Bloodborne nos pone al mando de un anónimo cazador que, en extrañas circunstancias, despierta en la gótica ciudad de Yharnam. La ciudad está dominada por crueles bestias y violentas abominaciones mitad hombre mitad monstruo. Los pocos humanos que aún no se han transformado o han caído presa de la locura viven encerrados en sus casas, huraños y desconfiados, sin ninguna intención de prestarnos la más mínima ayuda —exceptuando en contadas ocasiones—.
En nuestro papel de cazador tendremos que vagar por la ciudad haciendo exactamente eso, cazar criaturas, con la férrea intención de desvelar los misterios que oculta la ciudad y la extraña sangre que tanta importancia tiene en su funcionamiento.
Con este sencillo inicio nos preparamos para enfrentarnos a un juego exigente, que en más de una ocasión nos sacará de nuestras casillas y nos hará gritar de impotencia en la soledad de nuestro hogar. El nivel de dificultad del juego es increíblemente elevado, lo que nos acabará obligando a calmar nuestros nervios e ir pasito a pasito (subiendo de nivel, comprando nuevas armas, etc.) para poder avanzar en la historia. Sin duda no es un juego que esté pensado para un avance rápido, más bien todo lo contrario, es un juego que nos obliga a pelear centímetro a centímetro, a conquistar calle por calle, pero sobre todo a pelearnos con nuestro mando que, al fin y al cabo, va a ser quien más va a sufrir en todo el proceso.
El modelo de juego y su jugabilidad no resulta ser nada nuevo si estamos acostumbrados a seguir la brillante trayectoria de Miyazaki. Títulos como los de la saga Demon’s o la reciente saga Dark Souls son una muestra de la manera de trabajar del autor japonés; títulos donde la muerte del personaje es más habitual que mantenerse con vida durante un largo periodo de tiempo. Si sois de ese tipo de jugadores que si no consigue avanzar rápidamente en la historia os tiráis de los pelos, tenéis dos opciones: o armaros con una paciencia infinita o pasar del juego; lo que sí está claro es una cosa, aquí no van a funcionar los ataques relámpago.
Como decía el modo de juego es el habitual en los trabajos de Miyazaki: varios tipos de ataque predeterminados a unos cuantos botones, rodar/evasión, objetos consumibles y un menú al estilo rolero que nos permite mejorar nuestra armadura/traje y cambiar y modificar nuestras armas. En cuanto ataque podemos elegir entre el uso de un arma a distancia o de una cuerpo a cuerpo, el problema de esta dinámica es que el daño de estos dos tipos de ataque está claramente descompensado. El ataque a distancia produce un daño claramente menor (además de finito) que el ataque cuerpo a cuerpo, lo que nos obliga a acercarnos a nuestro enemigo incrementando las posibilidades de morir en el combate. De esta manera el ataque a distancia acaba por limitarse a un uso meramente esporádico y en ocasiones suele ser un elemento molesto en el juego. En este sentido más de una vez he echado de menos una nueva arma cuerpo a cuerpo que ocupe el lugar del arma a distancia incrementando la velocidad de los ataques y facilitando nuestra tarea. Pero ya sabemos cómo piensa Miyazaki: cuanto más difícil mejor.
Pero la paciencia siempre tiene su recompensa. La satisfacción de aniquilar a un enemigo que ha conseguido descuartizarte más de un par de docenas de veces es una experiencia increíblemente intensa, un ejemplo clarísimo de cómo la desarrolladora FromSoftware consigue equilibrar los sentimientos de frustración y recompensa del jugador, sin que este acabe por mandar a paseo el juego. De hecho es bastante visible como los enemigos tienen diferentes niveles de dificultad en diferentes zonas del mapa, por lo que siempre es buena estrategia aborrecer una zona para subir de nivel y adquirir nueva experiencia antes de pasar a otras zonas más complicadas.
Un punto fuerte del juego es que el enfrentamiento contra el enemigo nunca suele ser idéntico. Cada batalla contra un enemigo (sobre todo los grandes enemigos) no suele repetir ningún patrón de ataque o defensa, por lo que cada enfrentamiento será completamente nuevo y pondrá a prueba nuestras habilidades. Es por este motivo que no nos van a servir ningún tipo de patrón de ataque y defensa y tendremos que ir paso a paso en el juego; parece una tontería, pero la experiencia de juego se incrementa exponencialmente cuando no sabemos qué va a pasar a continuación y eso juega a favor de Bloodborne.
La sorpresa y las emboscadas también serán habituales en el juego, y también serán uno de nuestros quebraderos de cabeza. Cada rincón de Yharnam puede ser el escondite de algún chalado con ganas de bronca, así que no vale bajar la guardia en ningún momento. De hecho para evitar caer en alguna trampa siempre es bueno tener en cuenta los consejos de otros jugadores.
Como ya viene siendo costumbre en los últimos títulos de Miyazaki —como la saga Dark Souls— es posible jugar a Bloodborne en una modalidad on-line que nos pone en contacto con otros jugadores durante nuestra aventura. Gracias a esta conexión podremos escribir notas a otros jugadores advirtiendo de peligros o recompensas, o incluso entrar en el «mundo» de otro jugador para ayudarle en la batalla si es que este lo necesita. Pero cuidado, ¡que hay mucho troll suelt! Leer una nota o pedir ayuda a otro jugador cercano no siempre puede ser beneficioso para nosotros, ya que los otros pueden optar por darnos pistas falsas o dificultar aún más nuestra caza invadiendo nuestra partida. De nuevo debemos ser muy cautelosos con esto; la duda siempre será una gran aliada para nuestra supervivencia. Para saber si debemos hacer caso a las notas que nos dejan otros jugadores Bloodborne propone un sistema de «likes» que nos permite calificar cada nota como buena o mala, lo que puede ayudar a otros jugadores a valorarlas mejor; pero de nuevo cuidado, nunca se sabe si te están engañando.
