Portada de "Aquelarre de huesos" de Harper L. Woods, ilustrada por Opulent Designs.
Portada de "Aquelarre de huesos" de Harper L. Woods, ilustrada por Opulent Designs. | Fuente: Fantasymundo.
Portada de "Aquelarre de huesos" de Harper L. Woods, ilustrada por Opulent Designs.
Portada de «Aquelarre de huesos» de Harper L. Woods, ilustrada por Opulent Designs. | Fuente: Fantasymundo.

La muerte no es el final, anuncia la portada de Aquelarre de huesos, pero, sí lo es la historia de una mujer que ha nacido con la muerte como sombra y de un cabronazo con demasiada paciencia y buena suerte. La novela de Harper L. Woods publicada por Umbriel Editores cuenta con la traducción de Aitana Vega Casiano y el diseño de portada de Opulent Designs. 

La venganza se adueñó de la vida de Willow desde el mismo momento en que el Aquelarre tomó la vida de su tía y su padre se dedicó a criarla como un arma. Su único objetivo vital era cumplir los propósitos de su padre y hacer correr la sangre. Al menos, eso piensa él. Porque la motivación real de Willow para seguir adelante es la de proteger a su hermano pequeño.

Ese mismo deber la obliga a trasladarse a la universidad  mágica Hollow’s Grove. Debe aprender a utilizar sus poderes, a extraer hasta la última gota de magia de su cuerpo para poder cumplir sus planes. Algo que sería más fácil si no tuviera a Alaric Grayson Thorne, director de la universidad, persiguiéndola con la mirada a cada oportunidad.

En sus notas, Harper L. Woods describe a Willow como una persona determinada, resiliente, directa y llena de coraje. Una protagonista que prácticamente escribió la historia por su cuenta y a la que admira por su lucha y su arrojo. No es difícil que esa impresión y admiración calen en el lector.

De estar en el lugar de Willow, muchos habrían tomado otras decisiones o incluso habrían rechazado su terca personalidad. Pero es difícil no empatizar con su relato, su infancia fragmentada y su empeño por la supervivencia de la poca familia que le queda.

Es su personalidad y su fuerza de voluntad lo que mantienen vivo el interés de la historia. Después de todo, toda la movida de la universidad mágica se queda en apenas un decorado y los enigmas provocados por los misteriosos asesinatos de los alumnos se convierten más en un elemento de fondo que en sucesos realmente intrigantes.

Por otro lado, tenemos a Gray. Gray es un villano. Las rencillas, encontronazos y rescates se convierten en espejismos perfectos para distraer al lector y hacer que se olvide de ese hecho. Aún cuando la autora y el propio Gray repiten lo malvado que es a la mínima oportunidad. Es carismático y encantador, así que hay que estar precavido para no dejarte embaucar.

Uno de los elementos que más conflicto me generó en la novela es su discurso en torno al sexo. Por un lado, defiende que durante las relaciones sexuales puede haber vínculo emocional o no, pueden ser esporádicas o no, todo queda en el consentimiento mutuo de las partes involucradas. Es, en términos llanos, otra forma más que tienen los individuos de conectar. Sin embargo, la virginidad tiene un enorme peso en la trama, ya no solo como constructo social, es que es tratado como un elemento mágico y biológico.

Siempre está bien recordad que la virginidad es un concepto social, no biológico, en el que se relaciona la rotura del himen con la pérdida de la pureza sexual y que tiene por objetivo controlar la sexualidad de las mujeres. Resalto la palabra pérdida porque, además del control, se presenta la idea de que es algo que le es arrebatado a la mujer, como cuando hace siglos los hombres que se casaban con brujas les arrebataban los poderes a través del sexo, dejándolas sin magia y huecas.

El himen no es una pantalla perfecta, no es ningún escudo. Es más, cuando realmente cubre toda la abertura de la vagina se considera una anomalía y una obstrucción vaginal. Hay a personas a las que el himen se les rompe por una mala caída, otras a las que no se les rompe jamás porque a lo largo de los años se estira. La mayor parte de las veces en las que una persona sangra, no tiene que ver directamente con la rotura del himen, sino con por desgarros provocados en el conducto vaginal.

Teniendo en cuenta todo esto, cuesta encajar que una novela que hace tanto hincapié en la libertad sexual de los individuos, otorgue un valor tan pesado y vinculante a la virginidad y a la pureza.

Aquelarre de huesos es una novela que se mantiene y gana fuerza gracias al relato, los actos y los sentimientos de Willow. Aún cuando su coraje podría precipitarla a la boca hambrienta de la muerte, Willow está determinada en cumplir la venganza de su padre. Para poder ser libre. Para que su hermano lo sea. Pero, ya dice el dicho, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y Woods pone cada piedra en su camino con precisión.

Carolina de León
Periodista, camarógrafa y escritora. Con muchas historias que ver, relatos que escribir y memorias que vivir.

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