Esa era la premisa que desde la que partían Mark Millar (“Kick Ass”, “Old man Logan”…) y el dibujante Peter Gross (“Los libros de la magia”), allá por el año 2004, para contarnos la infancia de Jodie Christianson, el supuesto mesías reencarnado, y que ahora recupera Panini en un único volumen.
En contra de lo que pueda parecer, no se trata de una obra provocadora sin más, ni irrespetuosa. Se trata de una historia original con los toques justos de ironía, seriedad y fantasía como para resultar interesante tanto para personas religiosas (de hecho, los extras contienen comentarios de sacerdotes amigos de Millar) como para las que no lo son.
Al fin y al cabo, tal como señala el actor Simon Pegg en el prólogo, la historia de Jesús, al igual que la de la araña radioactiva o la del último hijo de Krypton, está bien arraigada en la cultura popular y es conocida por todos, lo que la hace perfectamente susceptible a re-interpretaciones en la ficción.
En el primer número, la vida de Jodie (J.C…), un chico de 12 años de lo más común, da un vuelco cuando le cae un camión encima y, milagrosamente, sobrevive sin apenas un rasguño. A raíz de este suceso y de ciertas influencias, empieza a sospechar que se trata de la reencarnación del mismísimo Jesucristo y, junto a sus amigos, decide intentar realizar algunos milagros.
El segundo se centra precisamente en ese viaje de aprendizaje en el que Jodie, como cualquier otro en su lugar, decide explorar los límites de sus recién adquiridas habilidades y cuestionarse las implicaciones de cuanto ocurre, al tiempo que su popularidad en la pequeña comunidad local se dispara. Es ya en el número final cuando por fin se atan ciertos cabos que se nos habían presentado a lo largo de los anteriores y se da cierre a alguna sub-trama. Por no hablar del sorprendente giro final (que no arruinaremos aquí).
Pese a que tanto el título como la estructura parecían indicar que se trataba tan solo de la primera parte de algo más largo, lo cierto es que hace años que no se sabe nada de la continuación y, a tenor del rumbo que ha tomado Millar con las adaptaciones de su Millarverso, es seguro que veremos antes alguna en el cine o la televisión y que, de hecho, se reserve la continuación para ese medio.
En el apartado artístico no puedo estar más satisfecho. El trabajo de Gross en “Los libros de la Magia” y en “Lucifer” ya me tenía en el bote, pero con esta obra, en la que el color lo pone su pareja Jeane McGee, ha terminado de enamorarme y me parece adecuado reivindicar más presencia de este tipo de estilos, alejados del más estilizado superheróico, en todo el medio, no solo en este tipo de historias.
Definitivamente creo que se trata de un buen cómic que plantea conceptos interesantísimos y brilla especialmente en los diálogos y en el dibujo, pero no me puedo quitar la sensación de que, aunque funciona de forma independiente, falta algo. Y lo que falta es las esperadas continuaciones que cerrarían la trilogía y que, una vez clara la ejecución de los derechos cinematográficos, parecen cada vez menos plausibles, para desesperación de fans y del propio dibujante.
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