Además, la versión on-line del juego nos permite ver la muerte de otros jugadores en las zonas por las que pasemos e incluso ver su frenético paso si un jugador cualquiera está en la misma zona que nosotros. Pero tranquilos, estos jugadores solo aparecen como fantasmas y no os podrán hacer nada a menos que toquéis una campana que sirve para pedir ayuda en vuestra partida. Por descontado si no queréis (o tenéis la posibilidad de hacerlo) jugar conectados hay una versión off-line que anula todo lo comentado, pero si tenéis la posibilidad de hacerlo no dudéis en conectaros.
Cada vez que caemos derrotados o a través de diferentes puntos de control con forma de farolillo podemos acceder al llamado Sueño del Cazador. En este limbo totalmente seguro actúa como una suerte de guarida en la cual podemos comprar nuevo equipo, subir de nivel (algo totalmente recomendable aunque no necesario) o mejorar nuestras armas. Dentro de este Sueño hay un elemento muy interesante del juego: la posibilidad de crear mazmorras aleatorias que incluyen enemigos únicos que no están en la historia principal. Estas mazmorras son una especia de «juego dentro del juego» que incrementar su duración y que sirven para adquirir experiencia y objetos (ninguno realmente especial o destacable) que nos ayudarán en la historia principal.
Estas mazmorras pueden crearse cuando consigamos diferentes cálices en la historia principal y de nuevo podrán a prueba nuestras habilidades. Además estás mazmorras (que repito que se construyen de forma aleatoria) se pueden compartir con otros jugadores, e incluso existe la opción de retar a otros jugadores a superarlas.
Vamos, que teniendo en cuenta la historia principal, las mazmorras y la dificultad inherente al juego podemos pasarnos tranquilamente entre 40 y 45 horas pegados a la pantalla; dependiendo, claro está, de nuestras habilidades y de las ganas que tengamos en recrearnos en el juego.
Teniendo en cuenta la extensa duración del juego, es normal encontrarnos con que la trama principal tarda en arrancar, e incluso en hacerse interesante, pero es grato ver cómo el equipo de Miyazaki ha conseguido que el jugador nunca pierda el hilo de la historia. Pese a esto hay que decir que como historia no es muy destacable, e incluso hay obras mejores del mismo autor, pero este no creo que sea un elemento indispensable en un juego como Bloodborne.
La ciudad de Yharnam nos sumerge en un tenebrosos ambiente dominado por una estética gótica con ciertas pinceladas steampunk (principalmente en las armas). Cada calle de la ciudad deja entrever un cuidadoso trabajo, poniendo de relieve gran cantidad de detalles propios de la estética oscura y tenebrosa de la que hace gala el juego. Caminar por Yharnam es una tarea difícil pero merece la pena disfrutarla, ya que muestra un escenario sombrío a la vez que bello.
Si nos salimos de la ciudad entraremos en agobiantes cementerios o en podridos bosques que no tienen nada que envidiarle a la decadente urbe, y es que Japan Studio y FromSoftware han hecho un gran trabajo con la ambientación de estos lugares. Sin duda a cada paso que demos tanto la estética de la ciudad como sus entornos conseguirán atraparnos de forma hipnótica.
Pese a la bella estampa con la que nos encontramos hay que reconocer que tiene algunas limitaciones. En primer lugar el mapa es muy rígido, es decir, no hay posibilidad de destrozarlo, lo que quita cierto realismo a las batallas; además las pocas cosas que sí se pueden destrozar (como barriles o algunos ataúdes) no nos dan ningún tipo de ventaja como nuevos objetos o más consumibles. Por otro lado, y en contraposición a otros títulos del mismo autor, la variedad de objetos y armas es bastante escasa, pudiendo incluso acabar la historia utilizando la misma arma todo el rato ya que las diferencias entre ellas son casi nulas.
El diseño de las criaturas y de los enemigos es muy variado y muy acorde con la tonalidad del juego. Muchos de estos enemigos incluso nos sorprenderán, ya que más de uno de ellos bien podría ser el resultado de una mente muy perversa y retorcida: hombres lobo, brujas asesinas o incluso personas discapacitadas en sillas de ruedas que disparan con una ametralladora tipo Gatling.
En cuanto al apartado grafico hay que decir que Bloodborne explota bastante bien la potencia de la consola, y exceptuando algunas bajadas de frames o algunos efectos de popping el juego mantiene una buena calidad gráfica.
En fin, Bloodborne irrumpe en PlayStation 4 para convertirse en un título claramente recomendable. Un juego que se distancia de los demás y que supone un reto constante para el jugador. Es cierto que es un juego difícil y que crispará a todo aquel que lo juegue, pero aquí reside su mayor éxito, en saber explotar los sentimientos de desesperación y alegría del jugador a medida que avanza en el juego. Da igual lo calmado que te consideres, ni que te propongas firmemente estar tranquilo todo el rato, Bloodborne acabará por sacarte de tus casillas hasta tal punto que acabarás insultando al televisor o golpearás el mando mientras gritas de impotencia. Una experiencia muy recomendable, sin duda.