Reconozco que, antes de redactar ésta crítica, he tenido que leer la que escribí sobre la primera temporada de la serie para poder comparar las sensaciones que me dejó la trama de hace dos años y, desde luego, la experiencia ha sido diferente. No es que el cambio haya sido radical, pero hemos pasado de una historia que podría usar en su banda sonora a Leonard Cohen a otra que te pide a Queen… como poco.
Si no queréis sufrir spoilers, no leáis lo que viene a continuación y pasad al párrafo siguiente. La segunda temporada de «Altered Carbon» se agarra al ritmo de serie de acción con el que despidió su primer arco argumental, y lo conserva para contarnos una trama que, para mí, tiene un montón de reminiscencias de una de las películas de culto de la ciencia-ficción de los noventa: «Desafío Total». A saber, un planeta minero gobernado con mano de hierro por un dictador; un líder rebelde que alienta las esperanzas de los oprimidos con un toque mesiánico; un agente especial que se cuestiona si su lugar está entre los rebeldes o con el gobierno (porque han jugado con su memoria y sus recuerdos); un equipo de fuerzas especiales dirigido por un tipo con unas metodologías más que cuestionables… y tecnología alienígena que oculta un oscuro secreto entre las altas esferas. Por supuesto, hay muchos más elementos en la historia y yo los estoy reduciendo a términos muy simplistas para ésta comparación, pero ya me diréis si no habéis visto esas similitudes cuando lleguéis al último episodio.
El principal cambio de la temporada es que debemos acostumbrarnos a la nueva “funda” de su protagonista: Takeshi Kovacs. Anthonie Mackie sustituye a Joel Kinnaman, en un reemplazo que acaba justificándose por el incremento de escenas de acción, sobre todo. Ésta vez dejamos de lado las investigaciones detectivescas clásicas y, por desgracia, el corrosivo humor del cine negro, para enfocarnos en una temática de espías al estilo Misión Imposible o la saga Bourne, haciendo uso de mucha tecnología avanzada y resolviendo casi todos los problemas a puñetazo (o tiro) limpio.
La acción también se reubica en el tiempo y el espacio. Han transcurrido treinta años desde los eventos de la primera temporada y, en su búsqueda de la mujer que ama, Kovacs acabará atrapado en las luchas de poder del planeta Harlan, su lugar de nacimiento. Allí descubre que el hombre que lo ha gobernado durante siglos ha “abdicado” en su hija, y que los rebeldes herederos del movimiento iniciado por Quellcrist Falconer continúan activos aunque dispuestos a negociar un alto el fuego. Un conflicto ante el cual permanece vigilante El Protectorado, a quien le interesa sobremanera mantener controlada la fuente de la aleación que permite fabricar las “pilas” en las que se almacena la memoria de toda la población. Un recurso de inestimable valor, y un buen motivo para que todos los contendientes se olviden de principios morales básicos a la hora de mancharse las manos de sangre.
Una de las pérdidas más sensibles de esta temporada (aparte de la ambientación a lo «Blade Runner» y el barniz hard-boiled), es el planteamiento filosófico. Sí, hay cuestiones que te pueden llevar a meditar sobre si querrías o no vivir en ese mundo, pero mi impresión es que han perdido peso en la narración. Se usan como un remedio dramático o un golpe de efecto, pero no se exploran al máximo sus posibilidades. Las más relevantes, y sin querer adelantar acontecimientos, serían el dilema moral de convertir en una forma de recreo las vivencias de los individuos tan pobres como para no tener quien cuide por el bienestar de sus “pilas” cuando mueren, o la posibilidad de guardar una versión previa de la memoria de una persona, de forma que nunca pueda llegar a evolucionar mentalmente o a crear vínculos más allá del punto escogido.
IAs con aspiraciones humanas
No quiero que de la impresión de que todo es negativo en mis comentarios. El misterio subyacente a la trama general de espionaje tiene suficiente fuerza como para empujarte a seguir viendo más capítulos. Y, aunque las posibles respuestas a ese enigma son más bien limitadas, la curiosidad debería daros suficientes alicientes como para llegar hasta el final. Las escenas de acción en las que participan “fundas mejoradas” vuelven a ser estupendas, y la trama logra resolver unos cuantos detalles que habían quedado en el aire en la primera temporada. Manteniendo las cualidades para seguir ganándose a los aficionados a los implantes cerebrales, las IAs con aspiraciones humanas, el transhumanismo y/o la acción futurista… a la espera de que se estrene el spin-off animado («Altered Carbon: Reesleved») que nos ha pillado por sorpresa a todos.