Nada mejor que un buen trauma para hacerte desconfiar de todo lo que antes se te hacía seguro y conocido. Incluso de ti misma…, sobre todo, de ti misma, en realidad. Lou y Reid han visto sus vidas rasgadas y destrozadas tras los eventos de Asesino de brujas: la bruja blanca. ¿Serán capaces de seguir su camino o la oscuridad los devorará primero en Asesino de brujas: los hijos del rey?
La novela escrita por Shelby Mahurin y traducida por Estíbaliz Montero ha sido publicada por el sello Puck y cuenta actualmente con una nueva edición limitada.
Lou ha logrado escapar de las garras de la muerte una vez más, aunque estuvo a punto de rendirse por completo. Fue gracias a la incursión de Reid, Coco, Ansel, Labelle y Beau que el sacrificio no tuvo lugar, pero, ¿a qué coste? Muchos secretos se vieron expuestos, como el hecho que Reid, el temido capitán de los chasseurs, tiene magia en las venas. ¡El primer brujo hasta la fecha! O, al menos, que ellos sepan.
Ahora deben huir hasta la comunidad de Coco, a la espera de que la protección de su tía, La Voisin, les proteja de la mano hambrienta de sangre de Morgane. Sin embargo, no podrán esconderse para siempre. Necesitan aliados y un plan que les libere de un destino fatal. ¿Podrán Lou y Reid sobrevivir a la pesadilla que se avecina?
Hay dos claves fundamentales en este libro: todo el mundo está traumatizado y están demasiado empecinados en luchar contra lo que piensan de sí mismos para escuchar a los demás. Da igual a los villanos a los que te enfrentes, los enemigos que te cruces y la mala gente que solo pasaba por ahí y aprovechó para darte un traspiés. Cuando tienes dos problemas tan inmensos y absorbentes, no importa lo que hagas, lo que planees y lo que ansíes. Todo va a salir mal.
El nuevo viaje de Lou y Reid, en compañía de Coco, Ansel, Beau y Labelle; empieza así. Mal. Fatal. Horrible. Intentan negarlo utilizando espejismos psicológicos y esperanzas truncadas durante la momentánea paz que les otorga su escondite mágico. Pero el problema ya está ahí y se niegan a enfrentarlo con sinceridad, a escucharse sin miedo y a razonar sin prejuzgar. Cuando en un estado de calma ya estás así, las cosas solo pueden ir a peor cuando tienes que tomar decisiones en cuestión de segundos.
Todos los personajes tienen sus esperanzas frustradas, sus sueños ansiosos y sus temores a flor de piel, pero los que ponen en movimiento los principales dramas de la historia son Lou y Reid.
Tras los acontecimientos de La bruja blanca, Reid tiene que lidiar con el hecho de que ha asesinado a su padre adoptivo para salvarle la vida a su esposa. El mismo padre que le inculcó el odio acérrimo a la brujería, el mismo que tuvo una relación a escondidas con Morgane, el mismo que es el padre biológico de su esposa. Y lo consiguió empleando la magia porque resulta que él es un brujo e hijo ilegítimo del rey. Es bastante con lo que lidiar.
Todas las bases de la vida de Reid se han ido por el desagüe hasta quién sabe donde. Tiene que enfrentar al «yo» cazador de brujas de su pasado con el «yo» brujo actual, y en medio tiene a Lou. Su preocupación y amor por ella es real, pero a su vez la utiliza para descargar todos sus prejuicios y todo lo que odia de su nuevo yo en ella.
Mientras tanto Lou está lidiando con el hecho de que su madre no solo la utilizó como un sacrificio, sino que además la odia. La considera de «ellos», de los hombres, los mortales sin magia, y no establece ningún vinculo con ella más allá del de un medio para conseguir sus objetivos. Sobre ella recae todo el peso de las acciones de su madre y la obligación de detenerla.
No logró sacrificarla, pero se ha empeñado en encontrar a todos los hijos del rey y asesinarlos de la forma más violenta posible. Un sufrimiento que aplasta a Lou con cada nueva víctima que teme encontrar.
Además, se ve sometida a los juicios de Reid y ella, que ya se siente atacada por todos los frentes, responde con tozudez y agresividad.
Mahurin crea un escenario externo intrigante en base a las alianzas, las venganzas, los pasados destructivos y las ansias de poder. Pero lo más interesante se encuentra en el escenario interno. En la imagen distorsionada y oscurecida que tienen los protagonistas de sí mismos, de ellos y del resto del mundo.
No duda en mostrar las peores caras de los personajes. No importa si sus motivaciones son buenas, si están embargados por el odio lo va a mostrar. A través de una pluma mucho más cruda que en el título anterior, Mahurin retuerce toda esa oscuridad a través de enfrentamientos, frustraciones y sangre derramada. Puede llegar a ser duro de leer.
Lou y Reid son dos personajes sometidos a una situación muy complicada, con un contexto doloroso y tan sumidos en sus propios traumas que son incapaces de comprender los puntos válidos del otro. Básicamente todos sus diálogos se convierten en un «ambos tienen razón y ambos están equivocados». Y como los dos están enrocados en su posición, no hay fluidez ninguna. Al contrario, su relación se va enquistando mientras el panorama general se vuelve cada vez más frenético, caótico y pútrido.
Asesino de brujas: los hijos del rey es una experiencia intensa, escrita con detalle y mimo, que no recela de su oscuridad. Para personas que están pasando por una situación emocional vulnerable, mi recomendación es dejar el libro en el congelador una temporada. Revuelve una serie de sentimientos y comportamientos relacionados con el estrés postraumático y la depresión muy duros, hasta el punto de poder desestabilizar al lector.