Antes de nada quiero empezar destacando la splash de inicio de Kubert, una absoluta maravilla visual en la que vemos como Ray Palmer va disminuyendo hasta desaparecer por debajo del nivel atómico. Una delicia de reducción de viñetas y planos detalle que acompañan a las acertadas líenas de pensamiento que le dedica Azzarello al personaje.
A partir de aquí tenemos un momento “paliza” de esos que tanto le gustan al señor Miller, la lucha entre Lara, Quar, los kandorianos y Superman no puede ser calificada con otro termino que de destrucción masiva. El último hijo de Kripton se niega a levantarse en armas contra su hija por lo que va a ser un saco ensangrentado que golpe a golpe va a terminar postrado y sólo en su fortaleza, abandonado por aquella a quién más quería, sin lograr un ápice de compasión de sus iguales, puede que Ka-El no derrita sus corazones pero ellos no dudaran en derretir su legado.
De nuevo señalar los cambios con respecto al espíritu de Miller, puede que estemos ante un gran cómic pero lo que nos muestra difiere mucho de la simplona arma de destrucción masiva al servicio del gobierno que era en las anteriores entregas.
Uno de los que sí acude a la llamada es el bueno de Barry Allen, aún agradecido por ser liberado de su injusto cautiverio por parte del gobierno americano en DKII. De nuevo el problema del ridículo sentido del diseño que tiene Miller. En los lápices de Kubert un Flash en pantalones y manga corta no queda bien y de nuevo su trazo y estilo es demasiado luminoso, por lo tanto el asalto de los kandorianos a Flash y sus consecuencias no queda tan cruento y violento como con los lápices de Miller.
Expresividad edulcorada, ése es el problema de esta serie. Cojamos la escena de Carrie ayudando a Batman a ponerse en pie y tomando su legado como Batgirl. Otra lección de dibujo de Kubert pero que no logra trasmitir las emociones crudas y vivas de Miller, es otra cosa, muy bien dibujada, pero no es Dark Knight.
De nuevo una splash de Átomo nos cierra el círculo y parece dar luz a tan sombrío futuro.
Como ya anuncié la historia de complemento corre a cargo de Miller y en ella vemos el nuevo status de Carrie (verdadera protagonista de esta saga) con su nuevo rol como Batgirl. Aquí sí tenemos a un Miller más puro sin apoyarse tanto en Janson. Habrá a quién le guste y a quién no, por supuesto que la elección de colores del vestuario es cuanto menos discutible, pero realmente sigue con la tónica general del Caballero Oscuro.
Básicamente tenemos una brutal pelea en los muelles, que es Miller en estado puro. Hay movimiento, dolor, expresividad y fuerza. Gente monstruosa y deforme, esvásticas, malformaciones y perdidas de perspectiva y anatomía por doquier, vamos, Miller. Pero sentimos cada ppuñetazo y patada, cada salto. Además cierto atlante se dejará emerger por aquí, aunque eso sí, su montura es una rara informidad propia de Lovecraft.
Cierra el tomo como de costumbre una cuidad selección de portadas alternativas.
Parece que hay una diminuta esperanza de que este mundo se salve de ser arrasado por la Raza Superior, el Caballero Oscuro ha vuelto a alzarse y hasta encontrados enemigos deberán aliarse contra el mal común que es Quar. Veremos si un viejo murciélago es capaz de hacer caer a la Raza Superior.