Básicamente nos encontramos en las acciones posteriores al ‘Día D’ en la que se llamó “Batalla de Normandía”, exactamente el momento en el que las tropas poco experimentadas de los aliados occidentales hubieron de enfrentarse a potentes y fogueadas tropas alemanas, sobre todo los elementos del 5º y el 6º ejércitos Panzer al mando del Oberst-Gruppenführer SS Josef “Sepp” Dietrich. Una ofensiva que convirtió el campo francés en una carnicería, y en el que veremos cómo un solitario carro de combate británico pelea por reunirse con su unidad en un entorno hostil. Para ello cuentan con la habilidad de su líder, el cabo Stiles. Un curtido provinciano que se las sabe todas en lo que a manejar un tanque Churchill VII Mk.IV se refiere.
Porque sí, amigos lectores, el carro de combate que pilota la tripulación protagonista es la primera muestra de minuciosa documentación de los autores: el modelo resulta reconocible por la falta de líneas de soldadura en la torreta, puesto que este modelo –el más producido de todos los Churchill- empleaba una torreta moldeada, menos costosa que la soldada por módulos.
Garth Ennis se ha labrado una posición dentro de este nicho de mercado de los cómics bélicos mediante la entrega de historias interesantes y atractivas que no tienen miedo a centrarse en verdades duras y políticamente incorrectas que trascienden las percepciones arquetípicas. Y “Los tanquistas” no es una excepción y es, además, muy entretenido.
Y es ese severo castigo, y las situaciones que se observan, las que hacen que tomemos conciencia del claustrofóbico y peligroso destino que supone el ser asignado a la tripulación de un tanque: armas contracarro (como se ve nada más empezar el cómic), los medios aéreos (como los cazabombarderos Hawker Typhoon dotado con cohetes y pintado con las barras distintivas blancas y negras llamadas “bandas de invasión”) o los carros más avanzados, como los tanques alemanes. Además, la infantería precisa del apoyo de los tanques ya que, sin ellos, puede ser fácilmente exterminada. Como dice el coronel del Royal Tank Regiment, “nadie sabe dónde está nadie. Tenemos los mimbres para un completo desastre”.
Hablemos ahora de los personajes protagonistas: Bing, el conductor, Robbo, el artillero, Ken, el cargador y operador de radio, y Hooky, el encargado de la ametralladora. Todos dirigidos por el cabo Stiles, un Geordie (nombre que se le da tanto al habitante de la región de Tyneside, en el nordeste británico, como a su peculiar dialecto norteño inglés de sus habitantes. Este acento está asociado con Tyneside, el sur de Nortumbría –Northumberland- y el norte del condado de Durham). Obviamente, enseguida entra en conflicto con el Cockney (originariamente dado a los habitantes del East-End londinense) del grupo, Robbo. Ya se sabe: el paleto provinciano versus el urbanita.
Pero, pese a ello, los personajes no destacan como tales, sino que el tomo parece más centrado en poner de relieve la utilización de los tanques durante la guerra.
Y vamos a poner en relieve, como hacemos siempre, la documentación histórica debida al mimo que los autores ponen a la hora de ofrecernos historias bélicas verosímiles. Comenzaremos hablando de la insignia de boina del Royal Tank Regiment , cuya silueta es perfectamente reconocible, así como el uniforme tanto de la soldadesca como de los oficiales. Es destacable también la representación del equipo de la infantería, con especial mención a la ametralladora ligera Bren , de calibre 7.70 y recarga accionada por gas, capaz de escupir unos 500 disparos por minuto, y con su característico cargador extraíble curvo de 30 balas.
Mencionábamos antes la falta de medios contra carros más avanzados (las piezas QF de 75 mm del Churchill no servía de mucho contra el potente blindaje de los Tiger), y para ello se creó el M-10 Achilles , una pieza de 76,2 mm en una torreta abierta giratoria sobre el chasis de un carro de combate M-10 americano.
Y ya que hablamos del M-10, indicaremos que el chasis está inspirado en el de los carros de combate M-4 Sherman , del que más de 17.000 unidades fueron utilizadas por el ejército británico. Este carro de tipo medio (30 toneladas frente a las 38,5 del Churchill y las 58 del Tiger) montaba el mismo cañón de 75 mm del Churchill, pero era relativamente débil, aunque de rápida reparación y producción. En los manuales de lucha y empleo de este conocido tanque se indica que, para hacer frente a un Tiger, hacían falta un mínimo de cinco carros Sherman, y estar dispuesto a perder, al menos, tres de ellos. Es un detalle que se ve perfectamente en la página 16, así como la técnica usada aún hoy día de disparar primero tanto al primero como al último vehículo de un convoy.
Destacaremos también la mención al aspecto humano del soldado alemán, aunque sean elementos de las SS. Desde el fanatismo reflejado en las páginas 9 y 10 hasta la humanidad más normalizada entre las páginas 45 y 48 y, obviamente, las tres finales.
-“Fick dich selbst!”: Literalmente, “Jodeos”, o “que os jodan”.
-“Werden Sie zurück! Englische bastarde!”: “¡Daos la vuelta! ¡Bastardos ingleses!”
-“Steigen Sie von meinem Weg aus, oder werde ich jeder ficken ein von ihnen Toten!”: “¡Fuera de mi camino, o me follaré los cadáveres de cada uno de vosotros!”
-“Vier hundet”: “Cuatrocientos”.
-“Wenn Sie mögen, Jodl”: “Cuando quieras, Jodl”
-“Arbeiten Sie Ihre besondere Zauberei…”: “Trabaje en su magia especial…”
Se agradece la inclusión de estas expresiones en alemán en el cómic, ayudan a dar ambiente (amén de que aprendemos que el artillero del Tiger 122 se llama Jodl), pero apostaría a que los autores han trabajado con algún tipo de traductor online a la hora de conseguir estas expresiones, vistas las anomalías gramaticales y ortográficas de algunas de ellas. Por cierto, en alemán se usa sólo el signo de admiración de cierre, al estilo anglosajón. No obstante, es una minucia.
No nos olvidaremos de los jugosos extras: las tres magníficas portadas de John Cassaday, cuatro páginas con los diseños, bocetos y tintas de Carlos Ezquerra, y un epílogo que recoge muchos de los detalles que no he mencionado en esta reseña, una nueva muestra de la minuciosidad de los autores a la hora de documentarse y que os invito a descubrir. En esas simples dos páginas aprenderéis muchísimo sobre las vivencias de los combatientes auténticos de la Segunda Guerra Mundial, así como de las fuentes de las que ha bebido Ennis.
Un nuevo ejemplo de coordinación ejemplar entre dibujante y guionista para traernos una nueva y redonda historia bélica. “Los tanquistas” es un tomito de 80 páginas en rústica que supone una buena lectura, bien documentada y ligera, basada en un aspecto poco explorado dentro de lo que es el escenario bélico como es el combate entre tanques y el espíritu y vida de los tanquistas. Muy interesante.