“Chip y Chop: Los guardianes rescatadores” (Disney+) es una película que pasará desapercibida para muchos porque, bueno, es una película de Chip y Chop. A mí ni se me habría ocurrido verla de no ser porque quienes me la recomendaron conocen bien mis gustos y, aun así, tenía mis reservas. No he visto la serie original en mi vida. Además, desde fuera, lo poco que me había llegado del film me daba la impresión de no ser más que un conjunto vacío de referencias a la cultura pop y un intento perezoso y desvergonzado de usar el pasado machaconamente para llamar la atención de una audiencia hastiada.
Lo que me he encontrado ha sido una pequeña joya, ingeniosa y divertida. Loca y aleatoria al máximo. Y un guion inteligente que pone la nostalgia al servicio de la inventiva, en vez de escudarse en ella y considerarla un fin, y no un medio.
Prefiero no dar muchos detalles. Me parece que lo mejor es llegar a ella como hice yo: sabiendo lo menos posible del argumento. Adentrarse en ese mundo estrafalario que mezcla animación con imagen real; dibujos y CGI y muppets. Descubrirlo poco a poco y disfrutarlo. Porque “Chip y Chop: Los guardianes rescatadores” no tenía ningún derecho a ser tan buena, pero lo es.
La hora y media que dura pasa volando, con un ritmo rápido y gags que dan en el blanco, humor en ocasiones afilado que hace reír independientemente de la edad y cameos que suman. Su punto satírico y su historia de amistad y reencuentro funcionan a las mil maravillas. En buena medida es así porque no se toma demasiado en serio a sí misma. “Chip y Chop” sabe lo que es y no lo esconde. Va de cara, sin ocultar carencias ni intenciones. Toma notas de “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (1988), pero no intenta serlo. Luego, bailan el Roger Rabbit con Roger Rabbit. Es una película tan autoconsciente como burlona.
No quiero tampoco exagerar. ¿Es la mejor película que veré este año? Claro que no. Pero estoy casi segura de que ninguna me sorprenderá más, o me sacará las carcajadas tan a traición como esta.
La evolución de la trama es su parte más convencional y sus últimos compases no tienen tanto gancho como el resto, pero lo compensa no alargándose en exceso. Su fondo emocional no cubre por encima de la rodilla, ni desde luego reinventa la rueda. Pero su pequeña grandeza reside justamente en mostrar con ojos nuevos todo lo que ya ha sido inventado. Y cuando digo todo, es todo. Del Disney clásico al Sonic Feo.
Soy consciente del abuso que la ficción actual hace de cuanto la precedió. Puede llegar a ser agotador, por eso comprendo que un vistazo superficial a “Chip y Chop: Los guardianes rescatadores” repela a algunos (y con razón). Aun así, no es un refrito más. Hay en ella un desenfreno surrealista y un buen hacer que le permite ganarse, por lo menos, una oportunidad. Si buscáis algo con lo que desconectar y combatir el calor con risas, aquí lo tenéis.