En la investigación del cáncer, se sabe desde hace tiempo que el ácido láctico, o lactato, es producido en grandes cantidades por las células cancerosas y que interrumpe nuestras defensas contra los tumores. Sin embargo, hasta ahora no sabíamos exactamente cómo sucede esto. El profesor Jo Van Ginderachter, inmunólogo e investigador del cáncer en la Vrije Universiteit Brussel y el Instituto Flamenco de Biotecnología (VIB), encontró la respuesta, en colaboración con la estudiante de doctorado Xenia Geeraerts (VUB), la profesora Sarah-Maria Fendt (VIB-KU Leuven) y el profesor Jan Van den Bossche, de la Universidad de Amsterdam. Los hallazgos han sido publicados en Cell Reports.
Van Ginderachter afirma que «encontramos que los macrófagos, un tipo específico de células inmunitarias, utilizan el ácido láctico como fuente de energía. Los macrófagos están presentes en grandes cantidades en los tumores, pero son, por así decirlo, engañados por el tumor para ayudarlo a crecer. Con el ácido láctico de las células cancerosas, los macrófagos se mantienen vivos, pero eventualmente se convierten en células promotoras de tumores. Bajo la influencia del ácido láctico, los macrófagos paralizan otras células inmunitarias ‘asesinas’ que pueden reconocer y destruir las células cancerosas, lo que ayuda a debilitar la inmunidad tumoral«.
El ácido láctico facilita la resistencia a la inmunoterapia
Los macrófagos contribuyen así en última instancia a la resistencia de los tumores a la inmunoterapia.
«Esta fuerte presencia de ácido láctico en los tumores puede tener consecuencias para la inmunoterapia«, insiste Van Ginderachter. «En la inmunoterapia, las propias células inmunitarias ‘asesinas’ de nuestro cuerpo se activan para atacar de manera óptima a las células cancerosas. Aunque esta terapia es muy prometedora y funciona muy bien para el cáncer de piel y se usa cada vez más para el cáncer de pulmón, por ejemplo, la realidad es que sólo una porción de pacientes responde favorablemente. Una de las razones es probablemente que los macrófagos se alimentan del ácido láctico en el tumor y, como resultado, apagan las ‘células inmunitarias asesinas’ que se desean estimular a través de la inmunoterapia. Hay que buscar cómo suprimir las células que alteran el sistema inmunológico, como los macrófagos, y aun así aumentar el éxito de la inmunoterapia«.
Reducir o neutralizar la producción de este ácido
Por lo tanto, es importante determinar cómo se puede frenar la formación de ácido láctico en los tumores. Van Ginderachter señala que este ácido se encuentra en grandes cantidades en muchos tipos de tumores diferentes.
«Las células cancerosas suelen producir una gran cantidad de ácido láctico. Y en los tumores también hay regiones con una concentración de oxígeno muy baja, en las que este ácido puede elevarse a niveles aún más altos. Se puede intentar prevenir la producción de ácido láctico en los tumores. Esta es una estrategia que ya se está investigando en ensayos clínicos de primera etapa, sin embargo, precisamente porque sabemos que además de las células cancerosas, muchas otras células en el tumor producen ácido láctico, queda por ver si estas estrategias serán suficientes para reducir el lactato hasta tal punto que se anule su efecto sobre los macrófagos que sustentan el tumor”, comenta Ginderachter.
Ensayos clínicos de primera etapa
“Por otro lado, se puede intentar neutralizar el ácido láctico, por ejemplo, mediante la administración de una especie de solución tampón. También se están realizando investigaciones preliminares al respecto. Otra opción es utilizar productos químicos para garantizar que los macrófagos ya no puedan alimentarse del ácido láctico. Es importante que dicha sustancia no sea tóxica y que llegue al tumor de manera específica”, concluye Ginderachter. “En nuestro laboratorio también se está investigando sobre estos problemas, para que los futuros medicamentos puedan llegar directamente al tumor o a los macrófagos, evitando así efectos secundarios”.
Fuente: Cell Reports.