Comenzamos con la grapa número 52 que contiene los números 49 de las cabeceras americanas. Empezando por Batman, en este número tenemos los preparativos para la gran tormenta que está por venir y por ello Scott Snyder se ayuda de su siempre fiel alumnos James Tynion IV (“Constantine Hellblazer”, “The Woods”) y da descanso a los lápices de Greg Capullo, siendo sustituido por el canadiense Yanick Paquette (“La Cosa del Pantano”, “Wonder Woman Tierra-1”). Un cómic de narración complicada más propio de Grant Morrison, en el que los guionistas en dos tiempos nos muestran cómo Bruce termina descubriendo que es Batman y como se somete a su extraño artefacto, un simulador que hace que aquel que los resista viva las experiencias y recuerdos que sean necesarios para ser Batman.
El dibujo tiene también una narrativa experimental, con viñetas circulares y superpuestas que dan una sensación de premura y aturdimiento, y donde los guionistas se ponen a fabular sobre posibles Batman alternativos, así veremos a un Bruce que es alcalde de Gotham y miembro del Tribunal de los búhos, casado con Jules, padre y que porta un uniforme blanco y dorado y utiliza extraños ingenios mecánicos barrocos. Paquette hace un trabajo sobresaliente porque mezcla la espectacularidad de la simulación de la máquina con el intimismo y drama del mundo real, atentos a lo compungido de Alfred y la sombría aceptación de Bruce para con su destino.
A base de varias secuencias de splash vamos viendo distintos mundos con un Bruce agente de policía, un Batman que tiene a los reclusos de Arkham como aliados “los Hombres Murciélago”, guiños al Batman del Futuro, o incluso un Batman árabe. El caso es que Bruce es incapaz de superar ninguna de sus simulaciones. Para resolver esta limitación los guionistas tiran de imposibilidades y de sobreactuación para cerrar un ciclo de violencia, un Chill hizo que con su crimen naciera Batman y otro Chill será el que haga que Batman renazca como un oscuro fénix.
Sin duda lo que hace redonda esta historia es el dibujo orgánico, oscuro y detallado de Pasarín, casi como si estuviéramos viendo un capítulo de alguna serie, las texturas y movimientos son de un cuidado realismo, así como los efectos de fuego o las dinámicas y narración en el combate. El asesino no parece tener fin en su locura y comienza una escalada de víctimas que va a requerir que Gordon, Bullock y todos sus aliados trabajen contra reloj. Muy a destacar el desagradable aspecto que tiene el “asesino de las máscaras” en los lápices de Pasarín y la espeluznante última página del número donde el asesino recrea su más compleja y completa estatua hasta la fecha.
Pasamos ahora a la grapa número 53 de ECC, que contiene los dos números 50 de las colecciones yankies y tiene un volumen considerable de páginas, 96. El número empieza con Batman, ya tenemos de vuelta a Greg Capullo que además ha decidido que la vuelta de Bruce como Batman sea por todo lo alto y que de paso estrene un traje nuevo diseñado por él en exclusiva. Es un llamativo diseño gris y negro con el murciélago remarcado por una linea amarilla y una capa forrada de violeta, lo que es casi una modernización de los primeros atuendos de Batman en la época de los guantes morados de Detective Comics.
Capullo pone toda la carne en el asador en el que será uno de los últimos números al frente de la serie, así por ejemplo se recrea a gusto con la horda de “Batarmaduras” de Powers, donde vemos diseños inspirados en el Pingüino, Hiedra Venonosa, Bane o Batwoman. En un esquema ya conocido de guión de Capullo, al final hay un giro de guión y toda la trama de Mr. Bloom tiene un culpable muy humano y muy cercano al entorno de Batman. Puede parecer forzado pero al menos, aprovechando que este número es más largo se permite suficientes páginas de explicación sobre qué se pretendía con las semillas, para qué y quién es realmente Mr. Bloom.
Este Batman es una fuerza imparable, pues tiene todas las experiencias de Batman pero ninguna de sus heridas ni cicatrices, es un torrente de fuerza que salta de viñeta en viñeta enfrentándose a los mejorados de Bloom, un ser en cuyas manos cualquier cosa es un arma, hasta el murciélago de la Batseñal. Se nota que Snyder tiene planes para Duke, el protagonista de la tristemente inédita “We are Robins”, que apunta a un nuevo concepto de héroe con colores propios. Si os gusta ver a Capullo desfasándose imaginad cuando a él le dijeron que tenía que hacer un mecha gigante con alegorías al Joker.
El número cuenta con un bonito epilogo de seis páginas a cargo de Yanick Paquette (“Wonder Woman año 1”) en el que se ve como Bruce recoge a un nuevo pájaro en su cueva con un destino aún más desgarrador que la orfandad, se despide de Jules y Gordon recupera el puesto que jamás debió dejar. Batman vuela de nuevo en la ciudad por la noche y el Comisario Gordon cuida de ella de día.
El número 50 de Detective Comics no es menos importante e impactante, tenemos el final de la saga de “La Edad de Bronce”, 48 páginas de pura adrenalina que empiezan con Bullock y Gordon analizando la última y macabra obra del asesino en serie, el regimiento n.º 54 de infantería de Massachusetts. ¿Es un martir es un lunático? Lo que es es un enfermo peligroso en manos de Peter Tomasi que va a hacer que Fernando Pasarín dibuje algunas de las secuencias más angustiosas de toda la saga. Para empezar quiero destacar el desconcertante episodio en el que nuestro asesino elige como víctima a un perro, sencillamente aterrador ver al asesino con una máscara de perro sólo comunicándose con ladridos. Sólo para saltar a un rescate express en el zoo de Gotham y donde Gordon demuestra que aún sin armadura es capaz de derrotar a un oso polar.
Al final todo es la batalla de la luz contra la oscuridad, San Jorge contra el dragón y pese a que el diablo se vista de caballero, Gotham sólo tiene un caballero y ése es Batman. Una gran saga que demuestra la gran polivalencia de Tomasi y el gran atino visual y orgánico de Pasarín.
Acaba el número una historia corta muy especial a cargo de Tomasi, que cuenta con la colaboración de dibujantes de la talla de Scott Mcdaniel (“Daredevil”), Rafael Alburquerque (“American Vampire”), Shawn Cristal, Carlo Paguyan o Cameron Stweart (“El Club de la Lucha 2”) homenajeando el trabajo de míticas portadas de Batman y Detective Comics de autores de la talla de Jim Amparo, Bob Kane, Klaus Janson entre otras. ¿La premisa de la historia? Batman le cuenta a un invitado cómo de raras son las noches en Gotham para él y para su hijo Damian, recreando un sentido homenaje a la trayectoria del murciélago con estos homenajes de grandes artistas y tejiendo una historia propia que sin duda termina de redondear este gran número 50 de Detective.
Mr. Bloom ha sido arrancado de Gotham, Bruce vuelve a ser el murciélago, vuelven con nosotros a las calles de Gotham para ver la despedida de Snyder y Capullo y la última aventura de Gordon como “RoboBatman”.