Las batallas de hoy tienen su historia en el ayer y cuestiones que parecen brotar del panorama virtual en nombre de goombas gruñones y rabiosos —valga la redundancia—de Super Mario Bros pueden no ser tan recientes como imaginamos en un primer momento.
De cara a los últimos años, el nombre Mary Sue se ha repetido hasta la saciedad como un término que clasifica a un personaje como “APTO” o “NO APTO”, pero, ¿sabemos de dónde surge?
En palabras de Carlos J. Eguren, autor de la saga Devon Crawford, es “un personaje que podemos identificar con el autor al que todo le sale bien, aunque no venga a cuento”. Para Arantxa Comes, autora de la saga El Don de la Diosa, supone “un ser plano, poco definido, por lo que tiende a ser perfecto. Suele ser el centro de atención y cuenta con poderes extraordinarios” los cuales, según Comes, pueden acabar en un Deus Ex Machina. En resumen, según el imaginario colectivo puede reducirse a una marioneta de la mente pensante en cuestión que no cumple las normas establecidas para el resto de personajes.
Pese a que el término se ha extendido por doquier, especialmente en redes sociales, su origen no se encuentra ahí ni en los medios de comunicación, ni mucho menos en los análisis de cuentos de hadas de Vladímir Propp. Como afirma Eguren, “no forma parte de la crítica literaria más estricta” como tampoco “hay teoría literaria tras el término”.
Todo empezó cuando Paula Smith escribió en 1974 A Trekkie’s Tale, un breve relato cuyo objetivo era reflejar a todos los OC’s (personajes originales) de los fanfics existentes en el fandom de Star Trek. La crítica estaba orientada a señalar que la existencia de esos personajes muchas veces eran un reflejo idealizado del ficker dentro del universo de la obra.
¿Es Mary Sue realmente Mary Sue?
“El término nació para criticar los personajes femeninos ‘de ese tipo’” señala Comes haciendo referencia a aquellas mujeres a las que se cataloga como demasiado fuertes, demasiado serias, siendo el interés romántico de varios personajes y cuyos defectos al final no eran para tanto, algo que acaba reduciendo a los personajes por una “etiqueta ceñida y despectiva”.
Personajes que han sido criticados bajo esos factores pueden ser Ginny Weasley, de Harry Potter; Arya Stark de Juego de Tronos; Elizabeth Bennet de Orgullo y Prejuicio; o Carol Danvers de Capitana Marvel. Personajes que caen bajo la trampa de una etiqueta “que justamente existe para reducir”.
Dentro de la categoría de Mary Sue, bajo la mirada pública, ya no entran únicamente aquellos personajes que son planos y poco elaborados, matizados en su neutra perfección, sino aquellos que no se consideran creíbles. La pregunta ahora es, ¿qué es creíble? Con respecto a la evolución de Arya Stark y las críticas que ha suscitado, Eguren afirma que “es un personaje que hemos visto caer innumerables veces y sigue levantándose. También lo hace el Doctor Strange ante Dormammu y no veo que nadie lo llame Gary Stu”.
Hablando de eso… ¿Conoces a Gary?
Mary Sue hace referencia a los personajes femeninos, pero escondido entre los gif, los memes y los hilos de twitter también está Gary Stu, la etiqueta que cae sobre los personajes masculinos, mucho menos usada.
“Confieso que durante un tiempo pensé que Rey de Star Wars lo era” afirma Eguren haciendo referencia a la etiqueta de Mary Sue, pero “pienso que, si admito a Rey como Mary Sue, debería llegar a admitir también a Luke o Anakin como Gary”.
En teoría, Mary Sue y Gary Tsu son esencialmente lo mismo, una crítica a aquellos personajes que tienen el poder de ser la heroína o el héroe de la historia por designio divino —lo que viene siendo el deseo de la mano que firma la historia—, que tienen todos los dones y los triunfos bajo el escudo de ser “El Héroe”, “El Elegido” o Link, puestos a relacionar. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. Como apuntó Eguren, Rey fue uno de esos personajes a los que le cayó la etiqueta de Mary Sue, cuando ha tenido semejantes hombres en su mismo universo que también han tenido sobre sus hombros los dones maravillosos de ser “El Elegido”. Lo mismo le sucede a Carol Danvers de Capitana Marvel. A nadie le sorprende que el Capitán América diga “Puedo hacer esto todo el día” y verle levantarse una y otra vez dispuesto a ganar la pelea, pero si Capitana Marvel lo hace, después de fallar y verse inmersa en las normas del Imperio Kree, entonces ya no es plausible.
Comes, a su vez, mantiene que “los personajes femeninos son los más enjuiciados” aunque existan “personajes masculinos llenos de clichés”. Esto se debe a que existe un doble rasero a la hora de juzgar los personajes, de colgar la etiqueta de personaje plano y simple.
Nadie llama Gary Stu a James Bond por salirse siempre con la suya y ser un pro, un máquina, un lince, un machote elegante que siempre se lleva a la chica, pero la etiqueta le cae encima a Carol Danvers si se defiende de un acosador y no sonríe.
Vamos a ver cómo funciona el rasero
¿Las mentes pensantes se replantean igual cómo crear a un personaje femenino que uno masculino? Comes afirma que el desprecio que ha creado la etiqueta de Mary Sue puede terminar en que salte la alerta “cuidado, que no cumplan estos requisitos si no quieres que se te critique”, lo que termina en que “no las construyes y a su vez es la victoria del machismo más despreciable y reductor”. Eguren afirma que, de cara a publicar la saga protagonizada por una chica llamada Devon, tuvo problemas con muchas editoriales porque “no era comercial ya que era fuerte y no necesitaba enamorarse del monstruo de turno”.
Personajes como Arya Stark han sufrido un intento de derribo en “una forma indiscriminada de restarle valor y sentido” dice Comes, al igual que sucede con Capitana Marvel y otros personajes femeninos, “en cuanto una de ellas cumple con alguna característica de Mary Sue se le pone la etiqueta, se le ataca y se censura”.
“En la ficción, las mujeres debemos ser representadas tal y como somos: diversas y diferentes entre nosotras”, afirma Comes, quien mantiene que una etiqueta así solo puede suponer un problema para la composición de los personajes y un arma del machismo, una que apunta a las mujeres “que son el centro de la diana de las críticas destructivas, las burlas y la superioridad que el resto creen que tienen”. Eguren coincide, afirmando que “vivimos en una época apasionante” y que “es hora de que los artistas sigan creando grandes mujeres que sirvan como ejemplo para nuestra realidad”.
El arte es un reflejo de la realidad y personajes como Carol, Arya o Rey ya forman parte de ella. El camino aún no termina.