Ciro Roma es un escritor de éxito al que la fortuna le vuelve a sonreír cuando firma un buen contrato con una gran editorial. Además de esto, su esposa, Sam, está embarazada de su primer hijo y su amante es extremadamente buena con él. ¿Qué podría complicar las cosas? Un arrebato de responsabilidad paterna lleva a Ciro a intentar romper su relación con Bárbara y convertir la vida de mucha gente en un infierno.
Por otro lado Joao Xavier termina su condena de 17 años en la cárcel de Burgos y emprende un viaje a Canarias a buscar a su mujer, por la que fue encerrado en prisión y a la que hará pagar las penurias que allí tuvo que vivir. ¿Pero no era por su asesinato por lo que lo habían encerrado?
Estas dos historias, o tres, se entrecruzarán cuando Sam sea destinada a Canarias y tenga que vivir en la Casa Blanca, una edificación clásica de la que los habitantes del pueblo no dicen mucho, pero a la que todos parecen guardar un amplio respeto y un elocuente silencio. Y cuando conozca a Jota, un campeón de surf en horas bajas que la hará replantearse su relación con los hombres, en horas bajas, pero que parece volver a dotarla de la ilusión perdida.
Aguerralde compone una obra sencilla pero redonda. El libro consigue mantener la tensión capítulo por capítulo, escena por escena, atrapando la lectura del lector de manera compulsiva, cuasi obsesiva por conocer qué, cómo y cuándo los protagonistas llegarán a encontrarse, a resolver las situaciones o a perder por completo la cordura.
Tanto Ciro Roma como Joao Xavier son unos personajes bastante complejos, aunque los femeninos, Bárbara y Sam caen más en el estereotipo de femme fatale y mujer abnegada. Aunque esto compensa un poco la lectura, sí que es cierto que Sam podría tener un poco más de fuerza, dado que el peso de la mayor parte de la narración cae sobre ella.
Sin embargo, esta novela carga más sobre la situación de suspense que sobre los protagonistas y en eso Aguerralde sí consigue un clima de tensión constante desde la primera página hasta la última, no pudiendo añadirse ni una sola coma al relato, que mantiene una atmósfera obsesiva, claustrofóbica incluso al aire libre, mientras se pasea por las playas de Canarias, en el faro, en la Casa Blanca… Es imposible sustraerse a la sensación de tensión de los protagonistas, tanto los del lado del bien como los más perversos, porque la descripción que Aguerralde hace de las escenas implica al lector de manera que puede estar agarrotándose el cuello sosteniendo el libro con ímpetu al mismo tiempo que estampa la obra contra la pared tras un capítulo en el que el mal parece dispuesto a triunfar definitivamente.
A todo aquel que le gusten los thrillers, pero sobre todo, pasarlo mal, sufrir con una novela, "Alicia" es la obra que debería estar en su pila de libros por leer. Y siempre está bien darle una oportunidad a un autor español y a una editorial de reciente creación que, en este caso, ya les digo, es imposible que decepcione a nadie.
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