Que ‘Archivo 81’ (Netflix) es un éxito ya se sabe. A ello ha contribuido, sin duda, el ser presentada en la entrada de las cuentas de todos los clientes de la Gran N durante una semana, asaltando nuestros menús y conquistando, de paso, nuestras mentes. Pero otra cosa está clara: entrados en la serie y puestos a verla, nadie se la acaba si no le gusta y ‘Archivo 81’, de forma general y casi unánime, no solo está gustando sino que está encantando a todo el mundo. ¿Porqué?
Personalmente, apuesto por la gestión de elementos creativos que hacen de esta serie un producto al gusto de muchos tipos distintos de público. En su trama podemos encontrar elementos de intriga y suspense, terror, ciencia ficción, lo gótico y lo extraño; acudiendo a motivos tan heterogéneos como la casa encantada, las cintas de vídeo, las alucinaciones y las sustancias alucinógenas, los espíritus, el multiverso y las líneas temporales, el espiritismo y los cultos oscuros, etcétera.
Difícil es acabar el piloto de ‘Archivo 81’ y no sentir en la boca el sabor metálico que te deja el deseo por ver otro capítulo más
Esta reunión de elementos está tan bien gestionada y equilibrada que, además de encontrar siempre algo a tu gusto lo suficientemente atrayente como para devorarte con pasión y velocidad un capítulo tras otro, también asegura una amplísima base de público que saber que va a ver la serie. Resultado: el éxito.
No podemos tampoco despreciar la sólida trama central: un joven restaurador de cintas videográficas (Mamoudou Athie) es contratado por una gran empresa para realizar la restauración de unas cintas grabadas en un edificio, el Visser, incendiado en 1994 por razones desconocidas. La autora de estas grabaciones (Dina Shihabi) pereció en el incendio, pero su material va dando importantes pistas de qué pudo pasar y porqué. A medida que vamos sabiendo cosas, vamos descubriendo hilos invisibles que conectan el pasado con el presente y a los protagonistas de antaño con los de ahora.
Esta trama se presenta ya en el primer capítulo y lo hace con un arranque inicial apabullante tanto por su claridad narrativa como por su fuerza visual. Difícil es acabar el piloto y no sentir en la boca el sabor metálico que te deja el deseo por ver otro capítulo más.
Entretenimiento de intriga y suspense
Aunque la parte final pierde algo de definición y fuerza, pues los personajes secundarios que aparecen en el último tramo de la serie no aportan intensidad, y sus tramas pierden algo de electricidad y oscuridad respecto a la principal y sus derivadas más directas. Esto tiene como consecuencia que la serie, en conjunto, diluya su identidad, perdiéndose algo de su consistencia inicial en los últimos capítulos; quizás con la idea de abrir tramas nuevas para una segunda temporada que encontraban escaso enganche en la propuesta inicial -agotada en su misterio al pasar el ecuador de la serie-.
Aún así, como entretenimiento de intriga y suspense, la serie regala un primer tramo apabullante y un segundo tramo de sólida narrativa terrorífica que te asegura mantenerte enganchado al sofá un buen día de frío y lluvia.