Atomic Heart - portada

Atomic Heart promete ser una combinación de shooter y RPG como ya hemos visto anteriormente en sagas como Fallout o Bioshock, pero llevado un paso más allá. ¿Cumplirá con lo esperado?

Con solo con ver unos segundos de Atomic Heart se hace más que evidente cuáles son los títulos de los que bebe. El más evidente es Bioshock, pero también tiene mucho de Fallout, Prey o incluso Dishonored, grandes sagas que han servido de referencia para el título del que hoy hablamos no solo a nivel jugable, si no también en lo estético. 

En la Rusia Soviética los robots te controlan a ti

Durante los primeros minutos de juego ya nos transporta de una manera muy similar a como lo hace Bioshock Infinite a su mundo distópico. Estamos en un gran desfile durante 1954, en una Rusia Soviética que, tras la Segunda Guerra Mundial, ha avanzado tecnológicamente a pasos agigantados. En esta Rusia ucrónica, los robots son parte indispensable de la sociedad. Ayudando de diversas formas a sus ciudadanos, los robots sirven a los humanos en tareas tan variadas como la construcción, el mantenimiento de la ciudad, la seguridad ciudadana o la investigación científica. El país es lo más puntero científicamente a nivel mundial, con proyectos como colonizar la luna o crear una red similar a internet con unos extraños dispositivos que se conectan a la cabeza.

Nuestro protagonista es un agente de seguridad nacional que trabaja para el gobierno, llamado simplemente P-3. Tras lo que parece una primera tarea sencilla, y como era de esperar, tras unos minutos este sistema idílico de convivencia entre robots y ciudadanos se va al traste. Los robots comienzan a atacar a los ciudadanos y todo se convierte en un infierno. Nosotros seremos los encargados de solucionar este problema de la forma más discreta posible, al mismo tiempo que investigamos qué ha podido pasar explorando diferentes centros de investigación.

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Char-les, el guante todopoderoso

P-3 no estará del todo solo, ya que va equipado en todo momento de Char-les, un guante robótico que a su vez es una una IA con la que podremos hablar, haciendo las funciones de guia. Esta combinación de personajes será cuanto menos, curiosa. Algo así como el dúo de Link y Navi, solo que P-3 es un soldado socarrón que no para de soltar improperios y Char-les es una IA que parece saber más de lo que parece. Aparte, encontraremos otros personajes más o menos interesantes para la trama. A líneas generales, la historia es interesante, aunque bastante predecible. Cuenta con algún personaje y momento gracioso que puede cansar a más de uno, pero en definitiva, funciona bien.

Es inevitable pensar en Bioshock cuando probamos el sistema de combate y gunplay de Atomic Heart. Al igual que en la saga de Ken Levine, en Atomic Heart combinaremos armas de fuego y cuerpo a cuerpo con ataques elementales gracias a Char-les. Gracias a la tecnología polimérica, nos permite desde lanzar descargas eléctricas a ataques telequinéticos que levanten por los aires a los enemigos, o escudos de defensa para protegernos.

Gestión de recursos reciclable

Podremos equiparnos hasta con tres de estas habilidades, con la posibilidad de ir mejorándolas conforme consigamos polímeros. Algo así como la tecnología con la que funcionan estos poderes. De esta manera, tendremos la posibilidad de ampliar el efecto de las descargas eléctricas, o hacer que el ataque telequinético termine con una sacudida contra el suelo para los enemigos, por poner algún ejemplo.

Algo muy interesante de estas mejoras es que todo el material polimérico que gastemos en mejoras o en comprar nuevas habilidades es reciclable; en cualquier momento podemos deshacer las mejoras y “desaprenderlas”, de modo que recuperaremos el 100% del material invertido. Esto nos ha parecido una solución brillante para que el jugador pueda experimentar con todas las posibilidades que nos ofrece el guante sin temor a adquirir habilidades que no nos gusten o no se adapten a nuestra forma de jugar.

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No nos faltará un buen arsenal

Este sistema también lo tenemos en las mejoras de las armas, que por cierto, cuentan con un buen puñado de opciones. Tendremos tanto armas cuerpo a cuerpo, como hachas y machetes rudimentarios, a armas de fuego, como una pistola o un rifle Kalashnikov. También hay cabida para cosas más potentes, como un rifle de pulsos eléctricos o un lanzamisiles. Con estas armas, el juego también nos invita a experimentar, ya que sus mejoras son reversibles sin coste extra. Por ejemplo, podemos mejorar la pistola al máximo, y si luego conseguimos la receta para crear el lanzamisiles y necesitamos las piezas, solo bastará con convertir la pistola en materiales para reinvertirlos en nuestro nuevo y flamante lanzamisiles.

Las sensaciones que nos deja esta combinación de ataques elementales y disparos es más cercano a un RPG que a un shooter. No es del todo incómodo, pero se nota tosco y pesado, para que esquivar a los enemigos no sea una tarea fácil. En este aspecto nos ha recordado bastante a los últimos Fallout. Lo mejor es la variedad que aporta, permitiendo combinar todos los elementos para jugar a nuestro gusto.

