan a otra igual para ayudar a la planta a hacer… lo que hacen las parejas.
Esas plantas con flores tan llamativas son plantas que se denominan entomófilas, es decir, polinizadas por insectos, y no andan tirando el polen a la atmósfera. Su polen es un recurso escaso y caro de fabricar, que tiene una cobertura de sustancias pegajosas y espinas que funcionan como un velcro para adherirse al cuerpo de los animales. Ese polen no se encuentra en la atmósfera así como así. Ese polen no te va a causar alergias.
Son las plantas anemófilas las que hacen eso de liberar grandes cantidades de polen a la atmósfera; y éstas tienen flores que disponen expuestas al viento, y sin grandes adornos y cosas vistosas, porque esas cosas, los pétalos, los sépalos, los colores y olores, estorban al viento y son un gasto innecesario de energía para ellas, y la flor perdería eficiencia. Son esas flores, las del olivo, las del abedul, las del pino, son esas flores que no parecen flores, las que causan problemas de alergia. Las gramíneas no son más que esas espigas que aparecen en los bordes de camino, y plantas del estilo.
Y lo que más llama la atención con el asunto de alergia al polen, es cuando viene el chopo a fastidiar. Y es que ¿quiénes no han visto nunca el polen de los chopos? esas horribles pelusas blancas que se llenan de basura y revolotean por la ciudad durante dos o tres semanas de mayo. ¿Las reconocéis, verdad? Su imagen es muy habitual, como lo es escuchar esa famosa frase: «Mira el suelo, está todo lleno de polen».
No, no me he vuelto loco. No es solo una creencia popular el que eso sea polen, sino que es fácil por esta época ver en varios medios de comunicación cómo hablaban de lo abundante que tal año viene el polen, enfocando una gran avenida completamente alfombrada de esas odiosas pelusas de chopo. «Miren cómo está la calle, está todo lleno de polen, los alérgicos deberían tener cuidado»…
Queridos lectores. Eso que ustedes ven no es polen. El polen es demasiado pequeño como para poderse ver a simple vista; tan solo cuando hay grandes concentraciones de forma muy localizada, puede verse —por ejemplo, si ustedes agitan un estróbilo masculino de un pino, verán un polvo amarillo: eso es polen—. Eso que parecen enormes pelusas no son más que semillas. Sí. Semillas de chopo, cada una de las cuales presenta una gran cantidad de pelos ramificados para facilitar su transporte por el viento —anemocoria—, y por lo visto, le funciona bastante bien. Y las semillas, sepan ustedes, no dan alergia alguna.
De hecho, el polen del chopo es muy poco alergénico y sale mucho antes. El problema está en que esa mata de pelusas es un sitio ideal para que el polvo y muchos granos de polen de otras plantas —de los de verdad— se queden atrapados, y coincidentemente, las fechas en las que se produce la semilla del chopo cuadra de forma bastante precisa con la de producción del polen de las gramíneas, llantenes, olivos y demás flora con ganas de molestar. Así, los granos de polen quedan atrapados entre los vilanos de las semillas del chopo, y… pues eso. Las semillas funcionan como capadores naturales de polen. La buena noticia es que la cantidad de polen en la atmósfera desciende, porque queda atrapado en estas semillas.
Si la semilla se te mete en la nariz, te hace estornudar igual que cuando se te mete un plumón, seas o no seas alérgico al polen. Y si eres alérgico al polen, todo el polen que lleva la semilla atrapado en sus pelambreras te lo quedas tú, y evidentemente, te da alergia.
Hay muchas cosas que se difunden abiertamente por los medios de comunicación, aunque en realidad son datos erróneos. Parece lógico que los medios de comunicación deberían tener la suficiente cultura científica como para no cometer tantos errores, sin embargo, es obvio que esos errores se están cometiendo. De modo que considero importante tener una cultura científica para poder discernir lo correcto de lo incorrecto.
Os invito a que penséis de forma crítica y comprobéis todo lo que os llega por cualquier vía de comunicación. Yo solo os invito a que rechacéis creer cualquier cosa que cualquiera os diga, y comprobéis por vosotros mismos si es o no cierto. Incluso lo que yo mismo os he escrito.
Yo solo invito a reflexionar.
Ldo. Mg. Álvaro Bayón Medrano.