El acero al cromo ─similar a lo que se usa hoy en las herramientas─, se fabricó por primera vez en Persia, casi un milenio antes de lo que los expertos pensaban anteriormente, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de London’s Global University (UCL). El descubrimiento, publicado en Journal of Archaeological Science, se realizó con la ayuda de varios manuscritos persas medievales, lo que llevó a los investigadores a un yacimiento arqueológico en Chahak, en el sur de Irán.
Los hallazgos son significativos, dado que los científicos de materiales, historiadores y arqueólogos han considerado durante mucho tiempo que el acero al cromo fue una innovación del siglo XX.
El Dr. Rahil Alipour (del Dep. de Arqueología de la UCL), autor principal del estudio, segura que «nuestra investigación proporciona la primera evidencia de la adición deliberada de un mineral de cromo en la producción de acero. Creemos que se trata de un fenómeno persa«.
«Esta investigación no sólo ofrece la evidencia más antigua conocida de la producción de acero al cromo que se remonta al siglo XI d.n.e., sino que también proporciona un trazador químico que podría ayudar a identificar los artefactos de acero al crisol en museos o colecciones arqueológicas hasta su origen en Chahak, o según la tradición de Chahak«.
Chahak se describe en una serie de manuscritos históricos que datan del siglo XII al XIX como un centro de producción de acero que alguna vez fue famoso, y es el único yacimiento arqueológico conocido dentro de las fronteras de Irán con evidencia de fabricación de acero al crisol.
Los investigadores creen que este hallazgo marca una tradición persa distinta de fabricación de acero al cromo
Si bien Chahak está registrado como un sitio de importancia arqueológica, la ubicación exacta de la producción de acero al crisol en Irán sigue siendo un misterio y difícil de localizar en la actualidad, dado que numerosas aldeas en Irán se llaman Chahak.
El manuscrito ‘al-Jamahir fi Marifah al-Jawahir’ (‘Un compendio para conocer las gemas’, siglos X-XI d.n.e.) escrito por el erudito persa Abu-Rayhan Biruni (973-1048), fue de particular importancia para los investigadores dado que proporcionó la única receta conocida de fabricación de acero al crisol. Esta receta registró un ingrediente misterioso que identificaron como mineral de cromita para la producción de acero al cromo al crisol.
El equipo utilizó la datación por radiocarbono de varias piezas de carbón extraídas de una escoria de crisol y una escoria de herrería (subproductos que quedaron después de que el metal se separó) para fechar la industria entre los siglos XI y XII d.n.e.
Fundamentalmente, los análisis con microscopía electrónica de barrido les permitieron identificar restos del mineral cromita, que se describió en el manuscrito de Biruni como un aditivo esencial para el proceso.
También detectaron entre 1 y 2% en peso de cromo en partículas de acero conservadas en las escorias del crisol, lo que demuestra que el mineral de cromita formó una aleación de acero al cromo, un proceso que no vemos que se vuelva a utilizar hasta finales del siglo XIX y principios del XX.
El profesor Thilo Rehren (Arqueología de la UCL y el Instituto de Chipre), coautor del estudio, afirma que «en un manuscrito persa del siglo XIII traducido por el Dr. Alipour, el acero Chahak se destacaba por sus patrones finos y exquisitos, pero sus espadas también eran frágiles, por lo que perdieron valor de mercado. Hoy el sitio es un pequeño pueblo modesto, que antes de ser identificado como un sitio de interés arqueológico, sólo era conocido por su agricultura«.
Los investigadores creen que marca una tradición persa distinta de fabricación de acero al crisol, separada de los métodos de Asia Central más conocidos en Uzbekistán y Turkmenistán, para la producción de acero con bajo contenido de cromo (producido en alrededor del 1% en peso de cromo).
El profesor Marcos Martinon-Torres (Universidad de Cambridge), último autor del estudio, comenta que «el proceso de identificación puede ser bastante largo y complicado y esto se debe a varias razones. En primer lugar, el lenguaje y los términos utilizados para registrar los procesos tecnológicos y los materiales es posible que ya no se utilicen o que su significado y atribución sean diferentes de los que se utilizan en la ciencia moderna. Además, la escritura se restringió a las élites sociales, en lugar de al individuo que realmente llevó a cabo el oficio, lo que puede haber llevado a errores u omisiones en el texto«.
Al comentar sobre sus próximos pasos, el Dr. Alipour señala que «esperamos trabajar con expertos del museo para compartir nuestros hallazgos, apoyando los esfuerzos hasta la fecha para datar y clasificar la procedencia de los primeros objetos de acero al crisol con la exclusiva firma de acero al cromo«.
Fuente: Journal of Archaeological Science.