Y es que “Arcadia” nos traslada, a través de diez protagonistas, a tres contextos espaciotemporales distintos. En primer lugar, a la Inglaterra de los años 60 donde el profesor de Literatura Henry Lytten sueña con crear un mundo de fantasía como nunca antes se ha visto. Un sueño que durante veinte años ha ido acumulando en forma de notas que no tienen pinta de convertirse en novela, y de las que solo habla con sus amigos y con Rosie, una quinceañera demasiado espabilada para su propio bien que acude de vez en cuando a alimentar al gato de Lytten; hasta que cierto día encuentra en el sótano del profesor una puerta que la lleva a un mundo sospechosamente parecido al Anterwold de Henry, y que supone el segundo escenario de la novela.
El tercero se sitúa en un futuro dominado por la tecnocracia, en el cual la científica Angela Meerson construye una máquina cuyo objetivo es explorar universos paralelos, pero que, al parecer, lo que hace es viajar en el tiempo.
Iain Pears arroja a lector a este tejemaneje espaciotemporal sin aviso ni protección alguna, haciéndolo saltar de cabeza en cabeza entre multitud de personajes. Una estrategia un poco caótica de iniciar un libro tan complejo como “Arcadia”, de modo que en las primeras 50-100 páginas no sabes si estás en el presente, en el pasado, en el futuro o en tu propia realidad.
Eso sí, una vez situado, el lector solo tiene que dedicarse a disfrutar de esta historia, cuya trama, enrevesada pero muy bien manejada, sorprende una y otra vez con sus giros, encontrándose y confluyendo con las distintas subtramas que encabezan cada uno de los protagonistas. Esta enriquecedora complejidad logra que hasta el mismo final no sepas en qué dirección soplan los vientos de la narración.
Pears juega con la física, con los viajes espaciotemporales y con la creación de otros posibles universos, con un resultado decente en cuanto a credibilidad se refiere, y muy divertido. En este aspecto muestra su predilección por la ciencia ficción. Y es que yo no definiría “Arcadia” como fantasía. El mundo en el sótano de Henry no cuenta con elementos ni seres fantásticos, y resulta tener una explicación científica (por decirlo de alguna manera). Que sí, que su ciencia ficción es blandurria, pero no por eso se transforma en fantasía.
Un universo bien construido no es nada sin sus personajes, y también en este aspecto Pears cumple a la perfección. No solo manejando un número muy alto de protagonistas (diez son muchos personajes principales), sino dotándolos de su propia personalidad y voz, y haciendo que se complementen los unos a los otros.
Quizá peque de utilizar arquetipos como base: el profesor inglés de carácter tranquilo, la adolescente impertinente, la científica un poquitín chalada o el jefe de seguridad confiable; pero no es un aspecto que resulte forzado. Como sí me lo parece, en ocasiones, la irritante personalidad de Rosie, cuyos aires de grandeza y la asunción de autoridad recién llegada a un mundo desconocido son un tanto difíciles de tragar.
“Arcadia” no solo se limita a ser una buena historia con unos buenos personajes. El autor ha sabido enriquecerla aportando numerosos detalles cómplices del lector como los guiños a Lewis o Tolkien (entre ellos, el fallido intento de creación de la Tierra Media) o la construcción de un mundo cuya máxima autoridad son los narradores, entre muchos otros, que cautivarán a cualquier amante de la literatura.
Todo ello a través de una prosa ágil, muy correcta, que fluye, logrando un ritmo y dinamismo que no decaen en las casi 700 páginas de la novela, y que constituyen una de sus piezas clave.
Lo único que me falla en “Arcadia” es el final de la trama de Anterwold (por eso de que si sale una pistola en el capítulo uno, debe ser disparada en el cinco), y la subtrama del servicio de inteligencia, que, aunque contribuye a la construcción de algunos personajes, poco o nada aporta al hilo principal, quedándose algo colgada.
Pequeños reveses aparte, “Arcadia” es un rompecabezas complejo y muy divertido, manejado con gran inteligencia y no menos acierto por parte de un autor que sorprende en su primera incursión en la literatura de género. Que nada tiene que ver con Tolkien y Lewis (más allá de los guiños que a ellos podemos encontrar entre las páginas del libro), pero que no por eso es menos interesante.
Espero que Pears le coja el gusto al fantástico y se quede por estos lares.
Compra aquí "Arcadia".