Los robots no nos darán ni un respiro

Los enemigos, en cambio, cumplen su cometido, y sin llegar a ser sorprendentes, supondrán un auténtico reto. Nos toparemos con enemigos robóticos de todo tipo. Máquinas creadas para ayudar al ciudadano, reconvertidas en monstruos de metal que nos perseguirán para acabar con nosotros. Tenemos desde robots ayudantes que nos atacarán cuerpo a cuerpo o lanzando rayos por los ojos, a otros como pequeñas máquinas equipadas con sierras, drones de varios tipos… Incluso hay cabida para enemigos biológicos; unos mutantes similares a los chasqueadores de The Last of Us o plantas homicidas de varios tipos. Tampoco nos olvidamos de las enormes máquinas de combate que se enfrentarán a P-3 en forma de jefes de zona. Como es habitual, tendremos que aprender sus patrones de ataque y atacar cuando más les duela para vencerlos.

La Rusia de Atomic Heart está plagada de videocámaras. Unas cámaras que, si nos detectan, no dudarán en enviarnos un puñado de drones para acabar con nosotros. Pan comido, acabamos con esos pequeños drones y asunto resuelto, pensaréis… ¡Y estáis muy equivocados! Si las cámaras nos ven atacando a un robot, pasarán a estado de alarma de nivel 2, y esto supone que una oleada de robots irán a degüello a por nuestra vida.

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Por supuesto, podremos hacer uso del sigilo para evitar estas molestas cámaras, o incluso destruirlas. Eso sí, si hacemos esto último, la red de robots notificará el fallo y no tardará en llegar a la zona un dron reparador. Es por ello que a veces la mejor opción será el sigilo o la huida en lugar de enfrentarnos a los enemigos. 

La URSS de Atomic Heart

Se ha hablado de que Atomic Heart contaría con una especie de mundo abierto entre misiones. Esto no es del todo cierto, ya que aunque sí que podremos explorar libremente las relativamente amplias zonas que sirven como conexión entre las localizaciones principales de la historia, lo cierto es que no son tan amplias como para considerarlo un “mundo abierto”. Además, en estas localizaciones, aparte de conseguir planos para mejorar las armas, solo encontraremos materiales que recolectar y enemigos repartidos para que la tarea no sea tan fácil, poco más. Eso sí, el diseño de niveles de Atomic Heart nos ha parecido bastante bueno. Zonas en las que tendremos que utilizar algo de plataformeo para acceder, puzles que nos bloquean el paso sin llegar a hacerse tediosos, y una variedad de entornos más que aceptable.

Sin duda algo que nos ha encantado de Atomic Heart es su ambientación. Esta Rusia comunista retro-futurista está cuidada hasta el mínimo detalle. Sentiremos el avance tecnológico, así como el desastre de que todo se ha ido de madre en cada una de las zonas que visitemos. Encontraremos por todos lados información que nos ayudará a entender su mundo, como mensajes de los trabajadores de los laboratorios que exploraremos, o exposiciones de museos científicos que alardean de cómo Rusia está en la cima de la tecnología mundial. El diseño de los robots, la arquitectura, diseño de interiores… Todo está creado para transportarnos a esta futurista Rusia del 56.

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Un buen trabajo en lo audiovisual

En lo técnico, y sabiendo que este título es el primero de la compañía, no podemos hacer otra cosa que darles un aplauso bien merecido. No solo hace un buen trabajo gráficamente, luciendo buenos modelados, animaciones o iluminación. También posee una dirección artística con personalidad, que como ya hemos comentado, recuerda bastante a Bioshock, pero le da su propio estilo. En la versión de PS5 que hemos probado todo ha ido como la seda, sin ningún tipo de problema técnico.

En el sonido también tenemos un trabajo sobresaliente. Contamos, para empezar, con doblaje al castellano de buena calidad, mientras que la música es tan variada que en unos momentos estaremos escuchando música clásica, al rato sonará música tradicional rusa, y durante los combates más duros escucharemos temas que parecen sacados de Doom Eternal. Y no vamos desencaminados, ya que para la realización de muchos de estos temas ha contribuido el bueno de Mick Gordon, autor de los temazos metaleros que suenan en los últimos títulos del Doom Slayer.

Atomic Heart – Conclusiones

Atomic Heart ha mantenido bien el tipo incluso contando con un hype tan alto como el que tenía. Puede que no sea un título de 10 y posea ciertas carencias en su desarrollo y sistema de combate, pero cuenta con una ambientación excelente, y su trama, siendo bastante predecible en muchos aspectos, ayuda a que no paremos de jugar en las 20 horas que nos ha durado. Un imprescindible para todo jugador que disfrute con títulos como Bioshock, Prey o Fallout.

Chami Collado
Redactor jefe de la sección de videojuegos de Fantasy, artista 3D y amante de los jueguicos™ desde que de pequeño me encontré una Nintendo con el Super Mario por mi casa.

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